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“Precursores de la Reforma Filosófica y Educativa en Cuba.

Martí: El gran educador”

 

(Conferencia dictada ante una representación de mil doscientos trabajadores del Sindicato Industrial Autónomo de Tamaulipas, Reynosa, México, el 22 de abril de 2015 a las 12 m.)

 

Autora: Rita Mª Buch Sanchez.

Dra. en Ciencias, Dra. en Ciencias Filosóficas

Profesora Titular Consultante de la Universidad de la Habana

Académica Titular de la Academia de Ciencias de Cuba.

 

 

Hasta mediados del siglo XVIII, la filosofía escolástica prevaleció en las colonias de ultramar, conformando un pensamiento que desde el Medioevo hacía prevalecer la dogmática cristiana en la enseñanza  y se manifestaba en función de afianzar  los dogmas de la fe. Pero el “Discurso del Método”, de Renato Descartes, publicado en 1637, había revolucionado el pensamiento filosófico de Europa occidental, independizando definitivamente la filosofía de la teología. En este “Discurso” se invitaba a someterlo todo al tribunal de la razón, a partir de la “duda metodológica” como premisa de toda verdad.

Hacia la segunda mitad del siglo XVIII se producen transformaciones  económico-sociales, tanto en la metrópoli española como en sus colonias, las cuales condicionan importantes cambios en las ideas, resultado de lo cual, el pensamiento filosófico asume un matiz reformista electivo, sobre todo como consecuencia de la introducción del pensamiento moderno, fundamentalmente en lo que respecta a las ideas de Newton, Locke y Descartes.

En esa época, el Despotismo Ilustrado, como política reformista que el gobierno de Carlos III asumió en España, promulgó medidas que repercutieron de manera favorable en el fomento de la economía española, tales como la libertad de comercio y la creación de nuevas instituciones económicas y socio-culturales, todo ello a partir de un gobierno rígidamente absolutista, que se caracterizó por una mayor tolerancia hacia las ideas modernas, plasmadas sobre todo en la corriente del iluminismo europeo, especialmente el  francés y el español.

Entre los ilustrados españoles de mayor influencia en el pensamiento hispanoamericano, resalta la figura de Benito Jerónimo Feijóo  y Montenegro (1676 –1764). Su fuerte temperamento y espíritu polémico, contribuirían decisivamente a conformar un pensamiento de estilo propio y crítico hacia la Escolástica. Autor de las Cartas Eruditas y de importantes obras, como el Teatro Crítico Universal  (1726),  incursionó en las más variadas ramas del conocimiento humano, tales como Historia Natural, Medicina, Letras, Matemática, etc. Su prestigio desbordó las fronteras de España hacia Europa y el llamado “Nuevo Mundo”.   Fue conocido en su época como el “Bacon español”.

Sus concepciones filosóficas influyeron notablemente en el campo de la enseñanza, contribuyendo por esta vía a la creación de cátedras de ciencias naturales, como por ejemplo, la de Química, en el reino de Oviedo, en 1787. Mediante una labor de rescate de lo mejor de la tradición española, Feijóo intentó colocar a España a un nivel decoroso, respecto al pensamiento ilustrado europeo, a partir de un enfoque polémico y crítico de la filosofía.

Surgimiento del electivismo filosófico en Hispanoamérica.

La influencia de la Ilustración en Hispanoamérica fue uno de los factores determinantes en el surgimiento de la filosofía electiva hacia finales del siglo XVIII. Esta nueva filosofía,  en ocasiones también ha sido denominada filosofía ecléctica, por cuantomuchos de estos filósofos, en su intento por eludir sectarismos y ataduras intelectuales, definían su propia filosofía como ecléctica, queriendo diferenciarla del tradicionalismo y conservadurismo escolásticos. De tal modo, ellos proponían la “libre elección” y la búsqueda de la verdad, dondequiera que esta se hallaray en tal sentido, partían del eclecticismo de los antiguos, como presupuesto teórico-filosófico específico.

En la segunda mitad del siglo XVIII, el electivismo como nueva fórmula en el pensar filosófico y la introducción del conocimiento científico, significaron un paso de renovación en la filosofía y la pedagogía hispanoamericanas. Tal fue el caso de Benito Díaz de Gamarra y Dávalos, en México y José Agustín Caballero y Rodríguez de la Barrera, en Cuba. Ellos pueden ser considerados, como los pioneros del  electivismo en Hispanoamérica.

