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Narrativa uruguaya contemporánea:

“En  la trama del aire” de Glenia Eyherabide: la fuerza de lo histórico-social en una novela femenina  del 2001.[1]

“La divergencia y la diversidad se han ido abriendo camino en la literatura  latinoamericana de los últimos veinte años. Y Uruguay no ha sido la excepción. El peso de lo histórico en la novela, la representación de minorías culturales y sexuales, la impensada modernización de Montevideo, la escritura femenina, son algunas de las marcas de una narrativa que nos llega a cuentagotas.”[2]

 

Sergio Di Nucci opina que en los dos decenios democráticos, desde la asunción de José María Sanguinetti (1984), ”la novela histórica ocupó un lugar central en la narrativa uruguaya”...”el recuerdo obstinado por un pasado mejor obra como estímulo para una narrativa a la que le interesa el enigma”

 

“La narrativa intenta ofrecer fabuladas respuestas a la pregunta acerca de ¿qué nos pasó?”[3],rememorando el período anterior a 1933 y “volverse (...) inexorable registro de la debacle de la República Modelo” como lo dice Abril Trigo.[4]

 

“El pasado más lejano sirve para hablar sobre el más cercano”,los novelistas uruguayos “los novelistas uruguayos coinciden en celebrar la concordia de vastas mayorías nacionales en torno  de objetivos también nacionales, además de denunciar a quienes consiguieron frustrarlos.

 

Dentro de estos cánones podemos ubicar “En la trama del aire” de Glenia Eyherabide, nacida en Melo, Uruguay. Por circunstancias de su vida  ha vivido también en Venezuela y Paraguay. Poeta y narradora que ha merecido el Tercer Premio de Narrativa del Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay y distinguida  por  la Intendencia Municipal de Montevideo, donde reside actualmente.

 

La novela dio a luz en el año 2002,así que le comprenden las características de la novela histórica ficcional. Solamente que en este caso la autora bucea en sus raíces de inmigrantes vascos llegados a tierras uruguayas y asentados en ese país durante el siglo XlX. La novela abarca ciento sesenta años de su historia familiar y ciento cuarenta y tres años de la historia uruguaya. Lo singular reside que la autora no se individualiza en un personaje femenino, aunque uno puede suponer, a riesgo de equivocarse, que Inés (hija de Ahmed Igarralde) o su hija Netas, nieta del ya mencionado uruguayo descendiente de vascos.

 

La autora toma la posición de la narradora omnisciente desde el primer capítulo hasta el final donde  se vuelve al mismo tema: la enfermedad y muerte física de Ahmed Igarralde Pero la historia familiar viene de más lejos, parte desde los orígenes en el pueblito de Origi en Euzcadi y la partida del hijo que espera la muerte del padre para emigrar y buscar nuevos horizontes. Jean Igarralde, hijo de productores de sidra, con una madre que se encierra en un convento para dedicarse a Dios, luego de la muerte de su marido que en cierta forma, según ella, había interrumpido su camino piadoso.

 

La vida de Jean Igarralde a partir del momento de embarcarse en Francia  en la fragata “Jeanne d` Arc”,es uno de los personajes que se adentran más en el lector y está más profundamente pintado por la autora: su asentamiento en Guardalamar del Sur y Muchamiel; el casamiento con Adina Santillán ,descendiente andaluza.;sus días transcurridos en “El Corral de la Nisperera”;los animales que criaban sus perros y cardenales; las mellizas muertas de niñas, el nacimiento del único  hijo que viviría largos años: Juan Auxilio Igarralde; los empleados amigos ,de origen brasilero que les serían fieles hasta la muerte: Buscapé y su hija Natal. Además la pareja de Jean y Aina consagrada mucho antes de mitad del Siglo

 

XlX, están  unidos por la pasión. Nunca Jean ni Adina se serían infieles; se amarían hasta el último día. Hay pasajes de una gran sensualidad en la novela, demostrando que en algunos casos las mujeres compartían las decisiones de los hombres y eran las esposas la única fuente de regocijo sexual, valga como ejemplo este pasaje::”Jean Igarralde la acercó a su cuerpo, sintiéndole un palpitar en la carne que lo desbocó, besándole primero los labios húmedos y luego los senos desatados, tumbándola entre las sábanas para explorarla a conciencia -lengua y labios- por el vientre de odalisca, por su ombligo de espejismos, por su seto de rocío ...”[5]

