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Tricentenario de la fundación del señorío y la ciudad titulada San Felipe y Santiago de Bejucal
por Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

 
 

Entre las ciudades que celebrarán centenario de su nacimiento en el 2014 se encuentra la tricentenaria ciudad señorial de San Felipe y Santiago de Bejucal (1714-2014). El interés de tal acontecimiento histórico se expresa por motivos muy diversos y singulares, de los cuales trataremos en los siguientes párrafos; valga destacar el notable valor económico y estratégico militar del nuevo asentamiento, y los aportes a las cambiantes estructuras económicas y demográficas que realizaron los primeros pobladores “bejucaleños”, quienes se trasladaron desde algunas de las Islas Canarias hasta este punto, para entonces diminuto y casi absorbido por la geografía rural habanera. Amén de los avances culturales realizados por su descendencia criolla habanera (mestizada) a lo largo el siglo XVIII y hasta el XIX, sobre la base de la economía comercial tabacalera y de manufactura tabaquera una vez que fue liquidado el Real Estanco del Tabaco en la Isla, e industrial para la producción de cigarrillos, cuestiones estas que no se detallan en el presente artículo.

Los cinco señoríos sobre nuevas ciudades y villas que fueron fundadas en La Habana, entre los años 1713-1804 (ciudades: Bejucal, Santa María del Rosario y Jaruco; villas: de San Antonio Abad de los Baños y Nueva Paz),[1] constituyen por su cantidad, concentración en el territorio reducido del hinterland habanero y singularidad histórica, una característica muy específica de la mencionada región, al igual que el grupo elite de la nobleza “criolla” titulada, categoría con que la autora designa al grupo de la oligarquía local, nacido en La Habana, para quienes fueron creados veinte títulos de Castilla en el mismo período estudiado[2].

En la historiografía cubana la cuestión de los señoríos fue planteada y explicada en el siglo XX, con un enfoque jurídico y económico, por Francisco Pérez de la Riva: Origen y régimen de la propiedad territorial en Cuba, 1946, y en su artículo titulado “Los señoríos cubanos”[3], publicado en ese mismo año. Más adelante, el historiador Julio Le Riverend Brusone se refirió de modo general a los señoríos en su obra: Problemas de la formación agraria en Cuba siglos XVI-XVII, que vio la luz en 1996, negando la existencia de tal institución, que él confundió con el feudo, en la Isla de Cuba, en particular durante los siglos XVI y XVII. En este artículo se tratará acerca del origen del término señorío y de sus antecedentes previos a la fundación de estos en la Isla de Cuba; de la fundación del señorío y la ciudad de de San Felipe y Santiago de Bejucal; de los señores habaneros que detentaron el poder jurisdiccional sobre dicha ciudad y de los palacios que construyeron en Bejucal y en La Habana intramuros.

En torno al origen del término señorío

El señorío[4], fue una institución económica y política de origen medieval europeo  —aunque de corte feudal—, que se diferenció del feudo, pues, era una concesión del rey pactada con un súbdito, mediante un contrato o asiento, que dejaba bien definidos los límites jurisdiccionales y las funciones asignadas (administrativas, políticas, jurídicas y militares), dentro de un territorio del reino, después del imperio español, a cambio de un servicio de gran interés real, por ejemplo: la fundación de una ciudad o villa, en un sitio de importancia estratégica, a expensas del beneficiado o futuro Señor; tuvo características muy particulares en el reino de León y Castilla[5], y se extrapoló a Hispanoamérica desde el mismo inicio de la conquista y colonización en el siglo XVI, por ejemplo: en México fue creado el señorío de Oaxaca cuyo beneficiario fue Hernán Cortés. Sin embargo, en muy pocos casos fue concedido este honor y privilegio por los reyes a los conquistadores y colonizadores españoles —en mucha menor escala a sus descendientes criollos—, debido a que no era afín con la política de concentrar el poder real sobre las nuevas tierras, como afirma certeramente el doctor Le Riverend en su obra anteriormente citada.