El destacado pensador y sacerdote mexicano, Juan Benito Díaz de Gamarra y Dávalos  (1745-1783),constituye una de las figuras más representativas del llamado Reformismo Electivo en el pensamiento filosófico de la América hispana durante la segunda mitad del siglo XVIII.Gamarra, quien ejerció también como profesor de filosofía, fue autor de la obra Elementos de Filosofía Moderna, la cual constituye un clásico de la literatura filosófica de la época. Esta obra influiría notablemente en el pensamiento  hispanoamericano, contribuyendo por una parte, a la divulgación del racionalismo cartesiano, y por otra, al acuñamiento del término “filosofía electiva”, como expresión del nuevo espíritu filosófico y pedagógico, que invitaba a la libre elección del maestro.

Para Gamarra, la filosofía ecléctica, o electiva, es aquélla en la que buscamosla sabiduría sólo con la razón y dirigimos la razón con los experimentos y observaciones de los sentidos, la conciencia íntima, el raciocinio, y con la autoridad acerca de aquéllas cosas que no pueden saberse por otro camino.

Su filosofía, pronto traspasó las fronteras de la tierra azteca y penetró en suelo cubano, hacia las postrimerías del siglo XVIII, a través de la figura de José Agustín Caballero y Rodríguez de la Barrera (1762-1835), quien desde 1785 impartía Filosofía en las aulas del Real y Conciliar Seminario de San Carlos y San Ambrosio, labor que desarrolló a lo largo de veinte años.

Caballero como iniciador de la reforma filosófica en Cuba.

Una definición que expresa de modo excepcional la nueva actitud que asume Caballero en el filosofar, se encuentra en su obra Philosophia Electiva, la primera obra filosófica cubana, escrita originalmente en latín, en 1797,  para impartir el curso académico que se iniciaba ese año. Por diversas razones, a la muerte de Caballero, esa joya fundacional de la literatura filosófica cubana,pasó como manuscrito a diversos archivos privados y sólo vio la luz pública, casi ciento cincuenta años después de haber sido escrita, en su primera edición de 1944, ocasión en que fue traducida al castellano por Jenaro Artiles.

En el Artículo Séptimo de la Disertación Primera: Sobre la Filosofía en general, de esta obra, el Padre Agustín expresa:

“Es más conveniente al filósofo, incluso al cristiano, seguir varias escuelas a voluntad, que elegir una sola a que adscribirse”.

A partir de este presupuesto teórico, Caballero introdujo importantes reformas en el campo de la filosofía y la pedagogía en Cuba. Su labor estuvo indisolublemente ligada a su carácter de fundador o iniciador de la corriente electiva en el pensamiento filosófico cubano. En su lucha contra la Escolástica imperante, con evidente intención reformadora y a través de su labor filosófico-pedagógica, incorporaba a fines del siglo XVIII nuestra filosofía al pensamiento moderno, a la vez que inauguraba como pionero sin precedentes, la posibilidad de “elegir libremente” entre todos los sistemas filosóficos.

Las principales reformas de Caballero, pueden sintetizarse de la manera siguiente:

    1)  Renuncia definitivamente a aceptar el método escolástico como el “único” y el “adecuado” para comprender la realidad.

    2) Otorga a la educación un rol de primer orden para la ilustración de las mentes y la transformación de la realidad.

    3) Denuncia abiertamente la caducidad del sistema de la enseñanza pública de la época y el estorbo que ello constituía para el desarrollo de las artes y las ciencias.

    4) Señala lanecesidad de ampliar las potestades de los maestros y la libertad de elección de éstos sobre cómo instruir a la juventud y qué conocimientos trasmitirles.

    5) Introduce en la pedagogía filosófica el conocimiento del pensamiento moderno europeo experimentalista y racionalista con sus nuevas propuestas de método.

    6) Solicita al trono español la inclusión de la cátedra de Gramática castellana.

    7) Reclama, en fin, una reforma radical en el campo de la enseñanza, que estuviera a la altura del Siglo de las Luces, de la patria y la juventud cubana.