 

A medida que avanzamos más en la novela más se llena de nuevos personajes, cada uno con su historia; amigos o enemigos de los Igarralde, moviéndose la acción hacia Cantalejos (capital de la provincia del mismo nombre; el Melo natal) la capital Mascaraque (Montevideo) y por todo Guardalamar (Uruguay) Con ironía se menciona al Damantino (Río de la Plata) y a la “otra orilla”,también llamada Santa María de los vientos, sin mencionar el nombre de Argentina.

 

Es que como dijimos, la ficción envuelve la historia, pero hay pasajes muy bien aludidos como la guerra infame e inútil contra el Paraguay (La Triple Alianza) o el primer Presidente uruguayo; las peleas intestinas y el golpe militar. Trataré de registrar lo dicho a través de estos ejemplos:

 

“Faltaban varios años, todavía, para sofocar media docena de levantamientos y ver cómo el presidente que prohibiría por decreto el uso de las antiguas divisas, tendría que enfrentar otro, apoyado -faltaba más- por el gobierno unitario de la otra orilla del Damantino junto al del Imperio del Brasil. No era buen ejemplo la paz interna en un pañuelito de tierra libre de España, que alcahuetes y no otra cosa era lo que necesitaban sus poderosos vecinos.

 

Así, entre tumbos, iría la historia, explosionando cada tanto de lado a lado en hechos terribles”[6]

 

“(...) Porque las oligarquías portuarias de Santa Marina de los Vientos y de Sao Sebastiao do Río de Janeiro, sumados a los  centros de poder europeos -leones o flores en sus escudos, daba igual- le  declararon la guerra al país “transgresor” en el correr de aquel año de  horrores 1865. Faltaba una firma para consumar la agresión. Fue la de Guardalamar. Chiquito, semiplaneando entre dos halcones”[7]

 

(...) ”El fascismo cundía a desbocapotros, resquebrajaba la tierra. Hasta en el Sur “(...) Por Guardalamar, en tanto 1933 había traído una seria ruptura institucional, mostrando las primeras fisuras en el fino entramado de Francisco Llovet”[8]

 

La autoridad no sólo intercala la trama histórico-política del Uruguay, sino que registra hechos culturales ,como la muerte en 1935 de Carlos Gardel.            

 

A medida que avanza en el S.XX da muestras de su gran acervo cultural de mediados del siglo, mencionando música, canciones, divas y galanes  der Hollywod, películas y audiciones radiales; el entramado novelístico se vuelve más complejo con casamientos y nacimientos de nuevas proles; los descendientes de Victoria Igarralde que termina sus días en la capital.

 

Los nombres elegidos para los niños, hijos, hermanos, primos y nietos, son todos raros, salvo el de Inés, la hija de Ahmed: damos sólo algunos ejemplos: Otalicio, Ondina, Farah, Iztván, Violante Gomar, Viveca Tosar, Horia Ortigoza, Aglaya, Suplicio, Adamar, Hildegarda, Umbelina...Lo mismo sucede con los nombres de otros personajes alejados de la familia, hasta la quintita que Jean Igarralde comprara para su hijo Juan Auxilio recibe un nombre tan original como Villaexcusa.

 

Algunos nombres parecen inspirados en la lectura del Quijote y los poetas clásicos españoles mencionados una y otra vez en la novela a través de los personajes principales del tronco familiar Igarralde.

 

“Ajuan Auxilio Igarralde, a esas alturas con los bronquios silbándole día y noche como a sus antepasados, el único placer que le quedaba era  el  de ver estallar la vida en sus nietos o acunaba en las páginas de los poetas del Siglo de Oro o del Hidalgo de la Mancha. Se sentía ya impregnado de cosas muertas. ”La única cosa que sobrevive está en los libros”, se decía.”[9]

 

“La  autora dice refiriéndose  a Juan Auxilio (...) ”era  de los que amanecía tanto en brazos de la regente de un lupanar como entre las páginas de “Don Quijote de la Mancha, su libro preferido, al que había descubierto en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme...”[10]

 

La pasión por la gran literatura por parte de la autora la lleva a realizar, sin mencionarla específicamente, un homenaje a alguien que figura entre las poetas más destacadas del Siglo XX en América: Juana de Ibarbourou, nacida en Melo (Cantalejos de la novela), el mismo lugar en que naciera la novelista.

