Soliloquio 
Por María Cristina Berçaitz

En tu ausencia
presiento tu presencia.
¡Esta loca manera de extrañarte!
Este dulce dolor que me acompaña...
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El sinuoso camino de mi vida,
transcurrido por desiertos y ciudades,
se cruzó varias veces con el tuyo.
Hoy decidí seguirlo, paralelo,
escondida entre selvas y lagunas,
salpicada de luces y rocío.

Cada tanto te detienes a mirarme,
a recoger las flores perfumadas,
a tirar piedrecitas en el río,
a sentarte sobre la hierba húmeda
para ver nublarse
la luna y las estrellas.

Nunca habrá para nosotros
amores juveniles,
ni el arder de fogatas frente al mar,
o el perderse en las sombras caminando.
No tendremos espacios en el tiempo,
No tendremos campos verdes, o un trigal.

Pero, profundo como el cielo azul
y vibrante como las cuerdas tensas
que desgranan la música y el alma,
así siento nuestro amor,
así nos entregamos vos y yo, en mutua comunión.
¡Tantas cosas sentimos de igual forma!
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es tan dulce y dolorosa tu ausencia,
que es casi... una presencia.

María Cristina Berçaitz 

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