Esta reforma radical que reclamaba Caballero, se evidencia particularmente en su Discurso sobre la Reforma de los Estudios Universitarios, de 1795, en el que expresaba con vehemencia:

"Yo os convido esta noche, amigos míos, a tratar una empresa, la más ardua quizá, pero la más útil a nuestra patria y la más digna de las especulaciones de nuestra clase. El sistema actual de la enseñanza pública de esta ciudad retarda y embaraza los progresos de las artes y las ciencias, resiste el establecimiento de otras nuevas, y por consiguiente en nada favorece las tentativas y ensayos de nuestra clase. (...) Mas, confieso simultáneamente que los maestros carecen de responsabilidad sobre este particular, porque ellos no tienen otro arbitrio ni acción que ejecutar y obedecer”  (…)

“Me atrevo a afirmar en honor de la justicia que le es debida, que si se les permitiese regentear sus aulas libremente sin precisa obligación a la doctrina de la escuela, los jóvenes saldrían mejor instruidos en la latinidad, estudiarían la verdadera filosofía, penetrarían el espíritu de la Iglesia en sus cánones y el de los legisladores en sus leyes; aprenderían una sana y pacífica teología, conocerían la configuración del cuerpo humano para saber curar sus enfermedades con tino y circunspección, y los mismos maestros no lamentarían la triste necesidad de condenar tal vez sus propios juicios y explicar contra lo mismo que sienten.”[1]

Varela, el continuador.

Como continuador de la reforma acometida por Caballero en el campo de la pedagogía filosófica se destaca la figura de Félix Varela y Morales (1788-1853), quien tradicionalmente ha sido reconocido en la historiografía, de manera errónea, como el primer filósofo cubano.  Esto se debe a que la historiografía ha registrado una frase de Luz sobre Varela, en la que se expresa que fue el primero que nos enseñó a pensar, cuando en realidad, Luz se refirió a Varela como el que nos enseñó primero en pensar, refiriéndose a la primacía del pensamiento sobre la acción.

Este lamentable error, explica en gran medida por qué la tradición ha reconocido a Varela cronológicamente como el primero que enseñó a pensar a los cubanos, obviando o subvalorando el papel desempeñado por José Agustín Caballero, maestro de Varela, Saco, Luz y muchos otros destacados exponentes de nuestra filosofía decimonona.

El propio Varela, en carta dirigida a José de la Luz y Caballero, a propósito de la muerte de su maestro de Filosofía, expresó sobre Caballero:

“Debió usted haber dicho que Caballero fue uno de los hombres de gran mérito, con gran influencia y en constante ejercicio de ella, que han vivido 72 años y han muerto sus enemigos. Aquí está, querido Luz, aquí está el gran prodigio y el mayor elogio que pueda hacérsele al incomparable Caballero” (...)

“Vamos a lo que ahora debemos hacer para que Caballero viva, no sólo en la indeleble memoria de sus virtudes, sino en el saludable influjo de su doctrina. Me vengaré con usted y no le escribiré ni una sola carta, si se contenta con publicar una lista de los escritos de Caballero. Debe hacerse una edición completa, sin dejar absolutamente nada, en la inteligencia de que todo es oro. Costará trabajo entender algunos manuscritos, mas no por eso deben desecharse, sino hacer una junta de sus discípulos para descifrarlos. A la verdad es difícil encontrar mejor escrito y peor escribiente”.[2]

Por su parte, José Martí reconoció a Caballero como el padre de la filosofía cubana y plasmó el significado de las enseñanzas del presbítero, en este escrito memorable, en el que en ocasión de rememorar la figura de Antonio Bachiller y Morales, expresó:

“Estudió en el Colegio deSan Carlos […] cuando el sublime Caballero, padre de los pobres y de nuestra filosofía, había declarado, más por consejo de su mente que por el ejemplo de los enciclopedistas, campo propio y cimiento de la ciencia del mundo el estudio de las leyes naturales; cuando salidos de sus manos, fuertes para fundar, descubría Varela, tundía Saco y la Luz arrebataba (...)[3]

En Varela encontramos una definición particularmente importante del “electivismo filosófico” heredado de Caballero, cuando expresa:

“En la filosofía ecléctica (entiéndase electiva) no seguimos a ningún maestro, si por esto se entiende que no juramos sobre la palabra de nadie; lo que no quiere decir que la filosofía ecléctica no proceda sin norma ni guía, y que de nadie aprendamos. Lo que la filosofía ecléctica quiere, es que tengas por norma la razón y la experiencia, y que aprendas de todos, pero que no te adhieras con pertinacia a nadie”.[4]

Años después del Discurso de Caballero "Sobre la reforma de los estudios universitarios"ya citado,Varela, retomando las ideas heredadas de su maestro, expresaría magistralmente la esencia del valor de la enseñanza, del siguiente modo:

”Las obras elementales deben presentar sencilla y ordenadamente lo que se sabe, y no lo que está por averiguar en las ciencias (...); la erudición filosófica de los maestros, es el mayor obstáculo al progreso de los discípulos” (...)