 

Cuando la autora habla del esplendor cultural de Cantalejos a fines del Siglo XlX  y principios del XX dice:

 

“Liberales encendidos, sus padres habían esperado pacientemente el padrinazgo del célebre General (Aldarico Semprún en la novela) Con sus ángeles propios rozándose -quizá- con los de su impresionante padrino, su talento fuera de lo común, su sensibilidad despellejada, sus ojazos pardos y su piel de damasco, desde muy joven comenzó  a deslumbrar desgranando los versos solares que le inspiraba su tierra. Se llamaba Juana. Y así se la llamó, entonces y después y hoy y siempre: Juana. Simplemente. Ese Juana que ni canta, ni susurra ni ríe, como en sus hermanas lenguas romances. Pero se planta y pelea y persiste.”[11]

 

La novela consta de siete largos capítulos y las divisiones no responden necesariamente a épocas y personajes distintos sino que  éstas y estos se entremezclan como las hojas de un sauce rioplatense, hermoso, aunque con un dejo de lágrima en su verde cabellera.

 

Es muy particular el lenguaje utilizado por Glenia Eyherabide, riquísimo como el de Cervantes, sin exageraciones, creadora de neologismos en todo instante, impregnado de metáforas y riqueza expresiva. Valgan algunos ejemplos a lo largo de toda la obra.:Ejemplos: coliquemaron,vagamundos, surdemundo, bonitonga; jacarandosa, aguachirla, yerba quitachuchos, la lejura, amantillada, chilaba, a quemaraya, ciendoblada, todounpoco, adecentarla, Villaexcusa, cachondeos, guardalamarense, exhaustar.

 

Utiliza el francés o el portuñol o términos del lunfardo (yira-yira) cuando los personajes lo exigen.

 

Las metáforas e imágenes hermosean y poetizan el relato.

 

“(...)cuando  el gusano de la tristeza empieza a balconearnos”[12]

 

“(...) la llegada al mar tan deseado, penetrándolo desnudo como a una mujer”[13]

 

“La naranja incandescente de la luna”[14]

 

“El mar. Quimera y miedo. Desafío y puente”[15]

 

“Jean Secours hijo recordaba retazos de su madre: cabello de noche; pecho de mirlo desenjaulado”

 

El final de la novela (con la muerte de Ahmed Igarralde) es hermosísimo, con una belleza estética pocas veces encontrada en una novela:

 

“Mascaraque amanecía, allá abajo, en otro día de agosto. Fue en ese instante en el que le pareció ver algo, una sombra en la distancia, por el aire. Era la silueta de un hombre de negro que se dirigía lentamente hacia  él entre el cielo  y la tierra. No sintió miedo. Se dio cuenta de que todos los miedos habían encallado abajo, en aquel cuerpo con nombre y sin aliento que había sido suyo. Cuando el otro estuvo frente a él, la transparencia de su mirada le reveló su identidad. Se sonrieron uno al otro como si se conocieran desde hacía cientos de años. O desde siempre. Luego, el forastero lo invitó a seguirlo con un gesto. Los dos hombres rozaron apenas las veredas desiertas, rumbeando hacia el antiguo casco colonial. Mostraban el andar leve de los viajeros sin equipaje, bailoteando entre  las callejas angostas y empedradas, todavía  semi húmedas de sereno. De pronto, Jean, el de Origi dobló hacia el puerto cercano. El mismo puerto remozado al que había llegado hacía ciento cuarenta y tres años...Como si estuviera por embarcarse en la Jeanne Dárc en una suerte de viaje al revés ...Como si aquello fuera un recomenzar infinito de historias –unas, otras y tantas- entre Euzkadi y Guardalamar...Entre la vieja tierra y la nueva tierra...La vieja –nueva- tierra. En el preciso instante en que el sol amarilló el río, las dos figuras se escabulleron. Habían pasado a ser parte de la trama del aire

