Revueltas: material de un rebelde

por Arturo Azuela

Largos años de rebeldía, de crítica, de dispersión y acumulación de vivencias; largos años de cárcel, de militancia política, de desafíos y expulsiones, de reflexión y creación literaria. Una madrugada de 1940, una madrugada antes de la muerte de su hermano Silvestre, José Revueltas terminó Los Muros de Agua, su primera novela publicada un año después "gracias a una suscripción familiar con la que se pudo hacer frente a los gastos de impresión”.

De 1941 a 1976, hasta el día de su muerte, la trayectoria de un escritor político, de marginados, de insurrectos, de completa independencia y crítica devastadora, consecuente consigo mismo hasta las últimas consecuencias, le dio un viraje fundamental a la narrativa mexicana. Desde Los Muros de Agua hasta El Apando, desde El Luto Humano hasta Material de los Sueños, José Revueltas se alejó de "la naturaleza aplastante” de los narradores latinoamericanos de las primeras décadas de este siglo; fue también ajeno al indigenismo, al folklore, al sectorismo literario, al ensimismamiento del lenguaje y rechazó frontalmente el cosmopolitismo como conciencia de lo universal.

En los preámbulos de la revolución institucionalizada, antes de terminar la Segunda Guerra Mundial, antes de que Agustín Yáñez publicara su novela fundamental Al filo del Agua, Revueltas había publicado otros dos libros: los cuentos Dios en la Tierra y la novela El Luto Humano, cuyo lenguaje, a más de treinta años de ver la luz, todavía nos sorprende no sólo por su intensidad sino por su plena vigencia. José Revueltas presentaba nuevos temas, una nueva trayectoria, personajes ajenos a los caminos trillados de los narradores posteriores a las diversas corrientes de la novela de la Revolución mexicana.

Sus obras primeras no sólo eran el material de un rebelde, sino una búsqueda constante de la expresión de la vida cotidiana, común, antiheroica, de hombres vivos y reales, que luchan por dar un significado no personal a su existencia; es la búsqueda de la comprensión del hombre verdadero, del que "jamás renunciará al verdadero sufrimiento, es decir a la destrucción y al caos”; es "la lucha entre el Yo y su despersonalización, la que en el hombre consciente constituye su drama y el origen de todos sus conflictos”. Si Los Muros de Agua es una intención, una tentativa donde la inmensidad es una obsesión y se enfrentan vencedores y vencidos, El Luto Humano es drama de marginados, de muertos que entierran a sus muertos, de hijos de las masas, de personajes que no hablan durante largos días.

Miembro de una generación eminentemente política, de una generación desmembrada por conflictos de partidos y organizaciones, que desde muy jóvenes recibieron la influencia del vasconcelismo, que posteriormente fueron militantes durante la década de los treinta, que discutieron a fondo las discrepancias de estalinistas y trotskistas, José Revueltas siempre reafirmó su rebeldía, su incapacidad de contemporizar, su rechazo al "determinismo de algunos pensadores que creen que la perspectiva del hombre es un trazo lineal ya predeterminado con anterioridad, un desarrollo apriorístico del hombre”.

A medida que avanzaba en su conocimiento literario fue tomando partido en torno al realismo crítico. En 1945 Revueltas escribía: "Gorki habla de la técnica para la creación de 'tipos literarios’ como un procedimiento que consiste en la abstracción y combinación, es decir, primero se destacan los rasgos sobresalientes de un grupo, para combinarlos en un solo personaje, sin traicionar por ello la realidad; esto cabalmente es lo que podemos llamar el realismo crítico”. Hasta sus últimos días siempre defendió esta posición, sin importarle que "la etiqueta” fuese puesta en tela de juicio por teóricos de diversa índole. Para Revueltas la literatura, dentro del capitalismo o dentro de un socialismo mal entendido, es perseguida porque constituye en sí un factor de revolución, un factor desenajenante y de transformación crítica de las relaciones sociales.

Entre 1949 y 1960 José Revueltas publica cuatro obras de creación: Las novelas Los Días Terrenales, En Algún Valle de Lágrimas y Los Motivos de Caín y los cuentos Dormir en Tierra. Son años fundamentales para la literatura mexicana. Se reafirma la obra de Agustín Yáñez, aparecen El llano en Llamas y Pedro Páramo y se publica Confabularlo de Juan José Arreóla. Entre otras obras Carlos Fuentes escribe La región más Transparente y comienza La Muerte de Artemio Cruz. Para Revueltas son años difíciles en el ámbito literario, de polémicas, de dificultades ideológicas, de transición e impugnaciones, de confusión y de interpretaciones negativas. No faltan los que lo consideran un escritor acabado. Los Días Terrenales presenta al personaje que se desprecia a sí mismo, al expatriado de toda ideología y toda religión, al que se desprecia en la imagen del espejo, en la imagen de los demás; en el ser de nuestros "horribles, sucios y asquerosos semejantes”; es el personaje que se mira en nuestra realidad, en nuestra contradictoria realidad tanto desde fuera como desde dentro del espejo; es el ser negativo que ve con valentía nuestras reales distorsiones, nuestras deyecciones.

