Cristina Castello dice: |
Como quienes pelean en la guerra por no matar y, a la vez, mantenerse vivos, Cristina Castello, pelea en la jungla de la brutalidad de la economía que azota desde hace años Argentina. Por seguir fiel a sus convicciones y por no ser una asesina más, de la legión de quienes matan la poesía. Ella es poeta, aun cuando no habla, aun cuando no escribe. Y trabaja como periodista; una de esas pocas que han pasado por los medios gráficos, por la radio y la televisión (diario Tiempo Argentino, revista Gente, Viva, la dominical del diario Clarín, radio Splendid, conductora del programa de TV Sin Máscara, docente de La entrevista periodística, etcétera) y que, desde su postura ética, se opone al video clip en que se ha convertido la vida… un vértigo infernal que a las emociones, mata. Eso mismo, su ética para la razón y la acción, la hace ver con ojos de asombro el desparpajo con que se conducen la mayoría de los políticos y los dirigentes modernos. Una modernidad de egoístas y traidores… esos a quienes no les importan los demás, esos que traicionan el espíritu de la poesía. Castello habla de una realidad que no es la que cuentan los medios de comunicación en toda América Latina. Señala la deshumanización y la soledad de los que están en medio de la masa. Y dice cómo salvarse de la locura, a través de las semillas que sueltan sus palabras (G.B.) B |
-¿Qué
es un poema? -
Es… como un extracto de Universo, ¿no? Pero hablo de lo que es
poesía y no de aquello a lo cual con ligereza se llama así. Cualquiera,
en todas las ramas del arte –ni hablar del espectáculo- se auto titula
artista; como si vos o yo dijéramos que somos médicos, abogados, o científicos.
O astrónomos… ¡eso me gustaría¡ Todo el tiempo de cara el cielo…
¡cuánto regocijo! -
En privado me diste nombres de personas consideradas grandes
poetas, inmerecidamente, según vos. Nunca lo expresaste como
periodista,… ¿es tu primera cobardía? -
No sé, pero no lo creo. En mis tantas entrevistas enfrenté a los peores
monstruos -represores, asesinos, torturadores- y
jamás callé. Y si no tuve miedo no fue por valentía,
sino por mi hambre de respeto a la vida. Sin embargo, con los
supuestos artistas juega otro criterio. Esos malos-o falsos-
poetas o artistas pueden ser productos del marketing, pero
no son "el" demonio; entonces siento que no puedo vaciar
de contenidos -de creencias- a las personas, si no hay otros para
reemplazarlos. -Explicate
por favor… -
Supongamos que alguien está sostenido por muletas y vos nos las
ves en buen estado. Si se las sacás, tenés que darle otra, iguales o
mejores. Si no, la persona se desplomará. -¿Lo
intentaste? -
Sí y aprendí que hay tiempos para decir ciertas cosas. «Hay voces
demasiado graves como para que tengan una resonancia inmediata», escribió
Oliverio Girondo. Y es verdad: cuando las personas no están preparadas
para escuchar, se produce el efecto inverso del que uno desea. ¿Cómo decís
a alguien que la letra de esa canción que se cantó, por ejemplo
con el retorno de la democracia, es de un mal poeta?
-Es
difícil, sí… -
Sí, porque hay un mundo detrás donde además de la poesía, hay
latencias espirituales: el aroma, el sonido y la vivencia convertida en
recuerdo de alguna estrofa. De versos que son sobre todo, una resonancia
interior. ¿Ves que no es fácil el tema? Y lo mismo pasa con la política:
viví muy de cerca -y sufrí- que los alertas proféticos de buenos
-brillantes- políticos no se escucharan a tiempo. Nos hubieran salvado
como país. Recuerdo que entonces pensaba en aquello de Nietzsche de que
hay hombres que nacen póstumos. Y es muy fuerte y terrible, pero pasan
esas cosas. De todos modos esta es mi actitud como periodista pues como
poeta busco amparo en mi silencio interior y en mi soledad,
indispensables. -
Pero tu poesía es reveladora... y rebelde, claro. -No
podría callar porque la poesía es y merece coraje; porque es una
grandeza humana, una ventana a la plenitud y mucho, mucho más. Sin
embargo, no me gusta el panfleto ni el grito y creo que con economía de
palabras y de gestualidad con ellas, puede haber una tensión espiritual y
una denuncia: una develación. La palabra escrita cuando es arte –como
el arte en general- puede ser profética. -
¿Qué casos de palabras proféticas
recordás? -
Muchos, y de pintura y de música. Pero
mejor dejame hablarte de Kafka. En El proceso muestra una suerte de
modelo de un Estado de terror y se anticipa a la invasión que el
totalitarismo hizo después, de la vida privada y sexual. Con la mirada
seguramente en el futuro, en La colonia penitenciaria vislumbra las
maquinarias del terror del nazismo y esa extraña y enferma relación
entre algunos verdugos y víctimas. Y en La metamorfosis, si bien
en mi primera lectura adolescente vi en Gregorio Samsa sólo a un bichito,
después lo vi como símbolo del destino de millones de seres humanos, que
murieron en los campos de concentración. Fijate que él lo llamó Unfeziefer
y curiosamente fue esa la palabra, con que los nazis llamaban a los
pobrecitos que morían en las cámaras de gas. Recordemos que Kafka murió
en 1924… ¿Fue o no profético? -
Me impresiona… -
Nos impresionará siempre, porque creo que el arte puede desaparecer recién
cuando la pregunta sobre la existencia de Dios deje de tener vigencia.
