Una entrevista con Robert Gurney 
por Lya Ayala Vallejo 
27 de Julio de 2009

Su obra comprende Poemas a la Patagonia, Luton Poems, El Cuarto Oscuro y otros poemas, Nueve monedas para el barquero; prepara Luton Poems 2. Actualmente es lector honorario de la Universidad de Gales.

Los invitamos a una conversación con un poeta profundamente auténtico y comprometido con la belleza de la poesía.

Ayala Vallejo: Robert, háblenos cómo divide su vida entre en St Albans, Hertfordshire y su trabajo actual en Gales. 

Gurney: La verdad es que ahora pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en St Albans, cerca de Londres. Mi esposa es de Gales, del condado de West Glamorgan. Vamos de vez en cuando a la aldea de Port Eynon, no lejos de Swansea. Mi suegro, el inventor Dr George Donovan, compró una casa allí. Paddy, mi esposa, no está muy bien de salud y ella y yo vamos allí con menor frecuencia. Nos gusta pasar el mes de agosto a orillas del mar - hace menos calor en Port Eynon que en St Albans en ese mes. Con los cambios del clima creo que pasaremos más tiempo allí. El ambiente en Gales es propicio a la poesía. Valoran más sus poetas. Busco y encuentro inspiración en esa península, The Gower Peninsula, y en las pequeñas ciudades y las aldeas del país. Como sabe, Dylan Thomas nació en Swansea. Uno siente su presencia en muchas partes. Respecto a mi trabajo en la Universidad de Swansea, es lo que se llama un ‘honorary lectureship’. No me pagan. No recibo un sueldo.  Doy una charla. Tengo acceso a la biblioteca. No es gran cosa. Mis escritos pueden ser incluidos en la lista de publicaciones de la Universidad. Cuando escribí esa frase ‘Divido mi tiempo entre Inglaterra y Gales’, íbamos allí con mucha más frecuencia. 

Ayala Vallejo: Tuvo usted un maestro de español argentino. ¿Fue él quien lo indujo a conocer la literatura latinoamericana?

 

Gurney: Escribí una vez: ‘Mi primer profesor de español, en el liceo de Luton (Bedfordshire), el Señor Enyr Jones, era argentino, precisamente patagónico galés, de Gaiman. Las clases del argentino en Luton Grammar School eran una oasis de paz, amistad e inspiración: un grupo pequeño en la biblioteca, sentado en un círculo alrededor de una mesa elegante de madera, con los diccionarios  de la biblioteca  esparcidos en la mesa.’ Sí, fue él quien me introdujo un poco a la literatura latinoamericana pero, la realidad es que fue mi amigo, el poeta Juan Larrea quien realmente me abrió los ojos a la obra de poetas como César Vallejo y Vicente Huidobro, que eran sus amigos en París. Hice mi tesis doctoral sobre Larrea y tuve que estudiar sobre todo la influencia de Huidobro sobre él. Lo exploro en mi libro La poesía de Juan Larrea, Universidad del País Vasco, 1985.  Con el tiempo, empecé a dar clases en la Universidad de Middlesex (Londres) sobre Vallejo y Huidobro y sobre Rubén Darío (otro poeta de Larrea), Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Alejandra Pizarnik,  Gabriela Mistral y otros. En la Universidad de St Andrews, en Escocia, estudiamos principalmente la literatura española, de España. En el liceo, recuerdo la novela Pensativa de José Goytortúa Santos, Don Quijote de la Mancha y Novelas ejemplares de Cervantes, Zalacaín el aventurero de Pío Baroja. Estudiamos más la novela. Me interesaba la personalidad del profesor. Hablaba español con un acento galés. Era diferente a los otros profesores. Yo no lo sabía entonces pero iba a tener un rol importante en mi vida. Aprendimos el español de la Patagonia. Mi libro Poemas a la Patagonia sale en Madrid en noviembre o diciembre.  Este poema lo explica mejor:

Sr Jones

 

En aquellos tiempos

justo después de la guerra

muchos de nuestros profesores

tenían jardines secretos.

 

No era normal

que nos permitiesen

entrar.

