Colabore para que Letras - Uruguay continúe siendo independiente

José Antonio Portuondo: un intelectual orgánico.

M Sc. David Batista Vargas

José Antonio Portuondo Valdor, es quizá una de esas figuras dentro de la literatura cubana que no será olvidada aun cuando el paso inexorable del tiempo indique inclinar la mirada hacia nuevas y refrescantes formas de hacer literatura y de hacer filosofía.

 

La intención de aproximarse a la vasta obra de este hombre de las letras, es a mi modo de ver, un homenaje al amigo, al ser humano de virtudes y defectos, al intelectual lúcido y complaciente con sus semejantes, pero también severo con la pluma en el momento tenso y evocador de la crítica literaria, aquella que le permitió pulsar y potenciar los diferentes momentos del proceso de formación de nuestra identidad nacional, sobretodo a partir de los años difíciles que le siguieron a la década del veinte y hasta su desaparición física en fecha tan reciente como marzo de 1996.

 

 Intelectual orgánico, que logró con sus críticas literarias y en su ensayística aportar un manantial inagotable de producción teórica, que lo ubica  dentro de esos hombres que de manera ascendente, fue conformando un pensamiento comprometido no solo con la necesidad de transformar la etapa histórica en que le toco vivir, sino que cuanto hizo estuvo acompañado de una base teórica eminentemente marxista, clasista y de principios.

 

Bebe  de las fuentes primigenias de un proceso que tiene su génesis en el pensamiento más avanzado de  finales del siglo  XIX, que ya revela la formación de una conciencia nacional independentista, liberadora y emancipadora  por esencia, que aunque se vio mediatizada por decenios de neocolonialismo, sirvió igualmente para fundar y refundar  una nueva voluntad de los cubanos que  favoreció retomar en los años 20, lo mejor del pensamiento de esta histórica etapa de la nación,  con figuras de gran ascensión filosófica como es el caso de José Martí, Enrique José Varona, José de Luz y Caballero y otros filósofos, mezclándola con lo mejor de la producción intelectual de la primera mitad del siglo XX.

 

Toda nación en formación exige objetivamente más allá de la voluntad de los elementos humanos y materiales que la componen, una influencia del mundo circundante, de lo bueno y de lo malo que  le llega de otros lugares y ejerce sin dudas en el pensamiento nacional una influencia reguladora que acaba por favorecer, fomentar y desarrollar la identidad como una suerte de síntesis de las costumbres, de la memoria y de las tradiciones de los pueblos.

Tener en cuenta estas duras realidades de un contexto socio-político complejo; le permite a  José Antonio Portuondo  sedimentar su obra en un desbordante  humanismo que le llega a su formación, lo pule, lo fortalece espiritualmente y le brinda los instrumentos necesario para vertebrar una obra comprometida, de alto vuelo filosófico,  desde una base antropológica que ha trascendido en el tiempo y  forma parte de las mejores tradiciones de un pensamiento nacional emancipatorio, que se ha tejido y complementado con otros intelectuales tales como: Juan Marinello, Nicolás Guillén, Navarro Luna, Jorge González Allué, Ángel I. Augier, Raúl Roa, Alejo Carpentier, entre otras figuras descollantes de las letras y de la cultura en general Cubana.

 

En su condición de crítico literario, sintió la necesidad de profundizar no solo en las obras cumbres de la literatura universal, sino también aquellas  de probadas manquedades estéticas, lo que le permitió crear las bases de un sistema de análisis teórico  como crítico,  reconocido  en el ámbito nacional e internacional.

 

En su obra “Bosquejo Histórico de las Letras Cubanas, (La Habana 1960)”[1], da muestra de un conocimiento profundo de la producción literaria nacional y universal,  de la historia y  de la filosofía, para lo cual emplea su mejor instrumento: la crítica creativa y generosa, dirigida a una exhaustiva hermenéutica de lo mejor del pensamiento humano. 