Pero ese interrogante será eterno. Y eterno será el arte. Hasta las cosas,
según Jacques Brosse están
contentas de ser vistas por los poetas y anhelan que ellos las miren. No
es poco, ¿no? -
¿Y qué dicen de esto los críticos?
-
Los críticos… los críticos, salvo excepciones, poco saben. Muchos
–no todos- son artistas frustrados, otros negocian y/ o se venden y muchísimos
son parciales. Dicen palabras como profundo, inefable, obra metafísica
(a aquella que no saben cómo encasillar, porque necesitan encuadrar
en algún ismo)… ¡y ni qué decirte el abuso que hacen de la
palabra misterio¡ -
Al misterio entonces, ¿qué es?
-
A ver… «Misterio. ¿Por qué danzan los árboles? Porque el viento. ¿Y
por qué el viento? Porque Dios. Y si Dios... ¿por qué no estás acá?»
Bueno, esta fue otra disgresión: se me ocurrió jugar con palabras
mientras miraba el arbolito de mi terraza. En realidad, creo con Gauguin
que el misterio es la única certidumbre; y lo acecho y lo apremio y a la
vez lo espero, paciente, porque es una de las bellezas de la vida. Pero
cuidado: hablo del concepto y no de las personas que juegan a misteriosas
y no son más que hipócritas y con máscara.
-Cristina
Castello, ¿qué papel debe jugar el Estado en materia de cultura?
-Debería
-tené en cuenta el tiempo del verbo- debería hacerse cargo de los
problemas fundamentales del financiamiento de la cultura, como ocurre en
algunos países del llamado Primer
Mundo... aunque ninguno está bien en estos tiempos. En esta castigada colonia
del «Norte», que somos quienes vivimos en América del Sur, -¿países
todavía?- todo se deja en mano de los auspiciantes privados. Y a ellos no
les interesa fomentar la cultura: mientras más ignorante sea un pueblo
mejor será para sus intereses. -¿Cómo
es en otros países? -No
tengo datos de hoy pero te doy un ejemplo. En Alemania el aporte de los sponsors
era hace dos años, del cuatro por ciento. Nada más: del resto -que
es la totalidad- se hacía cargo el Estado. Kathina Dittrich van Weeringh,
especialista alemana en cuestiones culturales estuvo entonces en Buenos
Aires y señaló el concepto más que interesante, que sostiene junto a
sus colegas europeos: «La menor cantidad de Estado posible pero todo el
Estado que haga falta». Pero hablamos de Europa, y aunque ahora también
tiene problemas, es otro mundo… acá querrían todo el Estado que
haga falta… ¡para robárselo¡ No olvido que durante la terrible
presidencia de Carlos Menem, un alto funcionario de Santa Fe (provincia de Argentina), se robó
todo y también… ¡un puente¡ -
Si no fuera trágico, sería para reír… ¡qué horror¡ ¿Qué me decís
de la educación? -Que
no se educa: se prepara a los niños y jóvenes para los valores de
la Bolsa y nadie tiene conciencia de sus derechos ciudadanos y ni siquiera
de los que le otorga la constitución como persona humana... ¡ni qué
hablar de lazos fraternos¡ «Hay una palabra que me exalta, una palabra
que nunca he oído sin estremecerme, sin sentir una gran esperanza, la más
grande de todas. La de vencer a las fuerzas de ruina y de muerte que
agobian a los hombres. Esa palabra es fraternidad». Lo escribió Paul
Eluard, y creo que la fraternidad, precisamente, es una de las salidas.