Ante diversos ataques, de uno o de otro lado, de compañeros o de viejos combatientes, retiró de la circulación Los Días Terrenales a unos cuantos meses de su publicación en 1949. Sin embargo, su rebeldía seguía en ebullición aun en el silencio, aun en la soledad. "La línea que cada uno debe dar a su destino” se entrometía congruentemente en sus personajes literarios. Revueltas aseguraba que la conciencia concede al hombre la facultad del sufrimiento voluntario; en esto radica su verdadera dignidad; el hombre y su pensamiento como cualquier otra materia, obedecen a una ley de perpetuación dialéctica. Y los elementos inicialmente planteados en Los Días Terrenales los perfeccionó Revueltas en obras posteriores. Íntegramente fiel a su vocación, testigo y participante de muchos acontecimientos políticos, guardó silencio durante siete años, revisando sus propias concepciones, ampliando sus lineamientos estéticos, releyendo a Proust, a Tolstoi, a Mann, a Huxley, a Gide, reconstruyendo sus vivencias y preparando sus primeros textos políticos.

Diversos temas de la posguerra —la corrupción administrativa, el capitalismo en ascenso, la guerra de Corea, fábricas fronterizas y obreros sin trabajo enlazaron en En Algún Valle de Lágrimas, Los Motivos de Caín y Dormir en Tierra. Seguían también presentes los motivos bíblicos de obras anteriores y los mundos grises, violentos, de seres en pugna y de la más ínfima condición. El desertor, el asesino, el acosado, la prostituta y el solitario deambulan contra la imperfección, la indiferencia, la crueldad; contra su propia realidad. En Dormir en Tierra, uno de los grandes cuentos de la literatura mexicana, Revueltas expresa el lenguaje intenso salido de las venas, la vibración de la palabra y la tensión y el rimo de la trama.

Otra novela polémica, Los Errores, se publica en 1964. Es su novela más larga, la más ambiciosa, la de mayores alcances. Transfigurándolos, lanza en ella muchos elementos autobiográficos. Sus preocupaciones éticas, sus convicciones políticas, el rechazo o la aceptación de las consignas, se muestran en Los Errores dentro de diversos personajes profundamente estructurados. En historias contrapuestas debate los temas en torno a la libertad, al libre albedrío, al individuo frente a la irreversibilidad de los acontecimientos históricos. Para muchos, con esta novela, Revueltas entraba a la plena madurez. Tres años después, en 1967, publica su Obra Literaria en dos volúmenes con prólogo del autor y epílogo de José Agustín. Ya muchos jóvenes escritores se habían acercado a Revueltas; discutían con él no sólo problemas de carácter político sino también diversos textos literarios. A principios de 1968 se le otorga el Premio Xavier Villaurrutia.

En 1969 publica El Apando y en 1974 Material de los sueños. De su experiencia en la cárcel, después de una injustificada aprehensión por su participación en el Movimiento de 1968, escribe El Apando, novela corta, considerada desde su aparición como una obra maestra de la narrativa mexicana. En un medio centenar de páginas, Revueltas creó una atmósfera en constante tensión de personajes elementales, primitivos, sin capacidad alguna de salvación; personajes metálicos, con ruidos de candados, de puertas de acero, de rejas y bisagras, amurallados por la degradación y la corrupción carcelaria. Magníficamente estructurada El Apando termina en seres mutilados y ahorcados por barras de acero "hasta la inmovilidad más completa”, "colgantes de los tubos, más presos que preso alguno”.

La obra literaria de Revueltas está íntimamente vinculada a la "desesperanza del espíritu”, a preguntarse qué se ha hecho del Hijo del Hombre, a negar el aplauso o la admiración, a "perturbar y desazonar a los otros tanto como él lo estuvo”. Es el escritor siempre dispuesto a combatir y denunciar el asco absoluto. "El arte de la vida —escribió Revueltas— consistiría en saber conocer con qué trajes y vestidos presentará la realidad nuestros propios cálculos y deseos”.

 

por Arturo Azuela

 

Publicado, originalmente, en: Cuadernos Americanos Año XLIII Nº 6 Noviembre - Diciembre 1994

Cuadernos Americanos es editado por la Universidad Nacional Autónoma de México / Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe
Link del texto: http://www.cialc.unam.mx/ca/CuadernosAmericanos.1984.6/CuadernosAmericanos.1984.6.pdf 

 

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