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Cátedra Morazánica



Morazán defensor de la integridad de la independencia de Centroamérica
por Lic. Miguel Cálix Suazo

Vice Presidente del Instituto Morazánico

Secretario General Fundación Morazánica

Miembro del Directorio de la CASA DE MORAZÁN

Premio Nacional de Ciencia José Cecilio del Valle

miguel.calix.s@gmail.com

 
 

Si bien la Declaración de Independencia de Centroamérica es importante, lo es más la lucha por su reconocimiento y por mantenerla incólume frente al resto de naciones del mundo, tarea esta que inició la Asamblea Nacional Constituyente en 1823 y 1824, al lograr el reconocimiento formal por parte de Estados Unidos de América, México y Sudamérica, no obstante confrontar pretensiones de Colombia de hacer suyo el territorio del Poyais, en la costa de Mosquitos, desde el Cabo Gracias a Dios inclusive hasta el Río Chagres; y de que, entre enero y abril de 1824, sintiera gran preocupación por los diversos rumores de invasiones armadas externas, que amenazaban la Independencia, por parte de grupos de aventureros provenientes de Jamaica, expediciones navales de gran envergadura, pequeñas invasiones en las costas del norte, expediciones de corsarios españoles procedentes de Cartagena y operaciones aliadas de naves francesas e

inglesas. El reconocimiento externo de la Independencia lo continuó Manuel José Arce en los años subsiguientes, con Gran Bretaña y Francia.

Al conmemorar la Emancipación de Centroamérica, todos los 15 de setiembre, casi no se acostumbra, sin embargo –por falta de análisis- correlacionarla con otro acontecimiento de la misma fecha, ocurrido 21 años después, o sea el asesinato de Francisco Morazán Quesada, la persona que con más patriotismo la defendió, especialmente ante las pretensiones de anularla por parte de España e Inglaterra. Y esto sucede no obstante que el mismo Paladín lo subrayara al principio de su testamento, al expresar que moría el Día del Aniversario de la Independencia, cuya integridad había procurado mantener; y a pesar, también, que en esa brillante página cívica dejó un gran legado a la Posteridad, cuando dijo: “DECLARO: Que mi amor a Centro América muere conmigo. Excito a la juventud, que es llamada a dar vida a este país que dejo con sentimientos por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra”.

La Declaración de 1821 y la Anexión de Centroamérica a México- que ocurrió apenas tres meses y 20 días después como consecuencia de la fragilidad de la conciencia ideológica de entonces- impidieron que la Independencia se transformara en una revolución antifeudal más definida y profunda, con la presencia del pueblo, como protagonista y como principal beneficiario. Se frustró, pues, un cambio decisivo de la estructura colonial. A causa de eso, Centroamérica se quedó atrás respecto a muchos países del Continente donde la Independencia produjo cambios de mayor alcance. De nada valió que al recibirse en Tegucigalpa los Pliegos de la Independencia, enviados desde Guatemala, Morazán abrazara ardorosamente la causa republicana, cuando frisaba veintinueve años de edad y que como Teniente de Milicias, apareciera formando en la Primera Compañía, como Ayudante del Primer Batallón, para oponerse a las pretensiones de la provincia de Comayagua de anexarse al Imperio de Iturbide de México. Y desde ese momento, que coincide con la caída de dicho Imperio, hasta el día de su holocausto en la Plaza Principal de San José, Costa Rica, Morazán luchó en todos los Estados contra las fuerzas internas opositoras a la Independencia.

Los españoles pretendían anular Ia Independencia por medio de una invasión a Centroamérica y México en julio de 1829. En tal ocasión, Morazán tomó las providencias oportunas en su condición de Jefe del Ejército Aliado Protector de la Ley, autorizado por Guatemala, El Salvador y Honduras, para repeler en caso necesario dicha invasión. Por fortuna el desembarque se realizó por Tampico, México, y fue un completo fracaso para los invasores. Congruente con estas ideas independentistas, Morazán al tomar posesión como Presidente de Centroamérica el 16 de setiembre de 1830 informó al Congreso que la Independencia que se hallaba amenazada por el enemigo común recibiría en su Gobierno nuevas garantías y seguridades. Procuraría que el ejército que debía conservar el orden interior y defender la integridad de la República fuera capaz de llenar estos dos grandes objetivos. Respecto a la misma Independencia señaló también que la alianza de los pueblos americanos, aunque se había frustrado hasta ese momento, no estaba lejos el momento de ser puesta en práctica y ponderó todas las ventajas que de ella podrían derivarse. Este mismo concepto de la Dieta americana lo mencionó Morazán en su Informe al Congreso del año siguiente, el 12 de marzo de 1831, y dijo que sería el objetivo exterior que merecería un lugar distinguido por todos los que conocían el valor de esta concepción sublime del genio colombiano, Simón Bolívar; y ella era la que ponía con preferencia en la consideración del Congreso. Mencionó que Francia ya había reconocido nuestra Independencia y que estaba dispuesta a celebrar un tratado de amistad, comercio y navegación con nuestra República; PERO CON MÉXICO Y COLOMBIA –DIJO- NO SE HABÍA TERMINADO LAS CUESTIONES PENDIENTES SOBRE LÍMITES.

