César Vallejo, Camino hacia una tierra socialista. Escritos de viaje (selección y prólogo de Víctor Vich), Fondo de Cultura Económica, 2014, 328 páginas

reseña de Mónica Bernabé (Argentina)

 

Recién a mediados de la década de 1980 fueron exhumadas las crónicas que César Vallejo escribió durante quince años desde Europa. En 1984, la Universidad Autónoma de México publicó en dos tomos, con prólogo y notas de Enrique Ballón Aguirre, casi trescientos textos. En 1987, Jorge Puccinelli coordina la edición peruana bajo el título Desde Europa. Crónicas y artículos (1923 - 1938). Fueron muchos años de paciente búsqueda en archivos personales y en hemerotecas destinados a salvar del olvido textos perdidos, la mayoría de ellos aparecidos en los diarios Mundial y Variedades de Lima, El Norte de Trujillo, El Comercio de Lima y Bolívar de Madrid. La labor de Puccinelli continuó durante décadas hasta la edición de Artículos y crónicas completos en el año 2002 por la Pontificia Universidad Católica de Lima, fuente autorizada que Víctor Vich ha consultado para esta valiosa selección.

Si bien Vallejo llega a la crónica por apremios económicos, es curioso el modo en que sus envíos periodísticos terminan por conformar un conjunto indispensable para aquellos que se interesen por estudiar las genealogías tanto de sus poemas como de su imagen de escritor. Su escritura tensiona el género crónica en la medida en que pone en escena una serie de marcas y notas autobiográficas a través de las cuales lo vemos revisar su poética, definirse políticamente en numerosas ocasiones, contradecirse y, otras veces, rectificarse.

La antología publicada por Víctor Vich tiene el gran mérito de presentar un Vallejo esencial. En primer lugar, dibuja un trayecto (si de viajeros se trata, nada más ajustado que organizar una vida en relación con una serie de espacios) que en el caso de César Vallejo es inseparable de un itinerario intelectual y artístico. Su escritura propone un intenso registro del espacio y del tiempo a causa de las múltiples tensiones e inestabilidades que la constituyen y la serie de fronteras culturales y lingüísticas por las que atraviesa. En segundo lugar, esta antología nos sitúa frente a los tópicos sobre arte y política que constituyeron las preocupaciones centrales del poeta peruano desde 1923 hasta su muerte. La lista es larga, aunque los temas principales son las modalidades del consumo en la sociedad capitalista, la importancia de la publicidad y la moda, las formas de la política burguesa, el valor del arte y la literatura en el marco de las estéticas de la vanguardia, la velocidad como regulador de la vida moderna, el socialismo como horizonte de liberación, el lugar de América en el mundo europeo.