 

Resulta  valioso, el recorrido que realiza por el pensamiento filosófico y literario, con un exquisito baño  de buena historia, que deja un sabor   agradable que conmina al lector a buscar nuevas y variadas fuentes de información. Este ritmo original de hacer sus críticas literarias, es una constante en todos sus materiales escritos, de ahí, que sean muy agradables sus lecturas, incluso aquellas de rebuscada oratoria, resultado de su labor como  investigador y voraz lector. 

 

Portuondo fue un destacado crítico y ensayista, pero a su vez tuvo suficiente tiempo para incursionar en los más diversos temas de cultura general, hizo varios análisis  sobre la obra de  Martí, estudió la influencia de otras culturas en la cubana, incursionó en  los problemas de la prensa y la organización  obrera en Cuba,  la moda, la pintura, la estética marxista, la educación, la teoría literaria desde un enfoque marxista, la crítica literaria, en fin,  tuvo la capacidad de interpretar a través de una ascensión cosmovisiva lo mejor de la producción humana en el contexto histórico en que le tocó vivir.

 

En 1959  la Revolución triunfante aplasta con esa fuerza arrolladora  de su pueblo, más de cincuenta años de gobiernos entreguitas y corruptos, de políticos farsantes, de miseria y desprecio al ser humano, pero   como toda  obra social que surge, siempre exhibe imperfecciones que Portuondo supo ver con gran claridad y en algunas de sus piezas literarias explican con especial convicción. De tal forma, que siempre lo encontraremos dando lecciones de ética y  de entrega  a la revolución como proceso de cambio, generador de nuevas y trascendentales soluciones, pero igualmente de complejas contradicciones  signo inequívoco de desarrollo y fuerza vital.

 

Justamente en este punto, encontramos vigorosas críticas a zonas de la cultura cubana, como fue el caso de las artes plásticas y aplicadas, que  padecieron de dogmas y serias limitaciones estéticas en el marco del proceso revolucionario, y tal es el caso del  conocido “Salón de Mayo”[2] en los años ardorosos de la década del sesenta, donde la presencia de obras de discutible calidad, se exhibían solo por que venían del exterior,  exaltación a una suerte de ingenuidad y de snobismo que ganó cierto espacio, que por suerte, se combatió mejor en la medida que la revolución fue favoreciendo la elevación de la apreciación y creación  de las  artes en el pueblo y muy especialmente en sus cuadros institucionales.

 

De manera, que un análisis más actual  de este fenómeno, nos llevaría a razonar bajo los mismos principios éticos y estéticos de Portuondo en la década de los años 60; en tanto aún,  se arrastra el lastre de una estética sin compromiso, vacía y portadora de un contenido banal y enajenizante, que por  suerte no constituye una regularidad, pero que existe y en muchos casos muestra un discurso desmovilizador desde el punto de vista ideológico.  Este es un tema abordado en toda su amplitud y con una dosis de permanente actualidad por el compañero Abel Prieto Jiménez, Ministro de Cultura, en diferentes foros nacionales e internacionales.

 

La cultura como producción humana,  entraña una responsabilidad del sujeto con su medio, con su entorno, con la naturaleza misma, que le permite interactuar de forma activa y armónica a la vez; bajo una visión holística del objeto de estudio de que se trate.

 

Todo lo anterior debe estar en correspondencia con la forma de pensar y actuar del ser humano. Una valoración apriorística de la realidad política circundante puede llevar al sujeto a equivocaciones epistemológicas de fondo, de ahí, que las críticas que realiza Portuondo  a los temas de las apreciaciones de las artes y de la cultura en general, llevan esa impronta  de hacernos ver la necesidad de un pensamiento complejo, capaz de ver  la totalidad del objeto, a través de sus partes y viceversa.

 

Ampliar la mirada, elevar a planos conceptuales supuestamente más actualizados y universales, que tienen una génesis en un mundo globalizado, no es causa suficiente para desconocer desde los predios asignados a las artes y a la cultura en general, los más nobles intereses de un proceso emancipador, portador de imperfecciones, pero generador de contradicciones propias, prestas al debate sano y pulcro que ayuden a su desarrollo  y mejores fines, dentro del marco de los propósitos aspirados por la mayoría del pueblo.

