Si desea apoyar la labor cultutal de Letras- Uruguay, puede hacerlo por PayPal, gracias!! |
Conversaciones fuera de la catedral
de Miriam Cairo |
|
Este mundo no tiene remedio. - A no ser que lo demos vuelta. O que introduzcamos otros personajes. -Eso sería interesante... -Podríamos empezar por el barrio. -Precisemos. -Este barrio. Tu barrio. Mi barrio. -No, no, precisemos si vos vas a ser Dios o yo voy a ser vos. -Los dos seremos vos y seremos yo, Dios y Dios. -Pero una vez que terminemos de rehacer el barrio, ¿a quién van a venerar los vecinos? -A los dos. -Esta gente no está acostumbrada. Le metieron en la cabeza eso del monoteísmo, los sacrilegios y la mar en coche. -Precisamente por eso merecen una reconfiguración. Vos y yo también vamos a transformarnos. -Seremos Dios y Dios, sin reclamos de veneración. -Entonces no seremos dioses. -El nuevo mundo merece nuevos Dioses. -Uno olvida su existencia celestial al llenarse del furor de las reformulaciones y hasta, llegada la ocasión, puede llenarse de sentimientos más hermosos. -Y de vértigo, por la sensación de ser un Dios puesto a prueba. -Lo sé. -Son soles o son lunas. -Nadie iguala a esos Dioses. Nosotros somos Dioses de barrio. No mandamos sobre el sol y la luna. -Bueno, vayamos a lo concreto, qué hacemos con el perro blanco. -Lo ponemos a vivir con el perro negro. -¿No te parece demasiado fácil para dos Dioses? -Este es el pensamiento de un Dios presuntuoso. Un Dios del sol o de la luna. -Estoy temblando. -¿De frío? -De emoción. Nunca pensé que un barrio podía tener un Dios. Menos dos Dioses que no sean presuntuosos. -Hay dos maneras de ser Dioses. Una, que genera pasión triste y demanda de su rebaño la oblación. Otra más ínfima y de rasgos tenues. Un contrarritmo divino. Una síncopa en la eterna faena celeste. -Por ahí vamos nosotros. -Bueno, entonces, ya sabemos qué hacer con el perro blanco. Ahora tenemos que pensar qué hacemos con el perro negro. -Lo ponemos a vivir con el perro gris. -No existe otro método. -Sí existe, pero nosotros estamos en otra corriente. -¿El perro gris no va a violar las leyes de la hospitalidad? -En el antiguo barrio, con el antiguo Dios siempre en puja lo habría hecho, pero ahora que todo lo creamos vos y yo, nada que ver... -Hay algo que me fascinaría... -¿Qué? No te reprimas... -Me encantaría tener un Dios, pero no construido a mi imagen y semejanza, sino a la tuya. -Pienso que estás en todo tu derecho. -Bueno, pero lo resolveré después de hacer todo lo que hace falta en el barrio. Tengo puesto el overol de Dios. Dejaré ese tema para después. -Me parece correcto. Yo me ocuparé de que tu Dios tenga también un Dios, para que no pierda la fe. -Bueno, resuelto el tema de los perros tendremos que pensar qué hacemos con los sueños de la almacenera. -Yo diría que los ponemos a dormir con los sueños de la prestamista. -Demasiado fácil. No quiero que seamos los Dioses presuntuosos, pero tampoco vamos a caer en el lugar común de la moraleja escrupulosa. -Entonces con los sueños de la secretaria del doctor. -Dale. ¿Pero no tiene novia, ya, la secretaria del doctor? -Tiene novia, lo que no tiene es fantasía con la almacenera. -Perfecto. -Qué lindo se está poniendo esto. -Y con los crisantemos, ¿qué hacemos con los crisantemos? -Compramos el remedio para las babosas. -Ya. Eso no es caer en lugar común, ¿no? -No. Eso es estar del lado del Dios de los crisantemos. -Medio corporativo. -Medio. Pero no somos perfectos. |
por Miriam Cairo
cairo367@hotmail.com
Originalmente en Página12 (Rosario)
Sábado, 25 de julio de 2015
Link a la nota: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/rosario/14-50293-2015-07-25.html
Autorizado por la autora
Ir a índice de poesía |
Ir a índice de Cairo, Miriam |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del índice de autores |