 

Pero había uno,

el Sr. Enyr Jones,

de Gaiman,

en la Patagonia,

que tenía tal sitio

y que nos dejaba entrar.

 

Nos paseaba

por ahí,

distraídamente,

señalando el césped

y las flores

que en España

tenían nombres diferentes.

 

 

Quizás

los otros jardines

no existían de verdad,

pero el suyo sí.

 

De mi Luton Poems, Verulamium Press, 2005

Ayala Vallejo: ¿Las conversaciones con Juan Larrea le influyeron en su inclinación hacia la poesía?  ¿Cómo fue ese encuentro y qué le dejó como intellectual?

 

Gurney: Las conversaciones con Juan Larrea en Córdoba, Argentina, en 1972 fueron electrizantes. Me cambiaron. Empecé mis investigaciones sobre él en 1968. Existe también una correspondencia (inédita hasta la fecha) en la cual hablamos acerca de la poesía. ¡El pensó que yo era jesuita porque le escribí por primera vez desde la Universidad de Deusto en Bilbao! Nací anglicano. El me dió una comprensión de la poesía más profunda. Gerardo Diego me había dicho que Larrea era el más profundo de los poetas españoles. Pero hay que decir que escribí mi primer poema a la edad de quince años. Y hay que agregar que el modelo de Larrea era difícil para mí. Su poesía emplea las imágenes. Mis poemas derivan de imágenes. Pero somos muy distintos. Casi se puede decir que en mi poesía minimalista me rebelé contra su influencia. Tuve que separarme de él. Le hubiera escandalizado a Larrea, porque eran enemigos,  pero me acerqué a Neruda.

 

Ayala Vallejo: El lenguaje en su poesía es coloquial, pero de una densidad extraordinaria. Cuéntenos sobre su lenguaje poético.

 

Gurney: Sí, uso un lenguaje colloquial, siguiendo el ejemplo de los poetas Beat norteamericanos y la poesía de Nicolás Guillén. Escribí esto hace unos años:

Mi poética

 

Vivo un poco fuera del tiempo y el espacio. Me encanta imaginarme en un campo —hace siglos— espantando los cuervos o verme pasear a orillas de los ríos de la Patagonia.

 

Me esfuerzo por crear una poesía minimalista. Como Huidobro, borro el adjetivo que no agrega nada. Busco una poesía a menudo gráfica. ¿Para qué? Busco la verdad, no la verdad masiva de la brocha gorda sino las pequeñas verdades de la vida. No siempre vemos las pequeñas cosas. Las persigo.

 

Me gustan los sencillos actos de la humanidad: una sonrisa, una lágrima y los de la naturaleza: de una hormiga o una culebra. El cultivo está hecho de mil pequeñas cosas, como un mosaico. Es así la vida. Absorbo cada día palabras de anuncios, tanto viejos como nuevos, escenas o voces del mercado, e-mails, periódicos, la televisión, películas, cuadros, fotos, los movimientos de los animales y pájaros del jardín.

 

En mis textos hay una mezcla de realismo objetivo e imaginación subjetiva. Confieso que, al estilo de Raymond Carver, cambio a veces unos detalles para producir cierto efecto y mi imaginación puede arreglar las cosas según sus propias leyes.       

 

 Creo que no es siempre el poeta quien crea los poemas. Es otra cosa. Es decir, creo en la inspiración.

 

La poesía Beat me ha influido bastante. El simbolismo francés, el surrealismo y el ultraísmo también, aunque ahora sé que estoy bastante lejos de estos tres últimos.

 

Mis amigos dicen que mis poemas sugieren cosas, que no lo dicen todo. No busco ese efecto. Ocurre, probablemente, como resultado de mi minimalismo. Otros dicen que hay ironía en mi poesía. Sin duda, pero ocurre naturalmente, sin que yo lo busque.

 

Escribo para crear un espacio personal dentro de las narrativas que quieren absorber mi generación: el cristianismo, el socialismo, el capitalismo. De vez en cuando nos quieren aplastar o nos arrastran. Quiero encontrar un hueco, un sitio, un espacio donde poder ser yo mismo, donde poder respirar. La poesía es ese sitio para mí y, creo, para mis amigos.