Pero es tan grave lo que ocurre en
Argentina -sobre todo a partir de los genocidas del período 1976-1983 y
del «gobierno» de Carlos Menem- que las personas están más ocupadas en
sobrevivir, que en vivir. -«Una
de las salida»", decís. Nombrame otra… La
gran salida es la ética, para -entre otras cosas- abolir este pensamiento
único. Pero me refiero a la ética de las ideas y a la ética de la
acción, como escribió hace años un pensador argentino. -¿Hacia
un nuevo humanismo? -
Digamos que hacia formas humanas de vida. Y para eso es importante que la
cultura contenga la posibilidad creadora y no la mera transmisión de saberes
emparentados con la tecnocracia y tendientes al exitismo; porque así
se forman seres deshumanizados -parecen mutantes- llenos de
aparatos electrónicos y con el alma vacía. ¿Sabés qué pasa? La
sociedad está fragmentada y a partir de allí, todo lo que se da con el
nombre de cultura son también fragmentos. Fragmentos de la nada.
Es la estética del video clip. -
No hablás del video clip como valoración estética…
-
No, hablo de la vida como video clip, como explosión de fragmentos. Modo
de publicidad al fin, aunque su origen fue la difusión de música, su
objetivo es el consumo. Y si bien al principio estuvo dedicado a la
juventud, la televisión incorpora cada vez más elementos suyos. La vida
parece un video clip y en ella la velocidad y el vértigo tienen la
batuta. No existe la pausa y se dice nada con la apariencia de que se dijo
todo. Importa el movimiento, aunque anestesie. O por eso mismo. Los
valores son descartables. Son antiguos el debate y el diálogo, la palabra
es anacrónica y pensar es vetusto… no sea que se nos ocurra vivir a
conciencia despierta. Entonces me pregunto: ¿el mosaico del video clip
nos ubica en el mosaico de la existencia? Lamentablemente, parece que sí:
imágenes aceleradas, vida acelerada. Aquejados de apremio, olvidamos
transitar la existencia como posibilidad creadora. Y yo me opongo y sigo
luchando para que, quienes sacralizamos la vida, sigamos en la misma
senda. -
Quisiera pensar que lo tuyo es pesimismo, pero veo tus palabras como una
película de la cotidianeidad… -
No soy pesimista. Creo en la vida y por eso digo estas cosas. Y repito por
milésima vez uno de mis lugares comunes: para poder burlar la
realidad, hay que conocerla. Y todo lo que digo y hago públicamente y
en privado, es un intento de contribuir al cambio: la vida no puede ser
tan miserable y con tantas personas sufrientes. No puede ser, no puede
ser… ¡no quiero, me niego a que sea así¡ En cambio, quisiera que viviéramos
como hacía Nicolás Poussin en sus pinturas, cuando incorporaba la teoría
lingüística de la doble articulación. Con minuciosidad admirable
realizaba cada parte de ellas, con la misma dedicación y esmero, técnica
y obsesión, que ponía en todo el cuadro. -
Así debería ser nuestra vida… -Sí,
porque nada menos que la vida es lo que está en juego. ¡Pero el video
clip de nuestras propias vidas, nos hace dar importancia al éxito, más
que al triunfo. Nos despedimos de todos con besito -como fórmula y
sin cariño- y estamos en contacto: interesa más el follaje
que las raíces y las palabras o la palabra, no quieren decir nada.
Tampoco hay espacio para pensar, ni para sentir; es como si tuviéramos
que vivir en estado de coctelera. ¿Y dónde la tibieza y la capacidad de
locura; y la alegría y el entusiasmo y el deber de la belleza? Parecen en
retirada -creo que sólo parecen- y por eso creemos que perdemos
tiempo con los afectos hondos, con la lectura, o si nos asomamos al prójimo.
-
En cambio ese es tiempo ganado, en vida, en intensidad…
-
Absolutamente, pero hay tanta enajenación hoy que no valoramos que usamos
ese tiempo, para ser personas; ni nos damos cuenta de que, como escribió
George Steiner, reemplazamos ingestión por consumo. Y con
el mero consumo, el arte, al amor, la política, la religión… ¡la
vida! pierden su poder de implosión: de explotar para adentro. -
Cristina, ya mismo,… ¡vamos a «burlar la realidad»¡
-
Ya lo estamos haciendo con este diálogo. A ver si podemos dejar de vivir
jadeantes de urgencias. Y para que la unión entre todos, no esté basada
sólo en la convocatoria a unirnos por la inseguridad diaria que vivimos
en las calles y en nuestras casas; para que esa unión sea fraternidad.