La antología está organizada en cuatro secciones que dibujan una cartografía de la experiencia de Vallejo, desde su salida del Perú en 1923 hasta su muerte en París en 1938, a través de diversos materiales de archivo donde se cruzan cartas, crónicas y poemas. Las tres primeras secciones fueron articuladas a partir de los tres lugares de Europa en los cuales Vallejo desplegó sus pasiones poéticas y efectuó, in situ, observaciones sobre los procesos de cambio social y político de su época. En primer término está París. En la mirada de Vallejo, en la década del veinte, era una ciudad que sobrepasaba largamente la mera condición de urbe cosmopolita. En virtud de un extraordinario mecanismo de convivencia, en París los extranjeros podían coexistir en compenetración profunda y plena al ritmo "cósmico de ciudadanía universal". Como sostiene Vich en el prólogo, a Vallejo no le interesaba formular un proyecto identitario culturalista sino la búsqueda de una singularidad universalizable, es decir, apostaba por construir un nuevo universalismo capaz de hermanar a la humanidad. Sin embargo, el alcance de la total dignidad humana sobrevendría cuando el cosmopolitismo experimentado en París tomara la forma del comunismo avizorado en Moscú. Estas son las premisas que lo impulsan a viajar tres veces a la Unión Soviética, segundo término de un itinerario marcado por la exigencia vanguardista de futuridad. Ante la dictadura del proletariado, asombra la emergencia de un Vallejo cargado de optimismo por lo que apenas alcanza a vislumbrar. El cronista viaja para ver en representación de todos. Es el testigo que quiere dar testimonio de lo que ahí estaba ocurriendo y al que hay que creerle menos por lo que dice que por su honestidad de hombre justo. Desde Moscú, Vallejo ejerce una mediación extraña. Ve y escucha en representación de sus lectores al tiempo que él mismo depende de la mediación de una intérprete que no adhiere al régimen. Mediación mediada que impone excesiva distancia entre sus informantes y sus lectores. Como señala Vich, en los textos dedicados a la experiencia soviética combina su habilidad de reportero con descripciones casi etnográficas de la vida cotidiana en el socialismo, a las que suma una serie de análisis teóricos en los que despliega lo aprendido en sus lecturas de materialismo dialéctico. Es curioso cómo el marxista convencido y entusiasmado termina por asumir la dirección de un relato que deja afuera la médula de los hechos que narra, a punto tal que la interpretación -que por momentos roza los territorios del dogmatismo- termina ganando la partida, opacando el análisis crítico del viajero que en todo momento enfatizó su carácter de observador independiente.

El tercer término del viaje de Vallejo es España. Allí escribe con la emoción y la conmoción profunda suscitada por la defensa de la República y el estallido de la Guerra Civil. España es el lugar donde experimentó más hondamente su condición de "ciudadano cósmico" en el sentido que la expresión adquiere en la crónica "El disco de Newton", es decir, una ciudadanía universal que al mismo tiempo permite mantener las señas autóctonas que delatan un lugar de procedencia. Los acontecimientos de España fueron la demostración más impactante de la sustanciación de una hermandad universal que también podía sonar en español. De este modo, las crónicas de la guerra trasvasan directamente a su poesía última para otorgarle un carácter documental inédito.

Acertadamente, la antología concluye con una cuarta sección que diseña otro término del viaje: la configuración de su excepcional imagen de artista. Apelando a las palabras del mismo Vallejo, podríamos denominar esta zona como la de sus "nebulosas políticas", es decir, el espacio de escritura donde, lejos de cualquier dogma o catecismo, combustionan una serie de ideas, postulados y experiencias que funcionaron como el núcleo generador de su sensibilidad de artista. En esta zona, Vallejo logra dar con una perspectiva para ver y una posición para analizar las estrategias culturales del capitalismo, las formas en que la modernidad regula la vida de la humanidad, los modos en que el arte y la literatura de la segunda y tercera décadas del siglo XX responden a los desafíos de una época convulsionada por la guerra y la revolución.

La selección de materiales que propone Víctor Vich nos abre la posibilidad de una lectura productiva que, atravesando las barreras de los géneros, acorte distancias entre literatura y periodismo, entre teoría y práctica, entre arte y política. De las potenciales derivas interpretativas que suscitan los escritos de un viajero tan excéntrico se impone la pregunta por las motivaciones que subyacen en su pulsión itinerante: ¿Hacia dónde viajaba Vallejo? ¿Desde dónde partía? ¿Cuál era su lugar en el mundo? ¿Dónde su casa? ¿Dónde su destino? A través de la lectura de sus crónicas podemos confirmar que los dilemas de Vallejo estaban muy próximos a los de otros escritores sin casa para los que George Steiner imaginó un espacio extraterritorial. La situación vallejiana es paradójica y al mismo tiempo paradigmática: estamos ante un sujeto que viaja y simultáneamente fija su residencia en la intemperie. Migrante del futuro, residente en la tierra, Vallejo forma parte del grupo de escritores con raíces portátiles: fuera de las fronteras de su país y sin domicilio fijo, halló las marcas de una lengua personal para poder forjar una escritura donde colapsan todas las brújulas. Viajero con pasaporte peruano y aspirante a ciudadano del mundo, Vallejo habitaba en sus contradicciones. Basta con advertir su curiosa manera de programar uno de sus viajes cuando solicita a la burocracia diplomática de su país un dinero para el retorno, para su "repatriación" y, en el momento de obtenerlo, termina destinándolo a un viaje en dirección opuesta, hacia el Este, hacia la tierra socialista, como reza el título de la antología. Frente a esta contradictoria conducta, una respuesta rápida podría argumentar sobre las estrategias de la pobreza del artista, sobre su "inquerida bohemia", sobre las tretas del débil. Sin embargo, entre la solicitud del dinero para el retorno y el desvío final hacia Moscú se interpone un resto como testimonio involuntario de las formas particulares que el cosmopolitismo asumía para Vallejo. Lo cósmico de su cosmopolitismo constituye una estrategia de relación entre el lugar de procedencia, su Santiago de Chuco natal, y una serie de destinos inciertos; entre un pasado nunca cancelado y un futuro abierto a lo imposible.