 

Me encantan las cosas que van desapareciendo, tal como un mural en una casa en el Valle de Río Negro. Mis amigos dicen que mis poemas son a veces tristes, melancólicos. Me inspira mucho lo que ya no existe. Me gusta el pasado, las cosas que viven en mi memoria. Sin embargo, no descarto la realidad actual. Está en mi poesía.

 

Ayala Vallejo: ¿Concibe sus poemas en inglés o español? ¿Los escribe en ambos idiomas?

 

Gurney: Concibo mis poemas en inglés y en español. Si me inspira un texto en español, el poema sale en español. En realidad, no concibo mis poemas en palabras. A menudo veo una imagen en mi mente y el poema crece desde ahí, adquiriendo la carne de las palabras. Mis lenguaje es sencillo. Puedo traducirlo facílmente, del inglés al español o viceversa. Larrea y Huidobro pensaban que la poesía de imágenes puede traducirse sin dificultad a otras lenguas. Como sabe, escribían en francés también. Su ejemplo me es importante. Hay que subrayar que con frecuencia, cuando me pongo a crear una versión en español de un poema que escribí en ingles, el poema español sigue otra trayectoria. No es una traducción. Larrea me dijo varias veces que sus poemas en francés eran más duros que los que escribía en español. Te dije una vez que uno puede ser más feroz en una lengua extranjera.

 

Ayala Vallejo:  ¿Cómo es el proceso de creación de su obra, cómo la inicia, cuándo lo hace y dónde?

 

Gurney: Leo muchas cosas, cualquier cosa: periódicos, revistas. Me agarra una imagen. Duerme en mi imaginación. Un día siento que el pájaro quiero salir del huevo. Me pongo a escribir con la computadora. Tengo un Mac. No puedo trabajar muy bien con una pluma. Hago muchos cambios. Dejo el poema colgado en la pantalla. Vuelvo a él. Lo pulo. Lo reduzco, mucho, mucho. Borro las repeticiones. Pulo la imagen, como Gautier. A veces veo que hay dos o tres poemas en uno. Los separo. Intento crear un final interesante que sorprenda, asuste, conmueva, divierta o ilumine el concepto central. Muchas veces hay un concepto en el corazón del poema, es decir, no una imagen sino una idea.

 

Ayala Vallejo: En su poema ‘La Mujer de blanco’ hace referencia a Robert Graves en el cierre. Graves veía en esa mujer de blanco o mujer de negro, una asimilación y representación del espíritu de la poesía. También es una declaración personal de su concepto de la poesía.

 

Gurney: Para decir la verdad, no sé. Me atrae esa idea pero estoy soy consciente de las ideas de Jung y, no sé, no quiero entrar demasiado en ese mundo de las categorías que carecen de vida. A veces creo sentir la presencia de un espíritu o una presencia feminina en los momentos en que tengo la sensación de estar cerca de la Belleza. No lucho por alcanzarla. Ocurre de vez en cuando, cuando logro, en mi imaginación, una fusión de dos o tres realidades que son normalmente distintas o lejanas, una de la otra. Como en mi poema ‘Estatuas’ que tiene la base de un verso de Juan Larrea pero combina una visión de una niebla que desaparece sobre el parque de Verulamio en St Albans y las estatuas de mujeres tendidas al suelo en el Parque Henry Moore en Much Hadham, Hertfordshire. Alguien robó una de esas estatuas. Desapareció. Escribí ese poema. (Larrea me dijo en Córdoba que vacilaba entre “estatuas visibles” y estatuas invisibles” al escribir ese poema suyo.)  ¿Ella es blanca, o gris? A menudo representamos la Belleza con la forma de una mujer.  Sé, o creo,  que es una ilusión, una especie de espejismo.. No quiero hablar de la ánima y del alma. Y tengo que confesar que no soy muy fuerte en las teorías o las especulaciones de Robert Graves (The White Goddess). Creo que digo al final de ese poema que tengo leer ese libro. Lo hojée hace mucho. Es posible que esté en una caja en el techo. Cuando era muy joven leí y estudié las imágenes de un libro de George Bernard Shaw (que vivía cerca de aquí) The Adventures of the Black Girl in Her Search for God (and Some Lesser Tales). Mi mujer de blanco en esa época era una mujer negra. Estas cosas son el producto del condicionamiento cultural, de los accidentes de la vida. 