“Estos se confunden con la multitud de cuestiones que indispensablemente se suscitan, y a veces llegan a ser unos meros impugnadores de ideas ajenas, sin haber ordenado las propias; entréganse al placer de contradecir, sin cuidarse mucho del deber de aprender para hacerlo con propiedad”(...)

“Un maestro debe hablar muy poco, pero muy bien, sin la vanidad de ostentar elocuencia, y sin el descuido que sacrifica la precisión... La gloria de un maestro es hablar por la boca de sus discípulos".[5]

Según la autorizada opinión de Medardo Vitier, a Varela debemos las siguientes reformas en el campo de la enseñanza filosófica:

1) Supresión del método escolástico, deductivo, silogístico, y sumiso a la autoridad.

2) Empleo del español en la cátedra y en los textos.

3) Introducción de la filosofía europea moderna, de Descartes a Condillac.

4) Implantación de la enseñanza científica, con los   cursos de física y química, todo ello, a partir de la impugnación de la falta de doctrina y el método verbalista de la escolástica y aplicando en la enseñanza el método explicativo.[6]

Radicalizada su posición independentista y anticolonialista, y obligado a permanecer en el exilio, donde murió, Varela continuaría mostrando el camino de la conductaciudadana y la libertad de pensar, consecuente hasta sus últimas horas con la actitud y esencia inigualables de su pedagogía filosófica y política, sustentada en el electivismo filosófico.

Luz, el polémico.

Otro eminente discípulo y continuador de la filosofía electiva iniciada en el pensamiento cubano por el padre Agustín fue José de la Luz y Caballero (1800-1862), quien define al verdadero electivismo como“la libertad filosófica de pensar, muy diferente de la escuela ecléctica francesa y sus adeptos”, a quienes definió como “pseudo-eclécticos”.[7]

En ese espíritu electivista, afirmaría Luz, en uno de sus más conocidos aforismos filosóficos:“Todos los sistemas y ningún sistema: ¡He ahí el sistema!”

La integración de conocimientos propició en Luz, la definición de lo que constituiría el objetivo fundamental de su conocida polémica filosófica, desarrollada entre 1838 y 1840, que, entre otras características, tuvo la de ser plasmada en numerosos artículos sucesivos, en contrapunteo abierto con otros autores, a través de las principales publicaciones periódicas de la Isla, como el Diario de La Habana y la Gaceta de Puerto Príncipe.

Aunque la polémica filosófica tuvo cinco aristas bien definidas, en las cuales no se profundizará en esta ocasión, por no constituir objeto de este trabajo, cabe destacar que el objetivo esencial de la misma fue la cuestión del método, que consistió endemostrar que la enseñanza de las ciencias particulares debía preceder a la enseñanza de la lógica, cuestión de gran trascendencia para la pedagogía filosófica de aquella época.

La quinta y última de estas aristas, que de hecho incluiría las anteriores, se inicia a partir de septiembre de 1839, en lucha abierta contra el eclecticismo espiritualista, la cual culmina con la inconclusa obra de Luz "Impugnación a las doctrinas filosóficas de Víctor Cousin”, sin precedentes en la filosofía de la América hispana, y en la que se refuta el análisis del filósofo francés sobre el Ensayo sobre el entendimiento humano, de John Locke, editado por vez primera en 1690.

José de la Luz y Caballeroprestó especial atención al tema de la educación, en estrecho vínculo con el comportamiento moral y obtuvo grandes logros en esta esfera. Quizás su principal legado escrito sobre esta temática, lo encontramos de la manera más  concentrada posible, en sus conocidos aforismos, entre los que se destacan los siguientes:

· Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para la vida.

· Ay de la juventud si no siente el estudio como una religión!

· Instruir puede cualquiera, educar sólo quien sea un evangelio  vivo.

· Espinoso apostolado es la enseñanza: que no hay apóstol sin sentir la fuerza de la verdad.

· Antes quisiera yo ver desplomadas, no digo las instituciones de los hombres, sino las estrellas todas del firmamento, que ver caer del pecho humano la justicia: ese sol del mundo moral.

· El espíritu de nuestra enseñanza es hacer sentir la ignorancia.

