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Ronald Bonilla

En mi libro SED DE OTRAS PIEDRAS viene luego un poema de amor, con la feminidad de la luna tan incorporada, quizá porque los poetas la hemos dejado de mirar.

La luna fue abandonada a sus designios.

Pero su aureola desangrándose
como una simple lágrima expectante,
descendió a las orillas de tu melancolía,
donde aún pretendo rescatarla.
Su aureola de hilos suavísimos
cayendo en tus cabellos.

Yo te presiento tan cercana,
tan ala mía y de los naufragios
que casi venzo,
con el mismo dolor en las rodillas y en los besos.

Mírame de pie
entre todos tus abismos:
vengo a beber desde tu sed
que ya corroe...
a succionar tus aristas tórridas
que se vuelven raudas mariposas;
mariposas al fin son tus pupilas.
Mírame a tu lado. No te imploro.
Soy tu otro caminante,
tu compañero solícito.
El que inventaba parajes con tu nombre.
El que ya no sabe convocarte
mas te azora,
y te devuelve el pétalo sin viento
que esculpimos.

Ya no suplico:
Soy el mismo fantasma que te habita:
No me dejes sólo el humo del olvido,
ni me dejes las paredes de la casa.
Déjame el aire impulsivo de tus pies y tus manos,
y tus goznes abiertos
hacia la aureola
que baja a tus mejillas.

La luna en su designio total
en tí me está mirando.
Déjame estar a tu lado y no vencerme.
Sin los rotos alvéolos de la simple esperanza
me contraigo.

Mírame de pie,
al borde del lecho que medita
arropándote,
con la luna que sangra de tu sed.

Ronald Bonilla
poeta_ronald@hotmail.com
 

del libro
Sed de otras piedras

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