Vallejo se mueve en una heterotopía de tiempos múltiples y, en sintonía con su singular coyuntura, encuentra orientación gracias a la inclaudicable razón poética que circula entre las diferentes formas discursivas que practica para terminar configurando un continuo textual entre epistolario, crónicas y poemas. Y, justamente, este es el punto donde reside uno de los mayores aciertos de la selección de Vich cuando decide iniciar los escritos de viaje de Vallejo con la carta en la que informa su arribo a París al "queridísimo hermanito Víctor". En la intimidad familiar, resuena clara la lengua arcaica de la infancia que es la misma que vibra en sus poemas y que se oye como telón de fondo en los momentos nostálgicos de las crónicas del viajero: "El Altísimo permita que mis letras los hallen llenos de bienestar, papacito y toda la familia. El Altísimo también me hizo llegar sin contratiempo alguno a esta gran capital, que según opinión universal, es lo más bello que Dios ha hecho sobre la Tierra. Aquí estoy ya, y me parece todo un sueño, hermanito amado. ¡Un sueño! ¡Un sueño! Quiero llorar ahora, viéndome aquí, tan lejos de ustedes. ¡uf! ¡Muy lejos! Quiero llorar mucho, a torrentes porque mi dolor y mi tristeza asoman a mis ojos y no me dejan escribir." (p. 39). Si los escritos de viaje se abren con una carta que anuncia la llegada a la tierra prometida, alcanzan su total eficacia cuando cierran el ciclo con un poema póstumo, elegido entre los muchos que Vallejo dejó inéditos anunciando su propia muerte, en suma, informando sobre el destino final de todos que es una forma de hermanarse con lo universal, una forma de penetrar y perdurar en lo humano: "De todo esto yo soy el único que parte [.]. Y me alejo de todo, porque todo / se queda para hacer la coartada: / mi zapato, su ojal, también su lodo [.]". Perfecta demostración de una escritura que resiste a las divisiones y clasificaciones estériles tanto como resiste soberanamente el paso del tiempo.

 

Mónica Bernabé

Universidad Nacional de Rosario

Publicado, originalmente, en Prismas. Revista de Historia Intelectual  - Vol.19 no.1 Bernal jun. 2015
Centro de Historia Intelectual, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Quilmes

 

César Vallejo en Letras Uruguay

 

Ver, además:

Editado por el editor de Letras Uruguay

Email: echinope@gmail.com

Twitter: https://twitter.com/echinope

Facebook: https://www.facebook.com/letrasuruguay/  o   https://www.facebook.com/carlos.echinopearce

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/carlos-echinope-arce-1a628a35/ 

Círculos Google: https://plus.google.com/u/0/+CarlosEchinopeLetrasUruguay

 

Métodos para apoyar la labor cultural de Letras-Uruguay

 

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de Mónica Bernabé

Ir a página inicio

Ir a índice de autores