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Teatro Ensayo sobre la peste, de Alejandro Tantanian

 

La vida en ciclos

La puesta de Ensayo sobre la peste, de Alejandro Tantanian, suma ideas en torno a la pregunta “cómo vivir para ser” en un mundo agitado, a través de la descripción del efecto “barrenador” que genera una temida mosca. Dirige Juan Carlos Fontana y actúa Cruz Zaikoski en Teatro Del Abasto.

por Hilda Cabrera

 

Quien regresa a la tierra que alguna vez fue la suya, es apenas un punto en el universo.  Un “cósmico” y lastimado viajero que en Ensayo sobre la peste divisa a su diezmada ciudad natal. Pero el relato de su “presencia” y de la catástrofe no le pertenece.  Es obra de un atildado presentador que, en escena, asume roles: “convoca” a ese ser sin tiempo, describe un paisaje aterrador y sabe ser un siniestro acopiador de objetos arrebatados a sus dueños. La puesta, aquí diseñada para un único actor, despliega un inusual imaginario en torno al dominio y la metamorfosis.

La  obra, escrita en 1997 por Alejandro Tantanian a partir de un encargo del Théâtre de la Folie Pensé, fue estrenada en 1998 en Nimes (sur de Francia), en el marco del Festival Naissances/Nouveaux Mondes (Nacimientos/Nuevos Mundos), dirigida por el actor y director marsellés  Robert Cantarella.  Finalmente es ahora estreno en el Teatro Del Abasto (Humahuaca 3549 CABA) con dirección y puesta  original de Juan Carlos Fontana, periodista de espectáculos con estudios en la EMAD (puesta en escena) y en la Universidad Caece (postgrado de Danza Movimiento Terapia).  

Creador en 2001 de La Compañía de Teatro  Sudor Argentino, ha dirigido El hombre de la flor en la boca, la bella obra de Luigi Pirandello, donde la muerte cercana permite a quien la teme recobrar con vigor momentos de su vida; Medea y Salomé; Lamento equino; Slaughter (Masacre), de Sergio Blanco;   Lamento equino 2;  Muñequita o juremos con gloria morir, de Tantanian; Borges y El retrato del pibe, de José González Castillo. El actor de Ensayo… es Cruz Zaikoski, quien cursó abogacía y optó por el teatro, protagonizando cinco de las obras antes mencionadas, dirigidas por Fontana. Participó en El vértigo,  de Armando Discépolo; Agáchate y tápate la cabeza;  Fábula del secreto bien guardado,  de Alejandro Casona; La princesa encantada y el reino del dragón (infantil) y en los musicales El Fantasma de la Ópera  y Annie.                                      

Presentada a modo de un monólogo de contenido perturbador,  Ensayo… cruza ironías y juega con ideas tan arraigadas como la existencia de un creador universal, dicho esto “en sentido laico”, como aclara Zaikoski en esta entrevista: “Para mí –dice- la obra es un manifiesto de fe, porque cuando vemos que todo ha acabado y no hay salida, un ciclo de vida se cierra en esa no salida, y otra vida nace”.    

Ciclo que aquí va de un hombre agonizante a una mosca atraída por el cuerpo en descomposición…

Una mosca  -que es como decir una matriz-  de la que no conocemos su paradero ni el de su prolífica descendencia. Sin embargo, podemos pensar que va por el mundo llevando a todos y a cada uno de los habitantes del orbe la definitiva certeza acerca de la existencia de un creador.  Esa mosca/madre que deposita sus huevos en un ser que está muriendo es una prueba de la generación de otro ciclo vital. Este es un hecho de la naturaleza, así como la idea de la vida cíclica es recurrente y universal.  

¿Cíclico es también el regreso a la tierra de origen?

Cada cultura puede florear como prefiera la idea sobre los ciclos. En una escena de la obra se muestran fotos de personas de diferente origen,  y se dice “mis hijos, moléculas de mi cuerpo…”

Y por ahí nosotros tenemos moléculas de otras especies.

El cuerpo es tan vulnerable a las emociones como a la necrosis, y aunque se admita que un cadáver sea “fermento” de este presente, subsiste la duda de que haya un renacer tras la destrucción.  