En el Informe al Congreso de marzo de 1833, el Vicepresidente Gregorio Salazar señaló  que la República se hallaba en paz con todas las naciones, y que los puertos centroamericanos eran visitados por los buques de todas ellas, a excepción de los de la nación española, cuyo Gobierno obstinado en los principios de su falsa política, no dejaba de ser el enemigo más implacable de nuestra gloriosa independencia. En el Informe al Congreso de marzo de 1836, sin embargo, ya se abrigaba esperanzas del reconocimiento de nuestra Independencia por parte del Gobierno español; sin embargo, este problema continuaba aún en 1837, y prosiguió hasta 1850 en el caso de Nicaragua y Costa Rica y hasta 1863 con Guatemala y Honduras cuando España reconoció la Independencia. En ese mismo Informe dio cuenta Morazán que sin haberse terminado la disputa sobre límites territoriales con la República de México, se presentaba otra con la República de Nueva Granada respecto de la Bahía del Almirante.

Después de España, los mayores problemas de Morazán respecto a la soberanía de Centroamérica los tuvo con Gran Bretaña, no obstante el reconocimiento que dicha nación había hecho desde mayo de 1826 de nuestro Ministro, el señor Marcial Zebadúa. Y a pesar  también, que con anterioridad los ingleses habían enviado como Cónsul General a John O´Reilly, cuyo exequátur se concedió el 24 de agosto de 1825. Estos problemas se originaron por que Gran Bretaña, a la fuerza y a lo largo del tiempo, se había excedido de los límites de una concesión maderera que le otorgó en 1783 el Rey de España en los alrededores de Belice. La lucha de Morazán contra esta potencia, arrancó desde 1830, al  tomar posesión como Presidente de Centroamérica, si bien las dificultades habían nacido con la aprobación de la Constitución Federal de 1824, que abolió la esclavitud de los negros que eran los cortadores de madera que ocupaban los ingleses. Además, Morazán en su discurso inaugural el 16 de setiembre de 1830 dijo que si lograba destruir siquiera las pretensiones de ese territorio por parte de Inglaterra y otras potencias europeas que se oponían a la construcción del Canal Interoceánico por San Juan de Nicaragua, satisfaría en parte los deseos de servir a su Patria. En su primer año de gobierno Morazán estableció un gravamen de 5% sobre los productos beliceños en respuesta a la misma medida tomada en 1828 por Belice sobre todos los productos centroamericanos que pasaran por ese puerto. Además, el 3 de junio de ese año el Superintendente de Belice se apoderó e hizo salir de la Isla de Roatán a algunos colonos que acababan de establecerse en ella. Pero las confrontaciones territoriales se agudizaron en 1834, con la llegada en junio de Frederick Chatfield, que había sido nombrado Cónsul Británico en Centroamérica, con instrucciones de concertar un tratado comercial y de amistad, en el que se pretendía que nuestra República garantizara los derechos de Inglaterra sobre Honduras Británica, que el país anglosajón detentaba desde la época colonial.

El conflicto entre Centroamérica y Gran Bretaña prosiguió más intensamente en 1837, 1838 y 1839 a raíz de asumir sus funciones el nuevo Superintendente de Belice, el agresivo, soberbio e irascible Coronel Alexander Mc Donald, quien indujo al Rey de los Misquitos a pedir a la Corona Británica protección contra la agresión centroamericana; y sin esperar respuesta, el funcionario inglés mantuvo su abusiva posición en contra del parecer de las autoridades centroamericanas, a quienes trataba con gran desdén. Mc Donald, el jueves 6 de julio de 1837, escribió a Chatfield diciéndole que si Morazán se atrevía a sacar de Roatán a las tres familias inglesas, tendría que atenerse a las consecuencias. En esa misma fecha dio un ultimátum al Comandante de Trujillo conminándole a desistir de cualquier interferencia en Río Limón y exigiéndole la inmediata devolución de la madera confiscada. Si rehusaba a obedecerle se vería obligado a pedir la intervención del Escuadrón Naval de las Indias Orientales. Como era preciso hacer valer el derecho del más fuerte, el 18 de abril de 1838  Chatfield pidió a Lord Palmerston el envío de un buque de guerra inglés hacia la Costa del Pacífico para el mes de setiembre. Otros momentos de tensión se produjeron en 1838 (31 de agosto y 14 de setiembre) y 1839 (4 y 5 de marzo, 20 de abril, 27 de mayo y 23 de noviembre) en que Lord Palmerston manifestaba a Lord Glenleg, del Departamento Colonial, de que no había objeto de discutir con nadie los títulos de posesión de Inglaterra en la región, porque “Honduras (Británica) nos pertenece mediante el mejor de todos los derechos, el de la espada”. Chatfield le presentó a Morazán un ultimátum para insistir se hiciera un abono a los tenedores británicos de bonos y solicitó a Londres cuatro veces la intervención británica en los asuntos de Centroamérica. Los problemas de Centroamérica con Gran Bretaña continuaron mientras Morazán estuvo en el exilio voluntario y después que él regresó a liberar a Costa Rica, pues apenas a tres días de haber iniciado Morazán su gobierno en este Estado, los ingleses decretaron combatirlo y acaso darle muerte, en respuesta a las denuncias que hizo contra ellos en la circular del 15 de febrero de 1842 dirigida a los Gobiernos de los Estados centroamericanos, ocasión en que puso en servicio un buque armado para la defensa de la soberanía.