 

Esto salió en el internet:

 

El robo de la estatua de Henry Moore

 

El libro de Robert Gurney, Luton Poems, Verulamium Press, St Albans, 2005, contiene un poema inquietante titulado ‘Estatuas’. Lo inspiraron dos cosas: la primera, el recuerdo de una visita a la Fundación Henry Moore en la aldea de Perry Green, Much Hadham, Hertfordshire, Inglaterra y la segunda, un comentario hecho a Robert  por el poeta español Juan Larrea en Córdoba, Argentina en 1972. Hablaban de un poema de Larrea , cuando éste le mencionó a Robert que cuando lo escribió estaba indeciso acerca de cierta imágen. Al momento de escribir el poema no podía decidir si quería poner ‘Hará un frío de estatuas visibles’ o ‘Hará un frío de estatuas invisibles’. ‘Visibles’ o ‘invisibles’. La conversación fue rápida y Robert no tuvo la oportunidad de preguntarle a Larrea qué quería decir exactamente. Los dos versos permanecieron en la cabeza del poeta inglés y un día, no hace mucho tiempo, al presenciar la desaparición de la neblina  en un parque de St Albans, su significado se volvió claro. Una línea significaba que en cierto momento del futuro la gente podrá ver las cosas claramente, y la otra que no las verá.  Larrea, señalado por un crítico como “la voz de la república” (española), decía  que no estaba seguro, cuando escribió el poema, antes de la Guerra Civil, en qué sentido o dirección  irían  las cosas. Al darse cuenta de esto, Robert compuso ‘Estatuas’:

Estatuas

 

          a Juan Larrea

 

Hacía un frío
de estatuas invisibles.

Luego la niebla
se disipó
y vimos
una mujer gigantesca
acostada en la hierba.

Hace un frío
de estatuas visibles.

Ayala Vallejo: Robert, ¿qué corrientes literarias han influido en su obra?

 

Gurney: Las corrientes que han influido en mi obra son sin duda el surrealismo, un surrealismo más consciente, de Eluard, Dalí, Lorca. (Larrea me dijo no le gustaba nada el rótulo de padre del surrealismo español.) Hay muchas referencias a Larrea en mis poemas y a Vallejo y a Dylan Thomas: los poemas de Larrea, los ejemplos, como poetas, de César y Dylan. El poeta argentino Andrés Bohoslavsky me ha influido muchísimo. Al leerlo, produjo en mí un cambio profundo. Pude separarme del peso de Larrea que llevaba. La poesía Beat, Bohoslavsky, Sergio Regazio, Bukoski, Raymond Carver. Ahora me encuentro tal vez más allá de la poesía Beat y más allá del posmodernismo. Me interesa ahora el concepto del altermodernismo, un término inventado por Nicholas Bourriaud, del Tate Modern. Intento crear un vínculo entre el presente al pasado, entre lo cercano con lo que está lejos.

 

Mire este poema. Contiene una aspiración y se refiere a la autores que me interesaban cuando lo escribí hace varios años: 

La caja

 

Hay un mercado medieval

en St Albans

los miércoles

y los domingos.

 

Voy allí

a buscar libros.

 

Hoy encontré

Rimbaud Complete,

2002,

y Dylan Thomas's Wales,

sin fecha.

 

Rebuscaba

Carver, Ferlinguetti,

Bukoski, Corso

cuando algo

me llamó la atención.

 

En los costados

de la caja

se veían imágenes

de peras y manzanas

y la palabra GAUCHO

repetida muchas veces

y "Kleppe S.A.

Cipolletti

Río Negro".

 

Apenas podía creer lo que veía.

 

"¿Qué le pasa?"

me preguntó

el puestero.

 

"Tengo un amigo

en Cipolletti,"

le dije.

 

"Suena un sitio raro,"

contestó.

 

"Tengo esa caja

desde hace

varios años,"

agregó.

 

"Debe cuidarla,"

le dije.

"Un día

valdrá una fortuna."

