La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin (Editorial Planeta, Buenos Aires, 2018, 304 páginas) - reseña de Germán Cáceres germanc4@yahoo.com.ar

 

Este libro es la reedición realizada bajo el sello Minotauro del texto escrito en 1969 y traducido ese mismo año por Francisco Abelenda.

Ursula K. Le Guin (Bekerley, California, 1929/Portland, Oregón, 2018) escribió poesías, obras infantiles, ensayos y, especialmente, narraciones de ciencia ficción y fantasía. Recibió los premios Hugo y Nebula, los principales del género, y el título de Gran Maestra por la Asociación de escritores de los Estados Unidos. 

Un enviado terrestre (Genly Ai) llega al país Karhide perteneciente al planeta Gueden (también llamado Invierno porque es muy frío y nieva constantemente) para tratar de que se adhiera a la liga de planetas Ecumen, que, según el protagonista, es “una institución coordinadora, una aduana de bienes y conocimientos, pues de otro modo las comunicaciones entre los hombres serían azarosas, y el comercio muy peligroso”.

En el futuro que propone Le Guin hay viajes en naves espaciales que provocan saltos temporales, se practica la telepatía, la duda deja de ser metódica para convertirse en verdad y, además, no se intenta hallar respuestas a las preguntas. Como se observa en muchas películas de ciencia ficción, entonces primarán las monarquías y las burocracias y, por supuesto, las dictaduras (“Pues sólo el miedo gobierna a los hombres.”).

Pero el aspecto revolucionario de esta novela reside en que los habitantes de Gueden son hermafroditas, y permanecen asexuados hasta la época de celo. Allí su particular metabolismo inclina a cada individuo hacia uno u otro sexo. Puede llevarlo a ser mujer y entonces procreará como madre. Pero luego viene otro ciclo de abstinencia hasta que se produce un nuevo período de celo. Entonces la tendencia hacia lo femenino puede repetirse o, en cambio, encaminarse hacia lo masculino y se convertirá en padre. En cierto sentido, ya planteaba en 1969 la teoría queer, tan mencionada en nuestros días.

La prosa de la autora es precisa, de extrema soltura y con descripciones creativas sobre el extraño paisaje del planeta Gueden y las peculiares vestimentas de sus habitantes. Impecable la traducción de Francisco Abelenda.

La historia abunda en reflexiones curiosas como “No hay oscuridad ni muerte, pues todas las cosas son, a la luz del momento, y el fin y el comienzo son uno.” /“Mientras uno vive unas pocas horas a bordo de una de esas naves inimaginables que viajan entre los planetas, todos los que han quedado atrás, en casa, envejecen y mueren…”

Andrés Berdasco Blanco, el 30/5/1999, en www.ciencia-ficcion.com, declaró: “La luz es la mano izquierda de la oscuridad, pero la oscuridad es la mano derecha de la luz. El uno sin el otro no tiene sentido”. Y concluye afirmando que la novela es un gran clásico de la ciencia ficción.

Si bien se coincide con esa opinión, hay que advertir que su lectura es ardua por la abundancia de datos y la utilización de un vocabulario muy particular.

Cienciaficcionados - La mano izquierda de la oscuridad

Primera entrega de la IV Edición de Cienciaficcionados

Germán Cáceres
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