 

 

Lo anterior presupone desestimar dogmas, superficialidades, esquemas y estrecheces de pensamiento que poco ayudan, en el marco de una época de refundación civilizatoria tanto en la cultura como en todas sus mediaciones. Portuondo supo alertarlas en su momentos y en toda su obra está presente sin ambigüedades.

 

En esa práctica fecunda de criticar, de buscar las imperfecciones solo por que en ellas pueden agolparse reminiscencias y manquedades propias de mal-intencionados argumentos o de ingenuas aseveraciones, coincidieron lamentablemente sucesos que de alguna manera generaron opiniones encontradas en algunos intelectuales e incluso hasta negativas sobre este excepcional revolucionario; en ello pudo haber infundados argumentos, pero igualmente posibles equivocaciones  propias de los  seres humanos, las que no son ni suficientes  ni  gloriosas emergerlas,  ante la grandeza de un pensamiento útil desde su origen hasta su fenecimiento.

  

Desde los años treinta, es decir, etapa fundacional de su pensamiento, se observa  en Portuondo, cómo va creciendo el intelectual, siempre  presto desde su obra, al compromiso deliberado con la realidad política  y social del momento.

 

Sus opiniones críticas siempre fueron bien recibidas por el medio intelectual, aún cuando no alcanzaran toda la fuerza y exigencia requerida por el oficio. En 1938, publica “Proceso de la cultura cubana. Esquema para un ensayo de interpretación”[3]. Valioso aporte al estudio de la literatura y de la cultura cubana,  bajo un enfoque  marxista.

 

En su libro “El Heroísmo Intelectual”, La Habana 1938, En diez artículos suyos, profundiza con gran agudeza el papel del escritor y su compromiso con su tiempo y con su patria,  este tema se refuerza con gran vigor en “Bosquejo Histórico de la Letras Cubanas”, donde insiste que  “la  literatura siempre denuncia una realidad política y social”.

 

Según Roberto Fernández Retamar, ya es un sólido militante marxista en 1936, es decir, con solo 25 años. Seis años después se está doctorando en Filosofía y Letras en la Universidad de la Habana, con una tesis titulada “Concepto de la Poesía”[4], considerada por muchos estudiosos  como una gran contribución a la teoría de la Literatura, no solo en el país sino internacionalmente. Su enfoque marxista en los análisis literarios es tan depurado, que este trabajo convertido unos años después en libro,  supera a uno de similar factura escrito por un coetáneo suyo, el inglés George  Thomson llamado “Marxismo y Poesía”.

 

Su extensa obra y su incansable labor como revolucionario y como intelectual orgánico lo ubican en una posición de privilegio ante los retos que impuso el surgimiento de un sistema social emancipatorio y liberador por excelencia en la Cuba de 1959, al que se entregó sin remilgos y con total desprendimiento

 

Colocar entonces en el debate actual la obra de Portuondo es sin dudas una hermosa tarea, en tanto su pensamiento siempre estuvo presto para asumir de forma dialéctica todo cuanto de necesario fuera para aliviar los destinos de la Patria y de nuestro proceso emancipador.

 

En tal sentido, el debate sobre el llamado socialismo en el siglo XXI debe asumirse con la urgencia que exigen las actuales circunstancias de un mundo capitalista absolutamente globalizado y globalizador, inmerso en la peor crisis económica que se haya conocido en la historia de la humanidad, que  enuncia un agotamiento real de este sistema y a la vez,  no ha  estructurado un pensamiento teórico que asegure la sobrevivencia de la propia especie humana y su entorno. De ahí, la necesidad de la  alternativa socialista, por ser la más humana, emancipadora y equitativa de todas  las alternativas posibles y conocidas

 

Portuondo fue un  intelectual  cuyo exquisito verbo es claustro materno de un pensamiento profundo y referencial; de ahí que en este trabajo intentamos efectuar un acercamiento modesto pero consciente a su obra, a los miles de hombres y mujeres que en Cuba y en el mundo, están ávidos de un asidero intelectual altamente comprometido con un proyecto social y por esencia, emancipador,  que infunda compromisos y nuevos bríos para acceder a las cumbres de las más nobles aspiraciones humanas.