Para que esa unión sea unión, entrega, amor y no la máscara solidaria
del miedo: «cuidado, me pasó cerca, me puede tocar a mí». Y… ¡por
Dios¡... Para que el arte y la cultura sean luz, camino, búsqueda; y
para que nuestras vidas no sean una sucesión de fotografías de un álbum
cotidiano que se consume, pero no se ingiere.
-
Sos una mujer fuerte: nunca lo dudé…
-
No soy fuerte, no te equivoques. No tengo una fibra más en el alma y
sobre todo con mi delgadez y cansancio, tampoco una célula más en el
cuerpo. Sólo trato de ser digna. Y buena,..
la bondad, tan desprestigiada, es un valor. Y trato de transmitirlo.
Quiero que hagamos la gran empresa de recuperar la inocencia. No, no soy
fuerte... simplemente lloro para adentro y mis pupilas se secan y mis ojos
se enferman... porque no lloro con lágrimas visibles. Pero también yo
sufro. Y también necesito abrigo, cobijo, amparo. Ternura. Y lo
necesito tanto, como necesito darlo. Tengo, sí, la llama bendita de mi
amor por el Arte, por la vida y por las almas sin sombras o por las que
tuvieron sombras pero pudieron volver a la luz.
-
Pensaba que hace unos segundos que no citás poesía…
-
Esto que hacés es de buen periodista. Con una sonrisa y una observación,
cambiás el clima. Además, adivinaste…
estaba por citar a Paul Celan, un poeta superior, un hombre que padeció
los campos de concentración y que, sin embargo, hizo tributo a la vida y
a la belleza. En el libro Cristal de Aliento hay tanta vida, tanto
cielo… escuchá: «... En la fuente de tus ojos/ viven las redes de los
pescadores/ del mar errante./ [...]/ Sólo al renegar soy fiel./ Soy tú
cuando soy yo...» -Bella
palabra, bella vida… ¡a pelear por ella¡
-
Y mirá el sol de esta tarde. Y la sonrisa de esas lavandas que decidieron
nacer en este invierno crudo, para darnos testimonio de vida. Y mirá las
nubes rosadas y los leños prendidos acá, en mi casita. Y recordá a
Miguel Hernández que… -
Yo sabía… ¿qué sería de tu vida sin poesía?
-
No sería. Y lo de Miguel Hernández, dejame que lo diga… «Ah, qué
buena la tierra de mi huerta. Hace un olor a madre que enamora… ». Y lo
de Yeats: «… un solitario impulso de deleite me impulsa a este placer
de nubes». Y nadie sabe, pero contemos que mientras hablamos escuchamos
los Nocturnos de Chopin, que son el arte y que el arte es la vida.
-
Y nadie sabe tampoco que entre las lavandas, y Chopin, y los leños, se
escucha también el sonido de los mails que caen y caen en tu
computadora… -
Sh... no digas nada… ¡Es música¡ Son amores sublimes y sublimados.
Son certeza. No son mails
sino gorrioncitos del cielo. Esto que cae es amor, de quienes
siguieron mi trayectoria en medios gráficos y/ o de quienes veían mi
programa de televisión Sin Máscara (volverá)... y de
quienes me ven «en» poesía... es un amor tan grande como el que siento
por ellos. Y es certeza, cuando son mails de personas que escriben por
primera vez, y con sus palabras me enseñan que las semillas que sembré,
germinan. -
Quería preguntarte sobre periodismo, pero ahora…
-
No… ¡qué periodismo! El periodismo es mi excusa para contrabandear
arte, valores, vida… o por lo menos para intentarlo. -
¿Cerrás la entrevista con
un poema… o con un fragmento? -
A ver... ¡Sí¡ Edgar Allan
Poe tomó posesión de mí en este instante… ahí está el misterio.
Escuchá: «… Los que sueñan despiertos saben de mil cosas que escapan
a quienes sueñan dormidos. En sus brumosas visiones, captan vuelos hacia
la eternidad-. Y al despertar se estremecen al comprender que por un
instante, estuvieron al borde del gran secreto». Bueno… ¡Vamos a hacer
la revolución de los sueños¡ [1]
Gabriel Bauducco es periodista y escritor. Es argentino y vive en México. |
Gabriel Bauducco - 2007
Ir a índice de América |
Ir a índice de Bauducco, Gabriel |
Ir a página inicio |
Ir a mapa del sitio |