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América Latina: entre la confusión y la esperanza
Víctor Manuel Barceló R.
v_barcelo@hotmail.com

 
 

La multipolaridad que aun no se define plenamente, en su búsqueda afanosa de los países para ir encontrando su status internacional -situación que nos mantiene en el caos- descarga su negatividad de manera generalizada en el Planeta. Unos pueblos más que otros sufren las consecuencias de la invasión, primero del liberalismo y luego de lo que conocemos como neoliberalismo, que asoló al mundo durante la década del’80 y principio de los’90, provocando la desviación de las rutas de desarrollo obtenidas con movimientos sociales y aprovechamiento de las oportunidades ofrecidas desde la posguerra, que vislumbraban tiempos mejores para la humanidad.

 

Pero solo fue un sueño, El derrumbe del socialismo en la URSS –hoy balcanizada en 15 países- indujo una vuelta de campana en la geopolítica planetaria, conformada hasta entonces. La andanada neoliberal da claras señales de fracaso en sus “recomendaciones” para el desarrollo, movilizadas e impuestas vía prestamos atados, otorgados por los organismos financieros multilaterales, controlados por recursos de la economía trasnacionalizada.

 

El modelo buscó impulsar la incorporación al primer mundo de naciones que llevaban un paso modesto pero firme de crecimiento. La liberalización a ultranza del comercio con otras naciones, cuyo control previo sirvió para el desarrollo de una pequeña y mediana industrias proveedoras del mercado interno, fue obsequiada a los grandes capitales que, en pocos años inundaron nuestros mercados con sus productos –no siempre de buena calidad- abatiendo hasta la desaparición el esfuerzo que por décadas habían desarrollado países que, mediante la rectoría del Estado sobre la economía, tanto por regímenes liberales como aquellos socialistas que ante la destrucción de su organización global, buscaban una ruta salvadora.  

 

Hoy esas naciones sobreviven con la carga de aspirar a un primer mundo –por cierto cada vez más conflictuado y decadente-. Argentina, Brasil y México como ejemplos latinoamericanos, sufren de crisis económicas recurrentes, ahora sin la facilidad de poder echar mano de sus grandes recursos porque primero hay que recuperar el control sobre ellos y aplicar la rectoría del estado allí, adonde más duele en la conciencia y el bolsillo de más del 50% de sus pobladores que viven en la miseria continua. En esas condiciones, el siglo XXI no traerá grandes cambios en la vida de latinoamericanos y caribeños.

 

Como respuesta, organizada en las agencias de desarrollo regional –en nuestro caso la CEPAL- se conforma una corriente que lleva a la constitución de bloques económicos. Con el ejemplo del Mercado Común Europeo (hoy CE) proliferan por los continentes organizaciones de ese tipo. En América Latina, surgen organizaciones subregionales (CARICOM, Pacto Andino, ALALC (hoy ALADI), SIECA y otros. El objetivo supremo es avanzar hacia un desarrollo común, sostenible entre los países asociados.

 

Los esfuerzos iniciales hicieron ver claramente la enorme dificultad que representaban las disparidades económicas. Igual a lo que ocurre al interior de cada nación entre los grupos sociales, los países de economía más dinámica son favorecidos por su posibilidad productiva y tecnológica de ofrecer una gama mayor de productos y servicios. Las naciones pobres se vuelven mercados ampliados para la producción de los más desarrollados, ocurriendo lo mismo que con la brutal incursión de la economía transnacionalizada y global, manteniendo las relaciones de dependencia que llevan a desigualdad y miseria crecientes.

 

Expertos y la academia señalan que el problema es el sistema impuesto en la mayoría de países, por los organismos multilaterales (FMI, Banco Mundial y sus adláteres regionales). con un gran sacrificio social, para los pueblos singularmente, que les llevan a pérdida creciente de su soberanía.

 

Lo que va del 2013 no desmiente la apreciación de que la crisis sistémica de la economía Planetaria, provoca múltiples reacciones, tanto por regiones como globales. Reuniones van y vienen (G-8, Davos, inter agrupaciones regionales) sin definir políticas capaces de, al menos frenar el incremento de las plagas provocadas: destrucción del medio ambiente; guerras focalizadas en aras de incrementar el poderío de las aún potencias mayores; deterioro en los niveles de vida, no solo en las históricas economías depauperadas, sino en aquellas que lucieron resplandecientes y fueron atractivo a millones de personas para afrontar grandes riesgos para logra acceso a los bienes del “sueño americano”, hoy acosado por pobreza, violencia y deterioro moral.

 

Esa confusión es cada vez más grave, al interior de las organizaciones regionales insignia, como la CE. En su seno –lo que queda de el- hay rompimientos serios y constantes. La balcanización se muestra en actitudes violentas de una Inglaterra cada vez más alejada del euro y más entregada al dólar. Una Francia titubeante, capaz de recibir con honores a quien nunca preciso las razones de su estancia en México, ni fue exonerada por autoridad alguna sobre su presunta culpabilidad criminal. Grecia, Italia y otros sumidos en grave crisis de credibilidad y pobreza frente a una voraz Alemania.  

 

Alcanza la confusión, incluso, el interior de los países. España enfrenta, junto a la crisis terminal de su sistema económico, el acoso de separación de regiones clave para su crecimiento como Cataluña, región vasca y otras, que ponen en jaque a la nación, misma que parecía renacer de sus cenizas y alcanzar algo del esplendor y fortaleza que le permitió doblegar culturas y destruir civilizaciones, siglos ha. Hoy está en un tobogán sin destino.

 

Frente a ello, hay esfuerzos claros por buscar otros caminos de relación planetaria, que aunque incipientes, muestran tendencias novedosas. La CELAC sin duda es un hito importante en tal sentido. En su afán de encontrar salidas a la dependencia de sus integrantes, realizó recientemente un encuentro con la CE (Chile 27-28 de enero-2013) solo para corroborar que     

Lo fundamental es arreglar primero la casa para recibir invitados.

 

A eso pretende dedicarse CELAC. Armar un esquema regional que utilice y aproveche las experiencias del siglo XX en materia de integración, apoyado en la riqueza efectiva en la región y sus aguas patrimoniales, logre mecanismos sólidos de crecimiento interno para cada país, superando los problemas conocidos y múltiples veces repetidos. Son nuevos aires de unidad continental que impactan favorablemente, a lo largo y ancho del subcontinente latinoamericano y caribeño. En su esencia es un principio de decisiones, del tamaño de la posibilidad real de escape del sistema vigente en cada país, para reforzar y sistematizar mecanismos de concertación política, que avancen hacia un proceso de crecimiento y desarrollo sustentables.

 

Víctor Manuel Barceló R.
v_barcelo@hotmail.com

Puebla, Pue. 3-febrero-2013 - enviado por su autor

 

 

 

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