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Crímenes de película, de Jake Arnott (Editorial Sudamericana, Serie Roja & Negra, Buenos Aires, 2011, 360 páginas)
por Germán Cáceres

El primer capítulo comenta que Tony Meehan desde hace diez años no mata a nadie y se ha convertido en un “escritor fantasma” que se oculta tras las memorias de célebres gángsteres. El editor es contundente con sus indicaciones: “El público quiere monstruos adorables”.

En la novela se informa acerca de temas relacionados con la criminología, variantes de la patología asesina y la victimología. Tanto los tres protagonistas (Tony Meehan, JulieMcClusky y Gaz), que van relatando la historia alternativamente y en primera persona, como los personajes secundarios, están vinculados al hampa. Además, se hace referencia a las bandas de pandilleros, a las de skinheads y a las de motoqueros. Jake Arnott (Londres, 1961) conoce el funcionamiento del negocio de la droga en el ámbito de los boliches nocturnos, con sus célebres raves, el éxtasis y el acid house. “La música se volvió más rápida y oscura. Las drogas se volvieron más duras. El acceso a las pistolas resultaba más fácil...”. Además, la mayoría de los asesinos que intervienen son homosexuales: “Pero luego comprendí que guardaba relación con la `crisis de la masculinidad´ y la `feminización de la cultura`...”

En paralelo se desarrolla otro tema: hubo un robo de lingotes de oro y una parte del mismo desapareció, y los ladrones aspiran a encontrarlo. Y Arnott utiliza el hipertexto y cita pasajes de La isla del tesoro, de Stevenson. Recurre al mismo procedimiento con Julie, que es actriz y desea vengar el asesinato de su padre: momentáneamente supera su trauma interpretando al personaje de Constanza, de La buena mujer de Sezuán, de Bertold Brecht. 

Crímenes de película –en alusión al filme de gángsteres que está realizando el novio de Julie- es una típica crook story, es decir no narra desde el punto de vista del detective, sino desde la óptica de los delincuentes. Es la tercera y última novela de la “Trilogía de Harrry Starks”; las otras dos son Delitos a largo plazo (2009) y Canciones de sangre (2010).

Según este libro, en el turbio Londres de fin del siglo pasado se admiraba a los gángsteres, sobre todo a los triunfadores, es decir a aquellos que habían logrado acumular una fortuna y, a la vez, superar sus problemas con la justicia. Se enumera con veneración el atuendo que exhibían para estar a la moda: marcas de remeras, de botas, de vaqueros, de anteojos.

La prosa de Arnott es sencilla, de párrafos cortos y diálogos violentos, que funciona a la perfección debido al aporte de la impecable traducción de Ignacio Gómez Calvo. Pero donde más sobresale el autor es enhebrando historias que confluyen y se entrecruzan. Asimismo, se luce desarrollando el monólogo interior de los tres protagonistas, quienes padecen una inmensa y demoledora soledad.

Un pensamiento del gángster Gas resume lo que considera el zeisgeist de la última parte del siglo XX y los comienzos del XXI: ”Y consigues respeto. Solo por ser famoso. Hoy en día no parece importar mucho por qué eres famoso. Es solo cuestión de celebridad, y todo el mundo la quiere”.

 

Germán Cáceres

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