· Nos proponemos fundar una escuela filosófica en nuestro país, un plantel de ideas y de sentimientos, y de método.Escuela de virtudes, de pensamientos y acciones; no de expectantes ni eruditos, sino de activos y pensadores.[8]

 

Martí, el integrador.

Por su parte, José Martí y Pérez (1853-1895) fueheredero de la máspura y autóctona tradición filosóficacubana electiva, la cual supo integrar a su vasta cultura filosófica.

Nuestro apóstol se sintió especialmente discípulo de José de la Luz y Caballero,  a quien denominócon razón “El silencioso fundador”. Sobre el significado de su magisterio, Martí se expresa en los siguientes términos:

“Los cubanos veneran y los americanos todos conocen de fama al hombre santo que, domando dolores profundos del alma y el cuerpo, domando la palabra, que pedía por su excelsitud aplausos y auditorio, domando con la fruición del sacrificio todo amor a sí y a las pompas vanas de la vida, nada quiso para serlo todo, pues fue maestro y convirtió en una sola generación un pueblo educado para la esclavitud en un pueblo de héroes, trabajadores y hombres libres (…)”

(…)”Pudo ser abogado, con respetuosa y rica clientela, y su patria fue su única cliente. Pudo lucir en las academias sin esfuerzo su ciencia copiosa, y sólo mostró lo que sabía de verdad, cuando era indispensable defenderla. Pudo escribir en obras –para su patria al menos- inmortales, lo que, ayudando la soberanía de su entendimiento con la piedad de su corazón, aprendió en los libros y en la naturaleza, sobre la música de lo creado y el sentido del mundo, y no escribió en los libros, que recompensan, sino en las almas, que suelen olvidar. Supo cuanto se sabía en su época; pero no para enseñar que lo sabía, sino para trasmitirlo. Sembró hombres”.[9]

Si bien reconoció a Caballero como el “padre de los pobres y de nuestra filosofía”, identificó a Luz como el fundador de la conciencia independentista en la generación de patriotas que conducirían a la isla de Cuba hacia su total independencia. Sirvan de ejemplo estos fragmentos:

“Él, el padre; él, el silencioso fundador; él, que a solas ardía y centelleaba, y se sofocó el corazón con mano heroica, para dar tiempo a que se le criase de él la juventud con quien se habría de ganar la libertad que sólo brillaría sobre sus huesos; él, que antepuso la obra real a la ostentosa (…) ;  él, que es uno en nuestras almas, y de su sepultura ha cundido por toda nuestra tierra, y la inunda aún con el fuego de su rebeldía y la salud de su caridad (…)¿Qué es pensar sin obrar, decir sin hacer, desear sin querer? (…) De él fue lo más la idea profética e íntima, que no veía acomodo entre su pueblo sofocado y crecedero, (…) y consagró la vida entera (…) a crear hombres rebeldes y cordiales que sacaran a tiempo la patria interrumpida de la nación que la ahoga y corrompe” (…)[10]

Un hecho histórico sin precedentes, marcaría como símbolo el inicio de nuestras luchas independentistas, cuando el 10 de Octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes en su finca La Demajagua, en acto patriótico abolicionista, otorgaba la libertad a sus esclavos. En lo adelante, el independentismo se definiría como la única alternativa posible para librar a Cuba definitivamente del yugo español.

En este contexto, transcurren los primeros años de la vida de Martí. Entre 1865 y 1869 recibe directamente las enseñanzas del poeta y gran pedagogo Rafael María de Mendive, quien supo moldear la talentosa personalidad del joven discípulo en lo filosófico, artístico-cultural y político-social. En gran parte, gracias a la formación de su maestro y mentor, Martí se identificó desde muy temprano con los ideales independentistas, que le acompañaron y se radicalizaron a lo largo de su vida.

Sobre la importancia de la familia en la educación de los niños, advirtió:

El peligro de educar a los niños fuera de su patria es casi tan grande como la necesidad, en los pueblos incompletos e infelices, de educarlos donde adquieran los conocimientos necesarios para ensanchar su país naciente,  o donde no se les envenene el carácter con la rutina de la enseñanza y la moral turbia en que caen, por la desgana y ocio de la servidumbre, los pueblos que padecen en esclavitud” (...)

“Es grande el peligro de educar a los niños afuera, porque sólo es de padres la continua ternura con que ha de irse regando la flor juvenil y aquella constante mezcla de la autoridad y cariño, que no son eficaces, por la misma justicia y arrogancia de nuestra naturaleza, sino cuando ambas vienen de la misma persona” (...)

