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“Un apostolado impuesto por el destino: Pablo A. Pizzurno”
Ángel Gregorio Cabello

El recuerdo de la vigorosa personalidad del educador don Pablo A. Pizzurno se acentúa con el transcurrir del tiempo. Su obra ha dejado huellas indelebles en el campo de nuestra educación pública.

Fue uno de los altos exponentes del magisterio argentino que brillaron en su tiempo. Y decimos brillaron porque agregaron a su prédica y a su praxis el fuego sagrado del “eros pedagógico” que lo llevó a fundar escuelas y a sembrar cultura, para asentar sobre bases sólidas los postulados de nuestra nacionalidad y de nuestras instituciones. Nació el 11 de julio de 1865, en Buenos aires.  

Debido a ello nos encontramos hoy, 20 de marzo de 2010, en está señera biblioteca con el respeto y el honor de recordar los setenta años del fallecimiento de este maestro que ejerció su apostolado casi seis décadas, si que la fatiga, ni los obstáculos, ni las ingratitudes lograran abatir la enorme pujanza de su espíritu. Y ello “porque la lucha es la condición esencial de la victoria”, como decía Smiles.

Fueron sus innumerables discípulos – diseminados en toda la República y en todos los estratos sociales – los que dicen más de su hacer que los documentos de su nutrido y brillante curriculum.

Ya desde los bancos de la “Escuela Normal Mariano Acosta” se había destacado con ca-racteres propios. Todos descontaban que llegaría a ser un educador sobresaliente.

La reseña de su obra no cabe en los límites de esta modesta charla. Sólo  recordaremos que se inició, en 1882, como maestro de grado en la misma casa donde se formó y graduó. Tenía apenas 19 años cuando fue nombrado director de una escuela elemental y a los 22 se lo designó para dirigir la Superior de Catedral al Norte . Puede afirmarse que desde allí comenzó a definirse netamente su personalidad docente.  

Llegado aquí, permítasenos una digresión: con el objeto de no fatigar a los oyentes citando la importante e innumerable cantidad de cargos oficiales que ejerció don Pablo. Por ello hemos traído varios textos fotocopiados con la nómina de los mismos; de sus libros, folletos y revistas especializadas que dirigió, los que ya fueron entregados al Sr. Director de la Casa para aquellos interesados.

Basta leer esa enumeración para comprender de inmediato la vastedad y responsabilidad de las tareas que durante su actuación debió atender. Y más todavía si sumamos las innúmeras conferencias dictadas en el país y en el extranjero.

Digamos también, porque lo consideramos oportuno en estos momentos de convulsión mundial que Pizzurno aspiraba a una paz digna. Era un pacifista, pero su pacifismo no era enfermizo ni temeroso, como algunos podrían suponerlo. Sentía hondamente el nacionalismo dentro de una consciente confraternidad humana.

Sus libros – tanto para los escolares cuanto para los docentes –  están escritos con la elocuencia del poeta y la sencillez del maestro, no sólo para su cerebro sino también para su corazón.

Y es precisamente un poco más de corazón lo que nos hace falta en los tiempos inquietos, turbulentos y amargos que nos tocan vivir. Sus escritos llevan una finalidad esencial: hacen sentir y obligan a pensar.

Síntesis vigorosa y clara de sus ideas pedagógicas, democráticas y sociales, es el volumen “Medio siglo de acción cultural” que la Comisión Nacional de Homenaje al maestro Pizzurno publicó en 1934, celebrando sus bodas de oro con la docencia cumplidas en 1932, y en oportunidad de las cuales recibió un homenaje amplio y elocuente. El volumen fue reimpreso en 1938 por una ley del Congreso Nacional.

Ya en otro aspecto, no es para nada ocioso recordar que fue, además, un sincero y activo propagandista del “trabajo manual”; hizo suyos y proclamó con entusiasmo los fines de esta actividad fijados por la Escuela Normal de Naas, que dirigiera Otto Salomón  y en la cual completó los cursos respectivos allí dictados.

Ahora, señalemos de paso y con preocupación que, no obstante la prédica de muchos años  sigue en la enseñanza primaria la confusión de tendencias que él señalaba en la primera mitad del siglo pasado. A esta confusión se debe que el trabajo manual – hoy Educación Arte_ sanal y Técnica – no haya sido comprendido aún en nuestras escuelas por lo que significa, en esencia, como disciplina para la mano y para el espíritu, y no sólo en cuanto a la mejor y más completa formación del individuo sino en su influencia social, pues es sabido que el porvenir de los pueblos y de las naciones está en relación directa con la inteligencia, la disciplina y la capacidad de producción de sus hijos. Y hoy, más que nunca, es preciso tener en cuenta esa gran verdad.

