Panamericanismo y cultura: Joaquín García Monge
Ángel Gregorio Cabello

Es García Monge otro de los grandes hispanoamericanos de quien puede afirmarse, sin margen de error, que todos sus afanes   - con devoción y modestia poco comunes - se encaminan, desde un primer momento, a servir a la educación de su país, proyectándose luego a través de las publicaciones por él fundadas y difundidas en una labor de auténtico misionero de la cultura y la libertad  a todo el resto del continente.

 

Yo no tengo biografía ( dice en 1929). Aún no he hecho nada que merezca recordarse […] Si en algo he servido es con las ediciones. La “ Colección Ariel”, “EI Convivio” y “Repertorio Americano” anduvieron y andan por el mundo diciendo que en esta minúscula tierra ha sido posible crear un hogar intelectual, una fundación de fraternidad espiritual entre las gentes de habla castellana”.[1].

 

Hoy, a ciento veinte años de su nacimiento, no solo merece ser recordado por esa obra fundacional sino también por la fervorosa entrega a una cruzada del pensamiento americanista sostenida tanto por una voluntad sin des­mayos -y con renunciamientos- cuanto por una dedicación apostólica.

 

Así es. Donde actuara -en la cátedra, en la función pública, en la labor periodística o en la tarea editorial- el maestro está presente: firme en su designio de desbrozar caminos de superación, fijar rutas de renovación y perfeccionamiento, esclarecer conciencias y aunar esfuerzos.

 

Es en Desamparados, pequeña ciudad de provincia de la meseta central de Costa Rica, donde llega al mundo, el 20 de marzo de 1881. Cursa la escuela primaria y secundaria en el Liceo de San José. Es becado a Chile para realizar estudios pedagógicos. Pasa allí tres años (1901-1904) y es allí donde hace su aprendizaje educacional y donde le surge “el impulso, que todavía me dura hacia la función social de! periodista, del editor y del maestro”.

 

Egresa del Instituto Pedagógico de Santiago con el Titulo de profesor de Letras. Vuelto a su país enseña en va­rios liceos de la capital y en 1917 es nombrado director de la Escuela Normal, ubicada en Heredia.

 

Dos años más tarde se hace cargo del ministerio de Instrucción Pública y luego ocupa durante más de tres lustros la dirección de la Biblioteca Nacional donde gana los méritos de su bien conquistado renombre de “héroe civil de la unidad panhispánica”.[2]

 

Su legado - además de la importancia de su producción literaria -  radica incuestionablemente en su condición de editor y publicista: escribe en 1920 :“Creo más en ese magisterio que en el que pueda hacer­se dentro de las aulas”.[3]

 

Fiel a su concepto, que es en definitiva el de un publicista social, se entrega de lleno a la preparación y confección del “Repertorio Americano” su tribuna más orgánica, preclara y difundida. La que más perdura y sintetiza mejor sus ideas y anhelos, acordándole prestigio continental. El “Repertorio”, hijo de su espíritu y concreción de empeños entusiastas, se publica desde 1919 hasta 1959, alcanzando su colección 50 tomos, formados por 2000 números. Sobre ella escribe García Monje: “Nuestro modesto e incompleto “Repertorio”, en el que trabajamos muy solos, tiene en el de Andrés Bello una tradición muy respetable, un ejemplo y una guía a seguir”.

 

Ardua tarea es difundir durante cuarenta años (nótese que a su muerte deja de aparecer) una tribuna de ideas de tales quilates. Tirar 1300 ejemplares en las primeras décadas del siglo XX, en un pequeño país de América Central con el solo aporte de suscriptores aislados y el magro auxilio de algunas agencias (México, San Salvador, Panamá, Chile, Madrid, París), dado que el apoyo del gobierno de Costa Rica “es inconsistente”, no es poca cosa. El magisterio que García Monje hace desde su revista es consagratorio y manifiesta que, aún en medio de dificultades y sin sabores, un sostenido y generoso esfuerzo impulsado por elevados propósitos y un programa de profunda esencia humanista, de libertad y solidaridad, no fracasa si lo  alienta -como es el caso- el ideal de trabajar, sin cálculos personales y mezquinos, por un futuro mejor que redunde en beneficios para todas las repúblicas hermanas. Independencia de carácter, rectitud y probidad de conducta libre de banderías y prejuicios, indeclinable defensa de los principios democráticos y los derechos humanos le permiten a García Monje afrontar su misión sin temor, desinteresada y bravamente.

 

Así se lo expresa en carta de 1953 Rómulo Gallegos: “...Toda una vida eleva Ud. a la categoría de ejemplo en nuestra América y quienes hemos padecido el sinsabor, la amargura que a menudo nos producen las prevaricaciones de la inteligencia al servicio de la barbarie y de la iniquidad enseñoreada en varios de nuestros pueblos de alarmante manera especial en estos dramáticos tiempos de crisis de la  dignidad, al volver los ojos hacia la limpia e insobornable conducta de Ud. hombre de rectos principios inconmovibles, recuperamos el enderezamiento de la fe que nos haya vacilado”.