Ayala Vallejo: La poesía amorosa está ausente de su poesía, ¿por qué?

 

Gurney: Me sorprende esta pregunta. No sé por qué. Es cierto lo que dice. Tal vez sea demasiado ‘inglés’. Quizás esté mal visto aquí hablar del amor en público! Es algo muy íntimo entre dos seres humanos. Para mí, sería casi una traición escribirlo en la página, ponerlo en el espacio público, para gritar ‘Miren ustedes lo que pasa entre mí y mi amada’. Creo que dice en español ‘Yo no soy de los que dan el beso de Judas’ (en inglés, ‘I am not the kind to kiss and tell’).  No me gustan las personas que le dan un beso a alguien y luego lo dicen a los periódicos. Un poeta patagónico me dice que ve la tranquilidad de mi relación con mi esposa en mis poemas (Ramón Minieri). Hay referencias a ella en ellos. Cuando uno tiene mi edad, no anuncia con bombos y platillos esas cosas.

 

Ayala Vallejo: Y sin embargo, el tema de la muerte si aparece de forma peculiar en su poesía, como en el poema ‘Cara’.

 

Gurney: El tema de la muerte, es el tema central de la Humanidad. ¿Cómo es posible que vayamos a morir? Es el tema de Unamuno. Queremos vivir para siempre pero nuestras vidas son cortas. Perdí muchos de mis mejores amigos cuando eran jóvenes. Hoy oí que un amigo, que vivía cerca, el escritor Hans Seelig, que, de niño, huyó de los Nazis, en las calles de Viena,  acaba de morir.  ‘La Cara’ se refiere a una near-death experience. Cuando tenía, no sé, tres o cuatro años, dos chicos mayores me empujaron al lago. Casi me ahogué.  Fui rescatado por la única persona que estaba en el parque ese día del invierno. No es una obsesión mía, es un hecho. La mayor parte de la gente va marcha atrás. No la ven. No referirse a ella sería falso, sería superficial. Al decir eso, no creo que mis poemas son demasiado negros en ese aspecto. Perdí a mi padre, mi madre y mi hermano en pocos años. Tal ves por eso entrara el tema. Un soldado de Idi Amin quiso matarme una vez en Kampala. Tiró a boca de jarro. La bala pasó muy de cerca. Tengo la sensación que todo es muy precario, inestable, fugaz. Los edificios de mi juventud ya no existen. Otros suben en su lugar. Pero yo sigo viviendo. Es que rechazo las amenazas de ella. No me atrevo a decir más. Necesito reflexionar más sobre esto. Vivo un poco fuera del tiempo. Cuando vuelvo, veo que todo o mucho ha cambiado. Incluso los vecinos se han ido y otros han llegado. Un amigo mío, en América Latina,  con quien intercambio mails casi todos los días es también un superviviente. El también tuvo un near-death experience. Tenemos mucho en común. Creo que esa experiencia, de la muerte-casi, de joven, me dió cierta mentalidad o actitud hacia la vida y la muerte.

 

Para mi, lo importante es la belleza. Sé que lo feo entra a veces, pero aspiro a crear algo que sea hermoso. No sé lo que es pero la siento acercarme a veces.  Cuando Rimbaud exploraba lo infinito, tenía la misma sensación que Ella, la belleza,  estaba cerca.

 

Ayala Vallejo: Encuentro en sus poemas ‘Infinidad’, ‘Infinidad casi’, ‘La belleza’ … un ambiente de paz y reflexión. La sensación que producen es de alivio espiritual. ¿ A qué cree que se deba este efecto? 

 

Gurney: Lya, es que, de vez en cuando, busco las situaciones en las cuales encuentro ese ambiente de paz y reflexión, ese alivio espiritual. No son situaciones reales. Es decir, no me pongo al borde del abismo con el lápiz o el bolígrafo en la mano:

La belleza

(La belleza provee el refugio de la futilidad
donde contemplamos el significado de todo.
Anón.)

Me refugio
del viento del este
detrás de un muro de piedras hermosas
en la Cabeza del Dragón
y contemplo el sol
y el horizonte
que desaparecen.

