El cielo es azul, la tierra blanca - Una historia de amor, de Hiromi Kawakami (Alfagura, Buenos Aires, 2018, 216 páginas) - reseña de Germán Cáceres germanc4@yahoo.com.ar

 

El estilo de Kawakami es llano pero cálido y grato de leer. Así, plasma imágenes bellas con suma sencillez: “Los recién llegados se multiplicaban como brotes de una planta que florece en primavera”. Ciro García en El Norte de Castilla opinó: “La prosa de Kawakami bien puede definirse como cristalina: está construida con la precisión hermosa y reticular, perfectamente conectada, de un cristal.” La traducción de Marina Bornas Montaña es excelente.

 

Al principio la historia es mínima: refiere el encuentro casual de un profesor de japonés con su ex alumna Tsukiko. Hay sabiduría de vida en el profesor –al que ella llama Maestro–, además de profundos y vastos conocimientos generales, como lo revelan sus dichos: “Del mismo modo que una pequeña ola puede desencadenar un tsunami en la otra punta del océano, una tontería puede provocar una discusión en el  momento más inesperado. Forma parte del matrimonio.” Y a continuación cuenta brevemente y con soltura el episodio de su fracaso conyugal.

 

La narradora es la citada Tsukiko, una mujer soltera de 38 años, poco cultivada  y que padece una incomunicación lacerante. A su vez, el maestro –un viudo mucho mayor que ella– es otro gran solitario.

 

La autora, con pulso firme, va narrando el paulatino acercamiento entre ambos, cuyos perfiles psicológicos están sutilmente expuestos.

 

A lo largo de la novela se asiste a una detallada y minuciosa descripción de la gastronomía japonesa a través de las comidas que a menudo comparten los dos personajes.

 

No se menciona la ciudad en la cual se desarrolla la acción ni la isla que visitan durante una excursión.

 

El cielo es azul, la tierra blanca es una hermosa y poética historia de amor – nada convencional– entre dos almas tristes. Tsukiko recuerda las sabias palabras de su difunta tía abuela: “Cuando tienes un gran amor, debes cuidarlo como si fuera una planta. Debes abonarlo y protegerlo de la nieve. Es muy importante tratarlo con esmero. Si el amor es pequeño, deja que se marchite hasta que muera.”

 

Hiromi Kawakami (Tokio, 1958) recibió el Premio Pascal por Kamisama, su primer libro de relatos. En 1996 obtuvo el premio Akutagawa por Hebi o Fumu, y en 2000 el Premio Ito Sei y el Woman Writer´s por Abandonarse a  la pasión. El título que se comenta ganó el Premio Tanizaki y el Man Asian Literary Prize. Otras obras suyas son: Algo que brilla como el mar, El señor Nakano y las mujeres, Manazuru, Vidas frágiles, noches oscuras y Los amores de Nishino.

 

Germán Cáceres
germanc4@yahoo.com.ar

 

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