 

Asi como el entramado complicado, de las apariciones y muertes dentro de la familia Igarralde,mas historias adyacentes de  personajes amigos o enemigos de las mismas y los caciques políticos de ambos bandos, como también en la imaginación puesta al servicio de nombrar a esas criaturas de ficción, podríamos -y no soy exagerada -  compararla a la de Cervantes en su enredada historia de Don Quijote de la Mancha.Ya hablamos de la riqueza lingüística de la cual hace alarde el inmortal Cervantes,y donde a mi entender habría abrevado Glenia Eyherabide dada su admiración manifiesta por el autor y su obra en la novela.

 

Por otro lado también existe un  parecido en ese evocar historias familiares y describir con minuciosidad paisajes, personajes y costumbres, con Gabriel García Marquez. Incluso habría en el relato algo de realismo mágico a traves de las premoniciones de Adina Santillan, que ve mas alla del presente; tambien en la vieja curandera de la “La Nisperera”, doña Marilda y sus sucesores ;como también el sincretismo religioso de los personajes fronterizos con Brasil: Buscape y Natal; o en el enigmático personaje de Salgada, de origen desconocido que trabajaba en un burdel y muere trágicamente.

 

En cuanto a la religión hablamos del sincretismo en algunos personajes; el ateismo de Jean Igarralde (políticamente socialista);la fe católica de su tía Aranxta y de su propia madre. Recordemos la medalla  de la Virgen que Aranxta le entrega cuando Jean sale de Origi y le recomienda dársela a quien mas lo mereciera de sus descendientes. Así pasa de Jean a Juan Auxilio; de este a su hija Adamar y finalmente pasa  a su sobrino nieto Ahmed. La autora distingue en el relato los buenos clérigos que ponen en practica la palabra de Cristo, pero critica repetidamente a la Iglesia como institución, a veces demasiado autoritaria y dogmática:

 

“Esa Iglesia de latines raros, de espaldas a la gente, penumbrosa, sordomuda por decreto, ciega por arrogancia, maniatada por miedos, seguiría paralizando a varias generaciones de creyentes hasta que unos cuantos años después la reavivaría  a lucidez y pasión la figura única de Juan XXlll.”[16]

 

Y conectada a esta critica existe una enconada defensa de la escuela laica :

 

“Cuando volvía a su casa, por marzo, Inés renovaba con bríos sus estudios benditamente laicos y gratuitos.”[17]

 

“En la trama del aire” de Glenia Eyherabide, tambien es un libro  sobre los inmigrantes, que se establecieron en el Siglo XlX  a ambos lados del Río de La Plata, en este caso los integrantes de la familia Igarralde son vascos-franceses pintados muy bien por la autora que hace hincapié en la insistencia y perseverancia de esa raza  de hombres que no se permitía llorar ni comunicar su dolor y que solo se tragaban sus penas para ellos mismos “para avinagrarse por dentro”.

 

En cuanto al  carácter de novela escrita por una mujer, nos referimos a la  opinión de Maria Rosa Olivera–Williams, de la Facultad de Filosofía y Humanidades quien en su estudio “Mujeres miradas por mujeres en ficciones uruguayas de la ultima década del sigo” nos dice

 

“Resulta atractivo fijarse críticamente en las construcciones de identidades femeninas surgidas de las ficciones de mujeres escritoras al finalizar el Siglo XX(...) Si bien dicho proceso, en su estadio moderno, abarcó todo el siglo que acabamos de dejar, desde las postrimerías del Siglo XlX, mostrando que las problemáticas  del feminismo se engendraron en las ideologías resultantes del desarrollo y profundización del modo de producción capitalista internacional”.(...) Finaliza “un siglo que con justicia recibió el nombre de las mujeres”, ”las maneras en que éstas subvierten las fuerzas de regulación genérica, muestran modelos de identidad que no sólo son reales sino que sirven” como diría Foucault ”como punto de pasaje” en las relaciones de poder entre gobierno y población.”[18]

 

Un hecho distintivo según esta crítica es recuperar “el mundo de la la sensibilidad montevideana a través de las historias privadas de una familia de inmigrantes[19]”, como sucede, agrego personalmente, en Glenia Eyherabide.