Creo ver caer
al mar
a un poeta.
Son situaciones que recuerdo, situaciones en las cuales me encontré una vez, en el pasado. Las recuerdo en mis poemas:

Infinidad

 

                          a Arthur Rimbaud

 

 

Sentado en lo alto,

en el alcantilado

de Worm's Head

contemplo el sol

que se pone.

 

Una mancha roja

se pierde

tras una cortina de gris.

 

Poco a poco el mar

desaparece.

 

El mar se va,

con el sol,

susurra Rimbaud.

 

 

 

De El cuarto oscuro y otros poemas, Madrid, 2008

 

 

Infinidad, casi

 

                                 a Thomas Gray (1716-1771)

 

 

La bruma empieza

a deslizarse

sobre la tierra.

 

El primero

que se va

es el mar.

 

Cubre

las pirámides

de las dunas.

 

Sube la calle

poco a poco

devorando el pub

"El Barco"

y el restaurante

"La Mesa del Capitán".

 

La iglesia de San Catwgg

se hunde.

 

Las copas de los árboles

desaparecen

seguidas de los acantilados.

 

Sólo se ven

los cuervos.

 

Y escucho

el sonido triste

de la boya

en la bahía.

 

 De El cuarto oscuro.

No siempre. Hay un poema que tiene lugar en el jardín de George Bernard Shaw en Ayot St Lawrence, una aldea cerca de Saint Albans. La casa se llama Shaw’s Corner. Es un pequeño museo ahora. Creo que escribí ese poema después de ir allí con mi hijo William.

Shaw's Corner

 

La paz

es indescriptible

como lo es

la vista

desde esas

sillas

al lado

de la puerta

de la casa

de Shaw.

 

Mi hijo

estuvo sentado

en una,

yo

en la otra.

 

Aspiramos

el silencio.

Existe otras versiones de este poema. Cada una es una etapa en la consecución de la forma final. Reduzco, borro cosas, corto hasta que llego a la esencia de la experiencia. Bueno, lo escribí después de la visita a la casa de Shaw, pero no mucho después. No es una experiencia recordada a distancia. Necesito la computadora para lograr ese proceso de purificación. (Hay otra palabra relacionada con los poetas místicos españoles, no la encuentro.) Sin ella, la compu, el papel sería un montón de correcciones y modificaciones caóticas. Vale, podría usar papel y escribir la versión final así pero el problema es que nunca estoy seguro que he pulido el poema bastante. 

Volviendo al tema de la memoria, Proust me influyó mucho. Teníamos en Luton la que era, en esa época de mi juventud, la mejor biblioteca pública de Europa del Oeste, con más libros que cualquier otra, fuera de las universidades. (La ciudad tenía mucho dinero en los sesenta por poseer una fábrica de coches y camiones, Vauxhall Cars y Bedford Trucks.) Tenían libros sobre los dibujos y experimentos de Dalí, Tenían los libros de Proust: A la recherché du temps perdu. Los leí todos. Vi como él, Proust, cultivaba su memoria. He seguido su ejemplo, Cuando describo la paz experimentada en un balcón que da sobre las nubes en la provincia de Kigezi, en el sur de Uganda, es como si estuviera allí ahora. Larrea, en la película que no hizo, en colaboración con Luis Buñuel, Ilegible, hijo de flauta, describe una caja que llega a una playa sudamericana. El protagonista Ilegible, la abre y sale todo el bagaje del pasado, incluso personajes de La vida es sueño de Calderón. Abro la caja de mi memoria. Salen los mismos personajes y muchos otros. Salen las hormigas de Centroamérica, que vi en la selva guatemalteca.  Esos recuerdos salen y figuran, purificados, en mis poemas. Exploto mi experiencia. Cuando era joven, no había vivido, no había tenido muchas experiencias. No es que rechazo el presente. Mi libro que sale en Madrid en diciembre (título pendiente) explora el pasado, el presente y como los dos se entrelazan.

