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Carta breve para un largo adiós, de Peter Handke (Edhasa, Buenos Aires, 2015, 192 páginas) - por Germán Cáceres

 

La novela, escrita en 1972, está narrada en la primera persona del protagonista, un conflictivo personaje  que percibe distorsionadamente la realidad, como si estuviera soñando. En varias oportunidades sus extraños pensamientos derivan en alucinaciones que bordean la locura. En definitiva quiere huir de sí mismo para convertirse en otro: “Y a esta sensación no la interpreto ahora como ansia por desaparecer de la faz terrestre, sino como dicha por un futuro en el que yo no sería ya el que era en ese momento.”

Lo ha afectado su traumático divorcio de Judith, con quien había formado un matrimonio tan conflictivo y lleno de odio que hasta se pegaban y masturbaban. Él consideraba que eran dos monstruos infames (“Ya antes nos habíamos amenazado mutuamente algunas veces con matarnos, no porque quisiéramos vernos muertos, sino porque queríamos suprimirnos y aniquilarnos.”)

Su visión de la vida es negativa; en un momento llega a comentar: “Me gustaba andar por los cementerios y en cada ocasión contaba las tumbas de los suicidas junto a los muros.” O “Ni bien me involucro en algo, ya me lo estoy formulando y me salgo de él, no lo experimento hasta el final, sino que dejo que me pase por un costado.”

El protagonista inicia un viaje por Estados Unidos que tiene mucho de autobiográfico ya que el mismo autor recorrió el norte de ese país y también lo evocó en su novela Lento regreso. En el periplo norteamericano lo acompaña con su automóvil una antigua relación, Claire, que lleva a su pequeña hija. Las descripciones de rutas y paisajes desolados son admirables. Lo mismo ocurre cuando se ocupa de objetos o de personajes secundarios.

La soledad se ha encarnado para siempre tanto en él como en Claire. Las percepciones de ambos son dudosas, pues están colmadas de interrogantes y cuestionamientos. A tramos parece que viajaran hacia el absurdo. Además, Judith lo está siguiendo.

La prosa –que bordea el monólogo interior – es magnífica, de antología: los encadenamientos de palabras deslumbran por su perfección y fluidez. Notable la traducción del alemán por parte de Ariel Magnus.

Al final del libro mantiene una entrevista con John Ford, el famoso realizador cinematográfico. Handke frecuentó el cine como guionista de las películas  El temor del portero al tiro del penalty (aquí se puede traducir más apropiadamente como El temor del arquero frente al tiro del penal, basada en su novela homónima), Falso movimiento y Las alas del deseo. Dirigió dos filmes, La mujer zurda (también sobre una novela suya) y La ausencia.

Peter Handke (Griffen, Carintia, Austria, 1942) es también traductor, dramaturgo, poeta y ensayista. Entre sus obras figuran Insultos al público, Gaspar y El pupilo que quiere ser tutor (teatro); Los avispones, Desgracia impeorable y La tarde de un escritor (novelas); Soy un habitante de la torre de marfil y Cuando desear todavía era  útil (ensayos). Recibió los Premios Ibsen, Heinrich Heine, Georg Büchner y Franz Kafka.

Germán Cáceres
germanc4@yahoo.com.ar

 

 

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