Sintetizando: “para Pizzurno el objetivo pedagógico se concretaba en una trilogía: la ca_ beza, el corazón y las manos” . Debido a ello se ha afirmado con razón que en toda la obra del maestro existe una vigorosa verdad sustancial: el designio del educador puesto al servicio del bien público.

Ya en la Inspección General predicaba con el ejemplo, convencido de que éste vale más que el precepto. Velaba, además, celosamente por mantener en alto la dignidad y el prestigio del magisterio en general, dado que: “la docencia es sinónimo de decencia”, al decir de Ángel Mazzei.  

Infatigable, se hizo en su época una prolija revisión de los programas escolares , así se encaró con criterio racional y práctico la enseñanza del dibujo, la música, la economía doméstica, el trabajo manual y la educación física; asignaturas que hasta entonces habían ocupado un lugar decorativo en los planes de estudio.

Luego de haber desempeñado los más elevados cargos en la enseñanza primaria y media fue nombrado director de la Escuela Normal de Profesores“Mariano Acosta”, la que encabezó desde marzo de 1909 hasta diciembre de 1911, fecha en la que renunció por problemas de salud.

Mezcla de tiesura académica y de bonhomía que caracterizaba a la generación de la se_ gunda mitad del siglo XIX, don Pablo transformó el establecimiento de gran aldea en un instituto de gran ciudad, con más amplios horizontes y más denso contenido. Alguna vez oímos decir – a uno de sus discípulos dilectos: José Carlos Astolfi – y leemos textual que: “a Pizzurno se lo tachó de europeizante dado que poseía el sentido ecuménico de la cultura. Sin dejar de amar y respetar_ tar lo nuestro, buscó inspiraciones en el acervo multisecular de la civilización europea porque tal era la tendencia de la mayoría de los hombres de su tiempo, privados - muchos de ellos, no así Pizzurno -  de un pensamiento propio que, más tarde, se fue formando por reacción ante el de _ rrumbe del viejo mundo.

No obstante el escaso tiempo de su actuación en la Escuela Normal, dejó  allí huellas pro_ 
fundas de su paso. Así, realizó una intensa campaña para reclamar reformas fundamentales en los estudios relacionados con la formación y preparación de los maestros.

Sostenía que la escuela primaria de aquellos tiempos no desarrollaba en el niño la aptitud general para el trabajo, ni las aptitudes especiales requeridas para subvenir a sus necesidades más urgentes y comunes y de cuya satisfacción dependía la felicidad individual y colectiva.

Para asegurar esos objetivos, señalaba la urgencia de dar al futuro educador una prepa_ ración que lo hiciera apto no sólo para los fines didácticos sino sociales que él debía llevar en el desempeño de su misión.

Y las escuelas normales, según su leal entender, no respondían a tales enunciados. Sus críticas, en general no fueron comprendidas y por ello se lo atacó duramente.

El maestro, a pesar de todo, siguió firme en su ley y de ella no lograron sacarlo ni el hala_ go de una alta investidura ni la perspectiva de la pérdida de una situación.

Don Pablo dignificó siempre la función pública. Maestro, orador, publicista, propulsor de la  educación popular y propagandista de la paz, era algo así como un símbolo en su elocuente expresión de patriotismo y de confraternidad.

Por todo ello, su vida ejemplar, que se apagó hace, hoy, exactamente setenta años, po_ 
dría resumirse en esta frase: ¡Quiso ser maestro; fue maestro y murió siendo maestro!

Y ésa fue su mayor gloria.

NOTA:  el presente texto es la síntesis de una charla pronunciada en la Biblioteca del “ Centro de Estudios Históricos y Literarios  Ángel Mazzei “  

BIBLIOGRAFÍA: AA.VV. “ Medio siglo de acción  cultural ” . Ediciones del Congreso Nacional. Bs. As. 1938.

PÁGINAS CONSULTADAShttp://www.nuevaalejandría. com/secciones/maestros- americanos/argentina.php.

http://www.educ. ar/educar/

http://www.institutopizzurno. com.ar.htm

http://www.ibe.unesco.org. salomone.pdf

Angel Gregorio Cabello 
 "Centro de Estudios Históricos y Literarios Ángel Mazzei"

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