Pensemos en la situación que se da  cuando de la podredumbre se rescata algo bueno. El compost  y las lombrices, por ejemplo, cumplen ese ciclo vital al mejorar la tierra. Si en algo nos especializamos los humanos es en negar y evitar las experiencias desagradables. Sin embargo están los que “prestan” su cuerpo a todas las experiencias, aunque sean traumáticas y dolorosas, porque de esas experiencias al final surge la luz. Pasé por la experiencia de perder a mi madre hace menos de un año. Le diagnosticaron cáncer de cerebro. En seis meses era otra mujer. La cuidé junto con mis hermanos. Ese tiempo compartido me llevó a otro plano de la existencia. Aprendí que no hay que tenerle miedo a esas situaciones,  porque aún en las penumbras más oscuras si uno adapta los ojos a esas sombras, puede asumir el dolor y decidir cómo vivir la propia vida.

De la totalidad del espectáculo se extraen escenas desafiantes, como la transformación en mosca/madre poderosa y la lectura de la carta de un emigrado o refugiado…

Para esta última escena, seleccionamos párrafos que en parte leo en inglés y el resto en español, y donde el texto dice “proceso”, pongo voz de locutor de efemérides, porque es un tono que nos resuena…

¿A qué se debe la reiteración de la frase “Que todo el mundo sepa que nadie es dos veces lo mismo”?   

A que todos nos reciclamos. No somos los mismos de ayer, aunque sigamos siendo inconscientes y también impunes.  Si tomáramos conciencia de que lo único que tenemos es el presente, seríamos felices.    

No somos los mismos de ayer, pero no olvidamos. ¿La memoria refuerza nuestra singularidad?

La memoria es un arma de doble filo cuando los “traumas primarios” nos definen. Puedo decir que a los cinco años mi padre me pegó un cintazo en la cola y lloré mucho. Pero una cosa es que -sin olvidar el latigazo- lo desdramatice y le reste actualidad, y otra que lo traiga al presente, me suba la bronca y me ponga a llorar.  

Otra escena significativa es la del baile intimista sobre una tela ensangrentada…

Es una forma de decir que la vida está hecha de contrastes y que el teatro tiene momentos de encantamiento.                                                                

COLONIZADOS                   

                                           (Diálogo con el director Juan Carlos Fontana)

¿Qué aspecto de Ensayo sobre la peste funcionó como soporte o guía  para la puesta?

La figura del hombre, como narrador y como víctima. Como un elemento que somete y es sometido. A la vez se tomó en cuenta que el hombre, como sostén genérico de la trama, del relato, es capaz de convertirse en punto de creación y también de finitud.

También debo confesar mi propia necesidad como director de que el relato tuviera una relación con el hoy, que transmitiera al espectador un paralelo con la actualidad política y social. Entendiendo a ésta a partir de lo que muestran los noticieros, o se lee en los grandes diarios, me refiero a ciertas preocupaciones masivas sociales y políticas. De este modo aparecen temáticas como el exilio, la inmigración, la muerte, la soledad, la música –determinados temas que se incluyen-  que forman parte de la memoria colectiva. Siguiendo con la idea principal de “hombre principio de todas las cosas” se habla de él, se lo señala, como un individuo que perdió su tierra, su país, es un exiliado de sí mismo. Se encuentra en el punto cero de su travesía, principio generador de todas las cosas, o prueba de una muerte anunciada.   

 

Si se acepta que la existencia está constituida por ciclos que acaban, ¿qué papel cumple el recuerdo?

El recuerdo en la pieza funciona como ordenador de la historia de ese hombre del que se habla.  Los recuerdos se pueden construir en la imaginación, y transmitir al espectador la figura de un hombre que remite a un tiempo y lugar determinados. Y eso es mostrado a través de la música y  de las fotos de hombres y mujeres representantes de distintas culturas que lo han perdido todo, o han sido víctimas de circunstancias sociopolíticas que responden a un poder tan vigente, como omnipresente,  más allá de la figura o el nombre del presidente de un país en particular. El poder acá es descripto, insinuado, como algo omnipresente que muestra la figura de un  individuo, de un hombre vestido –como en este caso- con un traje a medida, con corbata, elegante, en apariencia de conducta irreprochable, pero no se sabe qué hay detrás de él, quién le ordena que cometa tal o cual hecho.

¿La vestimenta formal del relator de Ensayo… sirve para marcar diferencia con lo que cuenta?

