Entrevista de Jorge Brega a Rolando Revagliatti, publicada en la Revista de Cultura, Arte e Ideas “La Marea”, ciudad de Buenos Aires, la Argentina, en el Nº 21, verano 2003/2004.

Rolando Revagliatti, anfitrión de poetas

 

Coordina los lunes de poesía en el Centro Cultural Raíces 

El poeta Rolando Revagliatti cuenta su experiencia como organizador de veladas poéticas en las que los autores invitados leen sus textos y luego el micrófono queda abierto para que el público aporte lo suyo.

-¿Cuándo y dónde comenzaste a organizar encuentros de poetas?

-En el otoño de 1999 en El Aleph, sobre la avenida Juan Bautista Alberdi. Me había asociado con el poeta Cristian De Nápoli y con el narrador Rubén Del Grosso, propietario de ese Café de Arte. Se llamó Ciclo de Poesía y Prosa Breve “Nicolás Olivari”. Además de las lecturas de narradores y poetas de Buenos Aires, aledaños y de algunas provincias, contamos con escritores de Perú, Cuba, República Dominicana, Uruguay, Italia y Alemania. Realizábamos también mini-presentaciones de revistas, talleres y grupos literarios. El formato preveía lo que se da en llamar Lecturas Programadas y Micrófono Abierto.

-¿Tus reuniones siempre tuvieron las mismas características?

-Algunas se mantienen. Ejemplos: Se han llamado “Ciclos” y cada uno recordó la poética de algún autor. Hasta llegar al que llevo adelante todos los lunes en el Centro Cultural Raíces: Ciclo de Poesía “Homenajes”. En cada reunión se evoca a un poeta argentino o extranjero fallecido (Luis Eduardo Alonso, Ricardo E. Molinari, Enrique Blanchard, Emeterio Cerro, Enrique Banch, Yamandú Rodríguez, Silvina Ocampo, C. E. Feiling, Roque Dalton, entre otros). Los escritores son presentados con una síntesis curricular, igualitariamente, prescindiendo de encomios y alabanzas en los casos de poetas con mucha trayectoria. Y pautando un mismo tiempo de lectura para cada uno. Otras características no se mantuvieron: en el segundo Café Literario que presenté en 2001, con Griselda García en el arranque, en La Maga de Flores, no integré a narradores. Se llamó Ciclo de Poesía “Julio Huasi”. En éste siempre compartíamos con el público un texto de Huasi, así como en el anterior compartíamos un texto de Olivari. En 2002 presenté en mayo un único evento en la Casa de la Poesía. También un par de Asambleas Poéticas y Culturales por iniciativa de Eduardo Dalter y la participación de Santiago Espel. Y ya en noviembre, en Raíces, presenté con María Dolores Lucero el Ciclo “Luis Franco”. Retomé en marzo de este año, ya solo, con el Ciclo “Carlos de la Púa”, luego el “Susana Thénon” y seguido el “Horacio Pilar”, cada uno conformado por cinco reuniones. Hasta ahora en Raíces hemos compartido las voces poéticas de más de 250 escritores, entre los que no faltan algunos muy jóvenes e inéditos y otros con mucha obra y trascendencia.

-¿Cuál es el público habitual?

-El habitual lo constituye quienes intentan la escritura poética. Hay un número más reducido de personas que, no siendo escritores, sin embargo disfrutan de los climas que estos ámbitos generan. Por supuesto, están también los allegados de los autores o el editor del último poemario.

-¿Encontrás alguna tendencia poética predominante en la poesía joven?

-No, no la encuentro. Pero tampoco la busco. No reconozco predominios. Desde luego, hay ensayistas y medios de crítica poética que aseveran que sí los hay.

-¿Existe relación entre los distintos ámbitos para lectura de poesía?

-El espectro está sectorizado. Los de allá se relacionan con éstos pero no con aquellos. En algunos casos no se relacionan pero se respetan.

-¿Preferís alguna corriente poética o invitás a todas?

-Procuro, concienzudamente, tal como lo anuncio en el programa de mano, que confluyan diferentes propuestas estéticas. Convoco a autores con independencia de mis predilecciones, considerando, según mi leal saber y entender, un piso, un nivel de escritura. Privilegio las condiciones de la trasmisión poeta-público por sobre las de enlace social. Opto por que la sociabilidad se dé por añadidura. Por eso prefiero locales de escaso ruido ambiente y donde no aparezcan parroquianos para otros fines que no sean los previstos. Si dispongo de los medios lumínicos imprescindibles, establezco dos zonas: luz sobre quien lee, penumbra sobre quien escucha.

-¿Qué función cumplen estos encuentros respecto de la práctica poética en general?

-Sutilmente, si uno está abierto, disponible, receptivo, el contacto directo con las voces de los propios autores, influye. No para quienes rehuyen el auto-cuestionamiento, apoltronados en un quehacer amanerado, convencional o imitativo. Éstos quedan inmodificados por más que circulen por espacios prestigiosos y se acerquen a modelos notables.

Jorge Brega

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