 

Así es el “Repertorio”. Ora registra los movimientos pedagógicos y literarios ora pública trabajos de los autores que conviene “recordar” o conocer: educadores, sociólogos, políticos, literatos... Nada que afecte la libertad de los hombres y de los pueblos, sobre todo de los nuestros, que importe restricciones al pensamiento y al imperio de las instituciones democráticas le es indiferente. Desde su enclave costarricense su voz se escucha altiva y rectora..

 

Ya los lemas de la revista son expresivos de su orientación: “Y concebí una  federación de ideas” (Hostos ). “EI suelo nativo es la única propiedad plena de hombre” (Martí). “Desgraciado el pueblo cuando el hombre armado delibera” (Bolívar). Lemas que entre otros muchos, flamean como banderas al frente de las pulcramente impresas páginas del “Repertorio”. Y que para honrarlos García Monje nunca esta ni remiso ni ausente. Resulta también importante reseñar, aun brevemente, los autores cuya obra contribuyó a hacer conocer. Desde su atalaya seguía con mirada avizora a aquellos escritores y ensayistas que convenía divulgar (y recordar). Suman decenas. De nuestro país: Sarmiento, Guido Spano, Almafuerte, J. V. González, Becher, Lugones, Mercante, Ingenieros, Korn, etc. Del resto de América: Hostos, Martí, Darío, Rodó, Sanín Cano, Zum Felde, Alfonso Reyes, etc. De España: Giner de los Ríos, Unamuno, D'Ors, los Machado, Marañon, Ortega, etc.

 

Llega al final de la jornada, a los 77 años (fallece en San José el 31 de octubre de 1958) sin abandonar la tarea. Al marcharse quedan sobre su mesa de trabajo las galeras del último número. Poco antes de morir, la Asamblea Legislativa de Costa Rica lo declara “Benemérito de la Patria” por su ejemplo vivo de amor al servicio público y reconoce en el uno de los más grandes valores de la intelectualidad de América. La Asamblea Nacional de Educadores, al designarlo presidente honorario destacaba que “con constante obra de creación y divulgación ha realizado los objetivos de un magisterio cabalmente entendido”. A su vez la Confederación General de Trabajadores señala; “el prestigio dado a la patria por su trabajo fecundo al servicio de la cultura, el no haber negado nunca su colaboración a nuestro pueblo y, especialmente, a la clase trabajadora costarricense en las grandes batallas por la democracia y la defensa de la soberanía nacional”.

 

Gobiernos hispanoamericanos -México, Perú, Ecuador, Chile, Venezuela, Nicaragua, Uruguay-, europeos ­-España, Portugal, Francia- y O.N.G. Le otorgan desde 1941 hasta 1958, títulos y condecoraciones por su inmensa ac­ción en beneficio de la cultura y la vinculación espiritual entre las naciones. 

Alertador y guía para los problemas de Latinoamérica, la acción de García Monje vale no sólo por la pasión puesta en ella sino además por el fervor comunicativo que de ella emana.

 

Quede el homenaje al insigne mensajero de ideas e ideales; al continuador de la obra y el pensamiento de quienes como Sarmiento, Hostos, Martí, Justo Sierra, González Prada, Varona, entre tantos, fueron para la América que “reza a Jesucristo y habla en español” los adalides y guiadores en la brega sostenida con bizarría y sin claudicaciones. Sobre todo en estos especiales (y reiterados) momentos que nos toca vivir. 

 

Notas

 

[1] * Las citas de García Monje, Rómulo Gallegos, Asamblea Nacional de Educadores y Confederación Gene­ral de Trabajadores han sido tomadas de  “Cuadernos Americanos” Nº 783, México. UNAM. 1953. 

[2] * Capdevila, Arturo. “Babel y el castellano”. Bs. As. Espasa Calpe.1948.

 

[3] * EI creador, en Costa Rica, de la novela realista es García Monje con, “EI Moto” y “Las hijas del campo”, am­bas de 1900. De 1902 es “Abnegación” y de 1917 sus cuentos “La mala sombra y otros sucesos”. EI Ministerio de Cultura de EI Salvador edita, en 1959, ''Tres Novelas” en la” Colección Autores Contemporáneos”.

 

[4] * Recuérdese que Andrés Bello, durante su estancia en Londres, publica el “Repertorio Americano” (1826), con el objeto de difundir la cultura hispano­americana de la época.

 

Bibliografía de referencia

 

A.A.V.V. “Historia de América”. Bs. As. CEDAL. 1973.

 

Bonilla, Abelardo. “Historia y Antología de la literatura costarricense”. San José. Editorial Morazán. 1957.

 

Henríquez Ureña, Pedro. “Plenitud de América”. Bs. As. Peña del Giúdice Editores. 1952.

 

Mead, Robert G. “Breve historia del ensayo hispanoamericano”. México. Edi­ciones De Andrea. 1956.

 

Romero, Francisso. “Sobre la filosofía en América”. Bs. As. Ed. Raigal. 1952..

 

Láscaris, Constancio. “Desarrollo sobre las ideas filosóficas en Costa Rica”. San José. Ed. Morazán. 1964.

Ángel Gregorio Cabello
Rev. "Servicio Educativo" N°35
República Argentina, diciembre de 2001

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