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Pájara manía
por Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com 

1. De pronto, por casualidad o por costumbre, al lunes le sigue el martes y levito. Voy al cine. El acomodador corta el ticket, me dice: esta vez no se vaya antes de que termine la película porque el final vale la pena, y yo levito. Pasan los títulos, me sorprende un segundo final y levito. Se pone la pantalla negra. Primero silencio, luego una suave canción danesa, luego un tercer final, y levito. Converso con el acomodador y levito.

2. Sea en la más densa oscuridad o iluminada por la majestuosa luna, levito cuando los amantes descansan con la pena en su almohada.

3. Levito sin salario, ni por ambición ni por pan.

4. Esta pájara manía de levitar después de cumplir con todas las exigencias terrenas, me domina, no lo niego, probablemente por un comportamiento típico de los días y de las noches.

5. Ahora bien, las consecuencias son cada vez más comprometedoras. Y no hablo de la máscara del infinito que se cae o de un estallido en la cabeza del mundo. Hablo de la ternura erótica y del sermón caliente. Hablo de todo lo que levita seguido.

6. No quiero detenerme en ínfimas anécdotas de la infancia pero es necesario confesar que levito desde la más temprana edad sin saber hacerlo. Lo hago intuitivamente, como una hablante analfabeta en lengua materna y erudita en dialectos ajenos.

7. Hay quienes sostienen que la levitación sólo es posible con imanes, nitrógeno y un tropel de científicos. Una de tantas supersticiones. Yo levito porque no quiero vivir enraizada si no soy árbol.

8. A esta altura de mi vida, me planteo la predilección por levitar tan espontáneamente. Reflexiono acerca de la posibilidad de seguir un método, de ajustarme a cierto protocolo, de mantenerme en un nivel de levitación estándar pero no logro convencerme. Los cercos me confunden. Lo de siempre.

9. Lo que sucede es que yo no me considero de ninguna clase: ni de las levitantes ortodoxas ni de las levitantes liberales. No soy de las que sólo levitan después de medianoche, ni tampoco de las que levitan promiscuamente para hacer alarde. Soy, más bien, una levitante anarquista. Una que levita por todo gesto y palabra que eleve el cuerpo físico y el cuerpo amoroso.

10. Cuando imaginé que levitaba, sentí que podía hacerlo y lo hice. Si hubiera advertido que esta maña me modificaría silenciosa e inadvertidamente, habría dejado de hacerlo, sin dudas, atemorizada por su aparente anormalidad.

11. Basta levitar dos o tres veces para saber que nada justifica la caída de la noche si no es para que los amantes descansen con la pena en la almohada.

12. Mi gusto por levitar despacio y bien tiene que ver con un desbrozar la selva de los vuelos que me pueblan.

13. Entre levitantes todo se hace, todo se mueve, todo son intentos imprevistos. Así como la muerte les enseña a vivir a los muertos, los levitantes les enseñan a ser pájaros a los pájaros.

14. La levitación es un milagro para algunos, un truco para otros, pero nadie diría que es algo antinatural, incluso en este escenario predispuesto a la forma realista. Por lo demás, está claro que no es un truco. La experiencia es real aunque sea una ruptura, un cambio imprevisto en las prácticas humanas. Tampoco es un milagro arbitrario. Atañe a los que se niegan a las cosas falsas, tranquilizadoras y fáciles.

15. Contra lo que pasa, a favor de los amantes que descansan con la pena sobre la almohada, se impone suspendidamente la levitación en los umbrales, en las esquinas, en las azoteas; en los viejos, en las falibles, en los poetas; en macedonios, nicanores y alejandras; en eclosiones, en sábanas, en orillas. Levitaciones que hacen retroceder a los verdugos y las verdugas. Levitaciones de ópalo y magnolia. Multiplicadas levitaciones en espejo.

por Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com 
Originalmente en Página12 (Rosario) 

Sábado, 3 de diciembre de 2011
Link a la nota: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-31521-2011-12-03.html 

Autorizado por la autora

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