“El fin de la educación no es hacer al hombre desdichado, por el empleo difícil y confuso de su alma extranjera en el país en que vive, y de que vive, sino hacerlo feliz, sin quitarle, como su desemejanza del país le quitaría, las condiciones de igualdad en la lucha diaria con los que conservan el alma del país” (…)[11]

Martí fue el educador por excelencia. Él supo advertir sobre la importancia que reviste la educación en los niños desde temprana edad y a ellos dedicó obras imperecederas como “La Edad de Oro”, que aún en nuestros días deleita además, a jóvenes y adultos de los más variados gustos, a la vez que contribuye a la formación y afianzamiento de los más puros valores cívicos y morales.

Única en el género de literatura infantil fue esta revista, editada por A. Dacosta Gómez, generoso amigo de Martí en cuatro números consecutivos que aparecieron en julio, agosto, septiembre y octubre de 1889, en Nueva York. Todos fueron redactados íntegramente por el apóstol y publicados con bellas ilustraciones. Cada una de sus páginas encierra valiosos conocimientos y útiles enseñanzas para la vida.

Entre los trabajos más destacados de esta revista, merecen citarse los siguientes, de franco contenido histórico:

- “Tres Héroes”

- “La Ilíada de Homero”

- “La historia del hombre contada por sus casas”

- “Las ruinas indias”

- “Músicos, poetas y pintores”

-  “La Exposición de París”

- “El Padre Las Casas”

 

Otros trabajos se caracterizan por su honda ternura y generoso sentido humano. De estos, en especial merecen destacarse:

- “La Muñeca Negra”

- ”Los zapaticos de rosa”

 

Llena de ternura y amor para los niños de “Nuestra América”, y de gran valor para su formación y educación, es la hermosa introducción de Martí que termina con estas bellas:

   “Lo que queremos es que los niños sean felices, como los hermanitos de nuestro grabado; y que si alguna vez nos encuentra un niño de América por el mundo, nos apriete mucho la mano, como a un amigo viejo y diga donde todo el mundo lo oiga:¡Este hombre  de LA EDAD DE ORO fue mi amigo!

 

FIN

Notas:

[1]Caballero, J.A.  -  "Sobre la reforma de los estudios universitarios". (Discurso pronunciado ante la Sociedad Patriótica el 6 de octubre de 1795. En Obras, Ed. Imagen Contemporánea, La Habana, 1999.

 

[2]Carta de Félix Varela a José de la Luz y Caballero, Nueva York, 2 de junio de 1835, en Revista Bimestre Cubana, La Habana, julio-diciembre,1942. (El subrayado es de la autora.)

[3]José Martí, “Antonio Bachiller y Morales” (1889), Obras completas, t. 5,  Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, pp. 143-153.

[4]Félix Varela, Varias proposiciones para el ejercicio de los bisoños. Se trata de un trabajo escrito por Varela en 1812 e impreso en un pliego suelto, en José Ignacio Rodríguez, Vida del presbítero Don Félix Varela, Biblioteca de Estudios Cubanos, Arellano y Cía., La Habana, 1944, p. 11.

[5]Varela, Félix - "Lecciones de Filosofía". Edit. de la Universidad de la Habana. 1961. (en 3 t.) Tomo I, pp. 11-12.

 

[6]Esta es la opinión de Medardo Vitier  en su obra Las ideas y la filosofía en Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2002, p. 151.

[7]Tomado de José Ignacio Rodríguez, ob. cit. p.  253.

 

[8]Aforismos de Luz y Caballero. Edit. Lex. La Habana, 1960.

[9]José Martí: Obras Completas. T 6. Edit. Nacional de Cuba. La Habana, 1963, p. 249.

 

[10]José Martí: “José de la Luz y Caballero”, en Patria, 17 de noviembre, 1894. Reproducido en Aforismos, Editorial de la Universidad de la Habana, 1962, pp. XIII-XV.

 

[11]José Martí: Obras Completas. T. 6. Ed. Cit. p.p. 260-261. (Los subrayados son de la autora).

 

Salón de conferencias de SIAMAR

La Dra. Buch con la Orquesta Sinfónica de 100 jóvenes de SIAMAR

 

Rita M. Buch Sánchez
Conferencia dictada en Tamaulipas, Reynosa, México, el 22 de abril de 2015 a las 12 m.
Publicada en Letras Uruguay el 10 de mayo del 2015

 

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