 

El Siglo XX fue el Siglo de la emancipación femenina y esto lo resalta muy bien nuestra novelista al referirse a la conquista del voto femenino en el Uruguay:

 

“Al año de casados (1934), casi con la avalancha del voto femenino, nacieron los mellizos”[20]

 

Así pinta la autora la suerte de las empleadas domésticas por la década del 30: ”Viridiana deseaba casarse como una Señorita de sociedad, con hombre que  la quisiera, ”pobre y bueno y basta”, como a veces se le escapaba. Pero eso era difícil porque a las empleaditas de casa decente las tomaban como diversión de algunas  noches, a escondidas, y hasta más ver.”

 

De los siete capítulos del libro, el sexto es el de mayor contenido histórico político.

 

A lo largo de la novela también la autora registra la lenta lucha de las mujeres para no  ser  un apéndice del hombre y ser buscada sólo por su sexo, sin poder interferir con sus opiniones en el futuro de la familia. Claro que hay casos excepcionales como el de Adina Santillán respetada no sólo por su esposo, sino por su hijo Juan Auxilio y sus descendientes varones.

 

Pero en general hasta casi la mitad de nuestro siglo la autora nos presenta en muchos casos casamientos donde tiene mucha ingerencia la opinión de la familia de los novios; o mujeres sumergidas en la prostitución carnal en desdichados burdeles.

 

Sin duda, ya Inés, hija de Ahmed y la nieta de este último, Nestah, actuarían como mujeres totales.

 

Cabe señalar para concluir este análisis, la opinión  del escritor y crítico argentino Ricardo Piglia que en una entrevista para la Revista Cultural Ñ, expresa sobre uno de los rasgos de la narrativa actual: la autoficción al referirse a los muchos escritores que la practican:”combinan esa especie de escritura autobiográfica con cierto tipo de reflexión y de reconstrucción de una historia. Doris Lessing, reciente Premio Nobel, también trabaja así. La autoficción plantea el mundo de las anécdotas y de la experiencia, que ha sido en muchos aspectos el eje sobre el cual la novela ha funcionado siempre: la cuestión del sentido.(...)La cuestión de la memoria involuntaria, de la memoria falsa,cómo construye uno su propio relato...A veces, pienso, irónicamente que no nos podemos conocer, pero que tal vez nos podamos narrar.”[21]

 

“En la trama del aire”, Glenia Eyherabide se ha sabido “narrar”, ha urdido los recuerdos muy bien documentados y fantaseados en una novela histórica-familiar, magníficamente escrita, donde no se elude el compromiso social con el Uruguay y su gente.


Notas: 

 

[1] "Mercosur literario" de Susana Boechát

[2] Di Nucci, Sergio, Página12, Radar Libros, Buenos Aires 12-02-06, escrito en Montevideo.

[3] Ídem.

[4] Trigo, Abril, ”Cultura uruguaya o culturas linyeras”?

[5] Eyherabide, Glenia, ”En la trama del aire” Ediciones El Galeón, Montevideo, Uruguay, p.129

[6] ídem, p.151.

[7] Eyherabide, Glenia, ”En la trama del aire”, ediciones El Galeón, Montevideo, Uruguay, p.170

[8] ÍDEM, P.293

[9] ídem, p.284

[10] ídem ,p.118

[11] Eyherabide, Glenia, ”En la trama del aire, ediciones El Galeón, Montevideo, Uruguay, 2002

[12] ídem p.10

[13] ídem p.17

[14] ídem 130

[15] ídem p.17

[16] Eyherabide, Glenia, ”En la trama del aire”, Ediciones El Galeon, Montevideo, Uruguay, 2002 ,p.310

[17] idem,p.310

[18] Olivera–Williams, Mría Rosa, Revista Chilena de Humanidades, Santiago de Chile, 1-1-00

[19] ídem

[20] Eyherabide, Glenia, ”En la trama del aire”, Ediciones El Galeón, Montevideo,Uruguay.,p.294

[21] Diario Clarín, Revista Ñ, reportaje a Ricardo Piglia ”Hay que llegan tarde a la moda “, Raquel Garzón, Buenos Aires, 26-1-08

Susana Boéchat
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