¿Casarse es morir un poco?

“Dále bichi, traéte la valija y quedáte para siempre” le ruega el “homo-solterius” a su amada. Y después que ella le contesta que sí,  él comienza a sufrir un insospechado pavor existencial. Un segundo antes de emitir esa inconsciente frase estaba convencidísimo,  y de pronto, ya antes de terminar de pronunciarla, cierto hemisferio del cerebro  conecta al macho con el miedo a vivir de a dos, especialmente después de años de soledad e “independencia”. Es una sensación de pánico y ahogo inexplicable, que le hace mirar su espacioso y desordenado living y verlo de pronto más lleno de muebles y adornos que galpón del Mercado de las Pulgas. Y entonces se pregunta: si hasta ayer lo que más deseaba era dejar de estar solo...¿qué me pasa ahora?.

Es ahí cuando lo peor que puede resolver es pedirle consejo a los amigos,  ya que esos piratas le repetirán, riéndose, esos conocidos aforismos machistas :

“ Hermano, tienes dos opciones: permanecer solo y sentirte desgraciado........ o casarte y desear estar muerto”.

U otra peor: “el hombre está incompleto hasta que se casa.......luego está terminado”.

Ese es el momento en el que los varones, seres que nunca maduramos (o sea, que directamente nos morimos verdes), empezamos a  percibirnos perseguidos por un horroroso sentimiento de inseguridad. De pronto parecemos descubridores de verdades que antes ni teníamos en cuenta y sentenciamos:

1)   Nunca más voy a poder tener sexo (ocasional) con otra mujer, a menos que esté dispuesto a violar un mandamiento bíblico.

2)  Toda mujer que deje un mensaje en mi contestador telefónico, así sea la promotora de un servicio de emergencias médicas, me puede traer una discusión inesperada.

3)  De aquí en adelante cuatro ojos verán más que dos......mis bolsillos, mi casilla de correo electrónico, mi agenda, mis cajones de la mesa de luz.

4)  Perpetuamente las tardes de domingo estaré a merced del “¿vamos a tomar mate a lo de mamá?”, lo que equivale cambiar las gambetas del mago Capria por los bigotes de una suegra que me mira con sonrisa de juez de la Corte Suprema.

5)  El baño se me llenará de algodones para sacar el rimmel, bombachas trapecistas en las canillas, toallitas íntimas olvidadas en el apuro que engendra un reloj despertador mal puesto, pelos de otro ADN en la maquinita de afeitar.

6)  Y por si fuera poco, cuando una mina entra en nuestro mundo, trae en su red de pescadores a esas amigas que te consideran su raptor, y a esos ex novios o pretendientes que no se resignan a perderla y se la quieren llevar a toda costa.

Finalmente, como asegura mi abogada Luz María, las personas se casan la primera vez por falta de experiencia, y la segunda vez por falta de memoria, y como la imaginación siempre supera a la inteligencia, los temores se disipan y el miedo deja paso a la felicidad. El tiempo dirá. En definitiva, como ya sabemos, algunos matrimonios terminan bien, y otros duran toda la vida.

Luis Buero

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