 

La lectura analítica de su obra, es un merecido pretexto para la necesaria toma de conciencia sobre la realidad que impera en el mundo de hoy. Solo significando  la grandeza  de un hombre como Portuondo y otros de similar riqueza literaria y revolucionaria, se podrá contribuir desde una perspectiva  socio-política al mejoramiento de la conciencia de clase, para defender, desarrollar y ubicar en su merecida dimensión  nuestro proyecto social  socialista.   

 

Fuentes bibliográficas:

 

[1] Valdor Portuondo, José Antonio.  La Habana 1960 Editorial Talleres Gráficos del MINREX. Este libro es una interesante crítica a toda la producción literaria nacional, abarca desde la llegada a Cuba del Adelantado Diego Velásquez, el surgimiento del primer periódico en 1790 al servicio de la burguesía rica criolla nacional, las Factoría y sus características, la Tierra, La Patria,  La Política, Las Masas, y otros temas de gran importancia, cuyo análisis literario es realmente significativo. 

 

2 El “Salón de Mayo”,  Tuvo lugar en Julio de 1967. Aparece en el libro “Itinerario Estético de la Revolución Cubana” La Habana 1979. Portuondo  considera que se le ofreció a un público poco preparado obras estéticamente buenas pero también chatarras, muestra de nuestros prejuicios colonialistas, que por el solo hecho de venir de París y haberlo traído el gobierno tenía que ser bueno.

 

3 En este libro, José Antonio Portuondo Valdor, realiza un importante aporte, al ser pionero en  estudiar la literatura y la cultura cubana en su conjunto, bajo una visión marxista-leninista. Roberto Fernández Retamar, considera  que este estudio tiene gran influencia de José Carlos Mariátegui

 

4 Concepto de la Poesía: Título de su Tesis Doctoral en Filosofía y Letras, 1941 y publicada en México en 1944, es considerada una importante contribución a la teoría literaria, con un  enfoque marxista.

 

Notas:

 

[1] Portuondo Valdor, José Antonio.  La Habana 1960 Editorial Talleres Gráficos del MINREX.

Este libro es una interesante crítica a toda la producción literaria nacional, abarca desde la llegada a Cuba del Adelantado Diego Velásquez, el surgimiento del primer periódico en 1790 al servicio de la burguesía rica criolla nacional, las Factoría y sus características, la Tierra, La Patria,  La Política, Las Masas, y otros temas de gran importancia, cuyo análisis desde un enfoque literario es realmente significativo. 

[2] El “Salón de Mayo”,  Tuvo lugar en Julio de 1967. Aparece en el libro “Itinerario Estético de la Revolución Cubana” La Habana 1979. Portuondo  considera que se le ofreció al un público poco preparado obras estéticamente buenas pero también chatarras, muestra de nuestros prejuicios colonialistas, que por el solo hecho de venir de París y haberlo traído el gobierno tenía que ser bueno.

[3] En este libro José Antonio Portuondo Valdor, realiza un importante aporte, al ser pionero en  estudiar la literatura y la cultura cubana en su conjunto, bajo una visión marxista-leninista. Roberto Fernández Retamar, considera  que este estudio tienen gran influencia de José Carlos Mariátegui

[4] Concepto de la Poesía:  Título de su Tesis Doctoral en Filosofía y Letras, 1941 y publicada en México en 1944, es considerada una importante contribución a la  teoría literaria  por su   enfoque marxista.

M Sc. David Batista Vargas

Ir a índice de América

Ir a índice de Batista Vargas, David

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio