Del libro "Evocando viñetas", de Germán Cáceres
 

Lucho Olivera
(Corrientes, 1943-Buenos Aires, 2005)
Germán Cáceres
germanc4@yahoo.com.ar 

 
 

“Siempre me imagino la obra de Lucho como de ciencia ficción bíblica…”
Robin Wood

 

Alguien dirá con razón que Lucho no está para nada olvidado, y ello es muy cierto,  pero tal vez sea oportuno insistir sobre su condición de maestro de la historieta.

Empecemos por una faceta suya tal vez poco conocida, que era su capacidad para teorizar sobre este género. Así, en un reportaje me dio una definición sutil y personal: “Para mí es el arte de la rotulación y de la obviedad. Este pensamiento me surgió cuando vi la foto de la cabina de un caza norteamericano, dentro de la cual había un cartel que decía cabina: es obvio que el piloto que entra a ella no ignora que se trata de una cabina. (…) Chester Gould, por ejemplo, dibujaba un villano y aparecía una flecha que decía villano. En esta rotulación total de la realidad, en este colmo de la obviedad radica la fuerza expresiva de la historieta (…) es cine congelado y portátil, porque la revista o diario que la publica puede llevarse en el bolsillo.” Y respecto a las influencias que recibió remarca que “Norman Rockwell, Andrew Loomis y Howard Pyle son los tres pilares de la academia de dibujo norteamericana. Uno mira un cuadro de Norman Rockwell y queda extasiado. Hizo durante muchos años las tapas del The Saturday Evening Post. Debe destacarse asimismo a los eximios plumistas Charles Dana Gibson y James Montgomery Flagg.”

Ahora intentemos resumir algo de su inabarcable producción. Ricardo Luis Olivera se especializó en ciencia ficción y en fantasía heroica. Fue ilustrador en las revistas Vea y Lea, Leoplán, Maribel y Damas y Damitas. Sus colaboraciones abarcaron cuentos de Jorge Luis Borges y Manuel Mujica Láinez. En 1963 realizó varias tapas para Hora Cero y Frontera, que editaba H. G. Oesterheld. Como historietista debutó con la Legión extranjera (1964, guión de Cruz) en Misterix, cuyo director de arte era nada menos que Hugo Pratt.  Entre sus principales trabajos figuran Nippur de Lagash (1967), escrita por Robin Wood, y Gilgamesh (1970), personaje de su creación. Con guión de Alfredo J. Grassi dibujó Ronar (1977), Yo, ciborg (1978), Galaxia Cero (1978) y Planeta Rojo (1979), y con textos de Ricardo Barreiro, Las amazonas de Clitomarkan (1984).

Graficó Limite exterior (1993) y Pantanal, con guiones de Eduardo Mazzitelli y Emilio Balcarce, respectivamente. Entre las innumerables historietas que preparó para Italia figura la miniserie de cuatro episodios Goeth, el sobreviviente, con textos de Walter Slavich. También Martan —de ciencia ficción sobre una invasión extraterrestre— y Sun Son, el hijo del sol, ambas escritas por Roger King.

Trabajó en la década del setenta para el célebre King Features Syndicate reemplazando a José Luis Salinas en Dick, el artillero, de fútbol y aventuras con guión de Grassi, que se publicaba en el Diario de las Américas de Miami.

A finales de la década del ´90 dibujó con guión propio y para un periódico rionegrino, Pepe Moreno, sobre un paleontólogo que defiende el patrimonio arqueológico nacional.

La dupla Wood-Olivera estuvo a cargo de Gilgamesh, un sumerio que obtiene la inmortalidad por intermedio de un extraterrestre. “La acción comienza en el 3000 a.C., atraviesa toda la historia humana, llega a nuestra época y sobrevive a la hecatombe nuclear.  Es ciencia ficción ciento por ciento y también participa del mito de Gilgamesh, epopeya escrita hace más de cuatro mil años. Es un personaje que creé en 1970, y Robin lo desarrolló literariamente. Gilgamesh salva del holocausto a una docena de seres humanos y parte hacia las estrellas para poblar otros mundos: comienza así la etapa galáctica.” Tanto la gráfica como la escritura experimentan una imbricación de fantasía científica y civilizaciones pasadas que resulta convincente. Su grafismo, sumamente elaborado y de formas imponentes, revela la impronta de 2001: Odisea del espacio (1968), de Stanley Kubrick. La serie fue continuada por Ricardo Villagrán,  Gómez Sierra, Jorge Zaffino y Sergio Mulko.

Cuando encara Yo, ciborg en el Nº 42 de mayo de 1978 de Skorpio, ya Lucho estaba en pleno dominio de su oficio y diseñó viñetas espectaculares, con un estilo exuberante que tendía a la monumentalidad arquitectónica. Con textos de Alfredo J. Grassi, trata acerca de Hoc, un individuo que mantiene su cuerpo hibernando mientras su cerebro se aloja en un espécimen cibernético.

Lucho fue siempre un entusiasta incondicional de la ciencia ficción, ya que según confesó “Es una cuestión generacional. Me he criado en la era espacial, de la electrónica, de las computadoras”. Era un lector apasionado de Robert Silverberg, Ray Bradbury, Forest Ackerman, Harlan Ellison y Theodore Sturgeon.

No hay duda que la mayor repercusión que lograron Lucho y el guionista Robin Wood se cifra en Nippur de Lagash,  cuyo capítulo inicial, “Historia para Lagash”, aparece en noviembre de 1967 en la revista D´Artagnan Nº 151. En 1972, la Editorial Columba le dedica al personaje un mensuario que dura veintisiete números, hasta 1974, y a partir de 1979 empieza a integrar la revista de antologías Nippur Magnum. Sus aventuras concluyen hacia el final de la década del noventa, en el Nº 281 de Skorpio, completando unos 450 episodios. En la década del ´70 Lucho realiza algunos capítulos de la saga, la que es continuada por los dibujantes Ricardo Villagrán, Jorge Zaffino, Carlos Leopardi, Gómez Sierra (seudónimo de Enrique Villagrán), Sergio Mulko, Walter Taborda y Sergio Ibáñez.     

Wood se vale de textos extensos, narrados en la primera persona de Nippur, un exiliado sumerio que vaga por el mundo antiguo haciendo justicia y al que se lo apoda el Errante (hacia el final del primer episodio expresa: “No tengo rey, ni ciudad, ni techo, ni fuego. Soy nadie de ningún lugar. Me iré a recorrer el país de los grandes ríos y quizá las tierras del papiro, hasta sanarme el dolor. Después volveré”). El guionista nacido en Paraguay en 1944 adopta un tono literario un tanto solemne e impostado y recurre con frecuencia a imágenes y metáforas. Pero su inventiva ilimitada se transforma en una usina de tramas y aventuras fascinantes que ahondan en la psicología de los personajes (en “El hombre que vino de Akad”, la Sibila sostiene: “La felicidad tiene nombre de mujer y en las tablas de vuestro destino no veo el pie de las mujeres. Sólo las ruedas de los carros de guerra y las sandalias de los guerreros”). Con el correr de las páginas y de las viñetas Nippur se torna más reflexivo y moderado (“Y la otra es dejar que el mundo se mueva y ponernos a su par y no en su camino. El toro es un animal fuerte, amigo, pero el zorro vive más años.”)

La civilización sumeria está considerada la más antigua de la humanidad y se desarrolló en el Oriente Medio, en la Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates. Se desconoce la procedencia precisa de estos pueblos cuyo origen se remonta al año 6700 a.C.,  pero se estima que esa cultura comenzó en el período de Uruk (4000-3200 a.C.), ya que en él tuvieron lugar descubrimientos fundamentales como la rueda (hacia el 3500 a.C.) y la escritura cuneiforme en tablillas de arcilla (alrededor del 3300 a.C.) En “Historia de la vieja rebelión”, un sumerólogo estudia el relato que dejó escrito Nippur en unas tablillas.

Lucho siempre demostró poseer una técnica portentosa y un gran poder de síntesis. Sus magníficas representaciones del cuerpo humano revelan que era un profundo estudioso de la anatomía artística. Las contorsiones acrobáticas de los personajes masculinos son una maravilla: indudablemente fue un ávido frecuentador de El dibujo de figura en todo su valor, de Andrew Loomis. Su virtuoso realismo abrevaba en la citada academia norteamericana como en lo mejor de las historietas de Alex Raymond y de Harold Foster. Ese espíritu investigador se evidencia del mismo modo en la cuidada ambientación de Nippur de Lagash respecto a vestuario, escudos, espadas, palacios, fortalezas, puñales, mazas y hachas. Fanático del detalle y de la perfección, para potenciar la belleza de sus viñetas nocturnas incluye en ellas siluetas negras bidimensionales.

Su trazo a pluma era ágil y seguro, como asimismo la aplicación de las manchas de pincel. Su sombreado exquisito y audaz se lucía en los rostros de los personajes otorgándoles carnadura.

Mención aparte merece su empleo de texturas que se nutrió en el arte experimental de Mort Cinder, de Alberto Breccia. El notable historietista Quique Alcatena emprendió una lúcida descripción de sus procedimientos: “Lucho me contaría que, tijeras en mano, solía recortar los pequeños grabados que figuran en los diccionarios para luego pegarlos directamente sobre los originales como inusuales elementos decorativos (…) a alguien acostumbrado al clásico pasado a tinta de los cómics americanos de los ´60, impresionaba el uso de un tratamiento más ´sucio´: extraños tramados logrados a base de frotados, salpicado, el reemplazo de la pluma y el pincel por herramientas menos convencionales como trapos, hojitas de afeitar, esponja, etc.”

Las escenas de combate y de acción física son deslumbrantes: Lucho cambia con insistencia de planos para imprimir mayor ritmo y movimiento a la escena, y utiliza picados y contrapicados con figuras en escorzo que acentúan el dinamismo y el aliento épico de la narración.

El mismo Lucho describió con suma sagacidad el sentido de la serie: “Nippur empieza como fantasía heroica, pero Robin Wood, en forma genial, la va llevando —y me permito una licencia pintoresca— a una especie de Martín Fierro poético de la Mesopotamia antigua. (…) Nippur es un guerrero maduro que recorre caminos en la Mesopotamia, mientras Martín Fierro transita por la pampa argentina. (…) La sabiduría semibíblica y bárbara que Nippur va acumulando también la posee Martín Fierro”.   

Germán Cáceres

Bibliografía

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Albertoni, Carlos W., Santas historietas, Catálogos, Buenos Aires, 2004.

Avilez, Ariel, “Encuentro con Lucho Olivera (Reportaje inédito)”, en http://blancasmurallas.com.ar.

Caparrós, Martín; Accorsi, Diego, y Varela, Lucas, “Prólogo” en Nippur de Lagash, Biblioteca Clarín de la Historieta, Buenos Aires, 2004.

Cáceres, Germán, Así se lee la historieta, Beas Ediciones, Buenos Aires, 1994.

Cáceres, Germán, Charlando con Superman, Editorial Fraterna, Buenos Aires, 1988.

Cáceres, Germán, El dibujo de aventuras, Editorial Almagesto, Buenos Aires, 1996.

Gociol, Judith, y Rosemberg, Diego, La historieta argentina/Una historia, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 2000.

http://axxon.com.ar: “Falleció el dibujante argentino Lucho Olivera”.

http://es.wikipedia.org: “Lucho Olivera”.

http://es.wikipedia.org: “Sumeria”.

Rivera, Jorge, Panorama de la historieta en la Argentina, Libros del Quirquincho, Buenos Aires, 1992.

Steimberg, Oscar, “La historieta argentina desde 1969”, en Historia de los cómics, dirigida por Javier Coma, Toutain Editor, Barcelona, 1982-1983.

 

Germán Cáceres
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