Sí  y a la vez se convierte en metáfora de un doble discurso. Porque ese protagonista que se ve en escena representa un poder determinado, capaz de dictar leyes, reglas, que pueden sugerir un exterminio o decidir  sobre la vida de otros. Pero a la vez, a medida que avanza el relato, la figura de ese hombre se va desdibujando, dejando asomar otros aspectos de una misma persona. Vuelvo al principio; ese hombre es víctima y victimario de otros, de determinados acontecimientos que les son dictados o que cumple por órdenes de otros.  Pero a la vez esa imagen de un posible doble, o de otro, puede ser definido por el espectador de acuerdo a su imaginario cultural: un presidente, un ejecutivo, un empleado, o Ceo de una empresa. Alguien con poder de decisión, pero eso no quita que otros le dicten órdenes de lo que debe hacer a ese ser que vemos en escena, sin que sepamos nunca quiénes son.

¿Cuánto influye en esta propuesta sobre Nacimientos/Nuevos Mundos la condición de los migrantes y perseguidos?

Influye a partir de la figura metafórica de una mosca que invade el cerebro de un ser, hasta terminar contaminando todo su cuerpo. El texto dice en una escena, “la mosca deja crías, deja crías la mosca”, y luego se va. De  este modo la mosca juega el papel de colonizadora, de conquistadora de un territorio que una vez que lo logra, lo consigue, obliga a los de esa ciudad, o pueblo, a decidir su suerte. Unos pueden huir, emigrar, otros mueren en el intento y eso está mostrado en la obra a partir de símbolos determinados, un pequeño muro de alambre, como si fuera una frontera que separa.  En ese muro se cuelgan fotos, ropa, de alguien, o “alguienes” que alguna vez fueron y no son más.

¿Qué opina de las contradicciones que surgen del personaje relator?

Es un personaje de muchas facetas, no sólo es el relator, es también el instigador de lo que sucede, exhibe y muestra. Es un personaje símbolo, al que le caben tantos calificativos como la imaginación lo permita. Precisamente, esas contradicciones que muestra pueden leerse como una virtud que posibilita darnos cuenta que si bien muchas veces el ejecutor o el asesino tiene una cara que lo identifica, éste a su vez puede ser el vértice visible de una sociedad en rotunda descomposición, cambio o transformación.

¿Puede decirse que esas contradicciones devienen en metamorfosis? Ser mosca, por ejemplo?

Exactamente. Es un ser humano y es una mosca a la vez, ambos tienen la “virtud” de colonizar, matar o hacer crecer algo nuevo.

¿La frase “Y cuando creíamos haber llegado al final, simplemente nacemos” es sólo expresión de un deseo?

Habría que preguntarle al autor qué quiso decir con esa frase. No se lo he preguntado. Simplemente, la leí como si correspondiera a los ciclos de la vida, alguien nace y alguien muere, entendiendo  tal vez la existencia, la vida, como la búsqueda continua de un equilibrio. Como los ciclos de la naturaleza. Sólo que por la música del final - que alude a la banda sonora del film Misión imposible-, la frase puede ser interpretada de múltiples maneras. Depende del espectador. El espectador puede hacer una lectura optimista o lo contrario. Esto queda  librado a su propio albedrío. 

Ensayo sobre la peste,  de Alejandro Tantanian

Por La Compañía Sudor Argentino

Dirección y puesta: Juan Carlos Fontana

Actuación: Cruz Zaikoski

Escenografía: Carlos Galli; coreografía: Micaela Zaikoski; ambientación sonora: Francis Dhuit; iluminación: Guillermo Merzari. Producción ejecutiva: Marta Vietri.

Domingos a las 20.30 en Teatro Del Abasto, Humahuaca 3549 CABA Tel. 4865-0014. 

                                                                        Atrapar en Francia   

Traducida al francés por Françoise Thanas, Ensayo sobre la peste no es la única obra de Alejandro Tantanian presentada en Francia. Entre las primeras, se encuentra  Un grito oscuro, un texto breve escrito por encargo del  Festival de La Mousson d’Été  sobre el tema de la confesión. Otras creaciones suyas integraron antologías y colecciones y fueron material de lecturas dramatizadas.  En opinión de Thanas, Ensayo…  “atrapa y desconcierta por la originalidad de su estructura  y la utilización de interrupciones y frases cortas que generan ritmo y musicalidad.”  El texto de la obra ha sido publicado en el número 22 de la revista Du Théâtre  (Paris, 1998).  

Hilda Cabrera
hildacabreragreco@gmail.com

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