La estrategia inglesa para hacer sucumbir a Morazán comenzó el sábado 16 de abril de 1842, cuando el señor Carlos Adam, Vice Almirante de la Armada Británica y el Coronel Alexander Mc Donald, Superintendente de Belice, dirigieron una nota al Gobierno de Costa Rica y a los de los demás Estados, mediante la cual exigía indemnización por “insultos y perjuicios causados a súbditos británicos” por las autoridades federales, que hacía cuatro años habían dejado de funcionar. El ultimátum era que si para el miércoles 1 de junio los Estados no habían cancelado sus saldos debidos desde 1827 y 1828, que ascendían en conjunto a treinta mil trescientos ochenta y cuatro pesos cinco reales, de los que a Costa Rica correspondían dos mil quinientos treinta y un pesos siete reales, la Armada Británica bloquearía los puertos centroamericanos del Atlántico. Morazán señaló a los ingleses que era necesaria la previa justificación de la deuda, y que se fijara y liquidara por el mutuo acuerdo de ambas partes, porque acceder a su presión equivaldría a una intervención muy expresa y directa en los negocios interiores del país cuyo arreglo correspondía exclusivamente a sus propias autoridades. Las provocaciones inglesas en la costa Norte de Costa Rica continuaron, y con fecha 4 de junio de 1842 el Ministro Miguel Saravia nuevamente se dirigió al Jefe Político de Alajuela para transcribirle un Acuerdo de Morazán que buscaba asegurar el puerto de Moín, en razón  a que se presentaban todos los días partidas de indios moscos en diversos puntos de la costa; y teniendo además presente que hacía poco tiempo que había intentado tomar posesión de dicho puerto el Gobierno de Belice, a nombre del llamado rey de aquellas hordas salvajes. Los problemas territoriales fueron en aumento, por que a sólo cuatro días de la instalación de la Asamblea Constituyente, en el mes de julio, y como una provocación a dicho Cuerpo Legislativo, los ingleses realizaron una nueva manifestación de fuerza en la costa norte costarricense, lo que fue denunciado por el Coronel don José María Cañas, Comandante de Moín, en nota que dirigió al General en Jefe del Ejército, don Vicente Villaseñor.

Morazán contaba con el respaldo de la Asamblea y la prueba es que ésta aprobó íntegramente lo propuesto por una Comisión Especial el 3 de agosto, con unanimidad de votos, al emitir una alocución a los pueblos de Centro América, en la que manifestó que las armas inglesas se habían apoderado del Puerto de San Juan del Norte y que altos funcionarios de su Majestad Británica hacían, de un modo hostil y amenazante, reclamaciones a los Estados de la Unión por gruesas sumas que se decían adeudar a los súbditos británicos por los diversos gobiernos que se habían sucedido en nuestras revoluciones políticas. Enfáticamente Morazán cuestionó a los ingleses la asignación hecha a Costa Rica por ser muy poco equitativa pues no se había respetado la base de la población que tenía. Inglaterra no quedó satisfecha con las explicaciones dadas por Morazán, porque justamente cuando éste se preparaba a contrarrestar los aprestos bélicos de Nicaragua para recuperar el departamento del Guanacaste en el mes de agosto de 1842, Mc Donald pidió de nuevo el desembarque de los infantes de marina en Omoa y Trujillo, en Honduras, pero afortunadamente las autoridades de Londres no lo aprobaron.

Quince días después de estas últimas comunicaciones, caminaba el HEROE erguido a enfrentar al pelotón de fusileros.... Aun en este momento supremo Morazán dictó su última disposición para la defensa sagrada del territorio costarricense y la asignación injusta de la deuda que le correspondía de los empréstitos reclamados por Gran Bretaña. En efecto, cuando el Visionario iba al cadalso reconoció a don Modesto Guevara Láscares, el mismo que hacía dos años atrás había firmado la nota para que las autoridades de Nueva Granada expulsaran al Unionista de Chiriquí y David, y le dijo: -¡Vea Guevara, cuide que no se pierdan los papeles de la cuestión inglesa. Están en una gaveta de mi escritorio...!

Lic. Miguel Cálix Suazo

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