 

Lo que explica más, tal vez, el fenómeno que describes es el hecho que mi padre era fotógrafo. Lo acompañaba siempre, cuando podía. El tenía una de esa cámaras viejas. Pasaba mucho tiempo arreglándola, componiendo la escena. Lo hacía sin hablar, Esos actos de concentración me influían sin duda. El era realmente un artista. Me indicaba la belleza de una escena del campo del Bedfordshire o del Hertfordshire. Creo que heredé mi imaginación fotográfica de él. Un abuelo y un bisabuelo era fotógrafos. Mi poemas, en general, son gráficos. Estoy buscando todo el tiempo un grano visual, una fotografía en mi mente, si se puede decir algo así.  El trabajaba en blanco y negro. Son los colores de la memoria y de los sueños. Pudiera decirse que esos recuerdos son como sueños, que mi vida se ha convertido en un sueño. Tengo que confesar que me da una enorme satisfacción personal cuando termino un poema que considero un logro o un éxito. Nuestras vidas son breves pero la poesía vive para siempre. Es nuestro regalo a las generaciones venideras:

No sé si creer

pero es tentador.

 

Hace 2012 años

Horacio dijo

que sus poemas

durarían

más que el latón.

 

Shakespeare dijo

que ni el mármol,

ni los monumentos dorados

de los príncipes

sobrevivirían

su rima poderosa.

 

Mis palabras

parecen desvanecerse en el aire

pero me gustaría

creer en lo que dicen.

 

Poemas a la Patagonia, edición aumentada, Madrid, 2009.

Palabras   

 

Ayala Vallejo: Usted en un poeta de dos continentes. ¿Cómo es la recepción de su obra en el público europeo y el público latinoamericano?

 

Gurney: Es una pregunta para los críticos pero a mí me parece que el público latinoamericano recibe mi obra calurosamente. El público europeo, los que me leen, lo recibe con interés. En Inglaterra no sé. Algunos dicen que les gusta. Hay que tener en cuenta que mi formación es curiosa. Mi interés por la poesía latinoamericana me pone en una categoría que es difícil de clasificar. Me inspira la idea de una nueva cultura internacional. La tomé de Larrea.

 

Ayala Vallejo: ¿Considera que en Europa la poesía de los nuevos valores es poco difundida?

 

Gurney: Esta pregunta es interesante y tengo que tener cuidado con mi respuesta. No quiero ofender a mis compatriotas. Podría escribir páginas y páginas sobre el tema.  Hay que tener en cuenta que Inglaterra perdió su imperio recientemente y en circunstancias distintas a la experiencia de España. El cristianismo perdía sus fuerzas o su energía. Los que mandaban tomaron una decisión que los nuevos curas en la empresa iban a ser los escritores. No me gusta nada el tono grandilocuente de esa o de esas generaciones de poetas. Se consideran, inconscientemente tal vez, casi los sacerdotes del imperio. En vez de la biblia, denles la literatura inglesa para civilizarlos, se decía. ¿Qué dices?  Tiene un olor que repugna.

 

Ayala Vallejo: ¿Cómo ve el panorama de la literatura de América Latina en Europa?

 

Gurney: Esta pregunta es difícil. En mi opinión tiene un rol importante. Puede ayudarnos a perder los restos de esos valores falsos coloniales. Puede ayudarnos a ver las cosas más claramente y más humildemente. Sé que hablo demasiado de Larrea pero él siempre decía que el español sería la lengua del futuro, no el inglés y Latinoamérica iba a subir para tomar su sitio importante, el liderazgo, si quieres. En los setenta rechacé esas ideas de Larrea y se lo dije. El insistía, yo decía que no, etc. Pero cuando murió, en 1985, sus ideas entraron más. Si él tenía razón, creo que el interés en la literatura latinoamericana crecerá.  Han tenido el boom de la novela.

 

Ayala Vallejo: ¿Qué aconsejaría al que quiere iniciarse en la poesía, en la práctica o la lectura?

 

Gurney: En la práctica. Hay que empezar con la práctica. Hay que escribir lo que siente. Los jóvenes son sinceros. Luego pueden leer este poeta y ése. Es que hay tanto bagaje ideológico que no tiene relevancia a los chicos más jóvenes. Más tarde, cuando pueden resistirlo, pueden leer los poetas de las otras épocas. 

Lya Ayala Vallejo 
Gentileza de La fragua del herrero y de Robert Gurney
http://grupoliterariolafragua.blogspot.com/ 

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