Fundación del señorío y la ciudad de San Felipe y Santiago de Bejucal

En la Isla de Cuba, el régimen señorial apareció muy tardíamente, en los inicios del siglo XVIII. El señorío sobre la ciudad titulada de San Felipe y Santiago de Bejucal y su jurisdicción, fue el primero otorgado por Felipe V en 1713[6]; formó parte del proceso de colonización del hinterland habanero, siguiendo con ese propósito la tradición de fundación de ciudades y villas (tituladas, con sus respectivos privilegios e insignias heráldicas) y pueblos de españoles.

No obstante, el procedimiento que culminó con la fundación de San Felipe y Santiago de Bejucal marcó una diferencia importante en relación con la fundación de las primeras ciudades y villas en la Isla, pues, el pacto o contrato que se propuso al rey se basaba en la preexistencia de una propiedad rústica o hacienda para la crianza de ganado, sobre la cual el dueño, futuro fundador y principal poblador, llevaría a cabo el proyecto de urbanización con un claro fin comercial: propiciar y administrar en su jurisdicción, con beneficios propios: la siembra y cosecha de tabaco para su exportación a Sevilla, coadyuvando, después de 1717, a la implantación del Real Estanco del Tabaco en Cuba y, además, vender la tierra urbana de la nueva ciudad, que no estuviera comprometida con el rey, es decir que no estuviera comprendida entre los lotes o parcelas destinadas a las 30 primeras familias pobladoras, de origen y procedencia canarios, y otras pocas con fines públicos (plaza mayor, iglesia parroquial, casa consistorial, hospital, cárcel, etcétera).

La existencia de la Recopilación de las Leyes de Indias (1680) en sus partes referidas a la fundación de asentamientos urbanos y reguladoras de los mismos[7], también determinó el proyecto elevado al rey, a diferencia de la fuerza de la tradición y el pragmatismo que había existido en fundación de las primeras ciudades y villas en la Isla.

 

Plano del señorío y la ciudad titulada San Felipe y Santiago de Bejucal.

El historiador local más antiguo de Bejucal don Manuel Mariano Acosta presenta los hechos en su Memoria… (1830)[8] del siguiente modo:
«Bejucal. Este nombre tenía la hacienda de crianzas donde se fundó el año de 1714 la ciudad de San Felipe y Santiago, 6 leguas al Sud de la Habana y 8 del surgidero de Batabanó, cuyo camino real la atraviesa».

»La empezó a poblar tres años antes el Sr. D. Juan Núñez de Castilla, dueño de la referida hacienda, quien con arreglo á nuestras leyes obtuvo para ella el título de ciudad, ennobleciéndola el Sr. D. Felipe V de feliz memoria con escudo de armas y el establecimiento de un Cabildo, compuesto de dos Alcaldes ordinarios, dos de la Santa Hermandad, seis Regidores perpetuos y un Síndico Procurador del Común. Y para sí y sus descendientes obtuvo del mismo modo, como primer poblador y fundador, la dignidad de Marqués del espresado título, anexa la magistratura de Justicia mayor en la antepuesta ciudad y en el círculo de las cuatro leguas de jurisdicción territorial, que le concedió S. M., con los demás fueros, gracias y privilegios que la ley señala á los fundadores de una población, y además le había antes condecorado con la llave de Gentil-hombre de la Real cámara.

»Vistas y aceptadas por nuestro Soberano las propuestas, capitulaciones y obras hechas por el citado primer poblador y fundador, espidió su Real cédula fecha en Madrid á 29 de Abril de 1713 aprobando y confirmando la fundación de la repetida ciudad; y firmó en 30 de mayo [1713] del mismo año el Real decreto en que hace la merced del título de Castilla por juro de heredad á su Gentil-hombre de cámara D. Juan Núñez de Castilla […].

»En el mismo libro (Actas capitulares de la ciudad de San Felipe y Santiago, tomo 2º) y á fojas 9 vuelta se halla inserta otra Real cédula, fecha en el Soto de Roma á 10 de Mayo de 1730, en que contestando S. M. al Gobernador y Capitán General de la Habana quedar enterado de que había cumplido sus comprometimientos el Marqués de San Felipe y Santiago [el II marqués] en orden a la planificación de la ciudad de su título, y en virtud de lo dispuesto por las leyes 23 y 24 del título tercero libro IV de la Recopilación de Indias: de lo espuesto por su Fiscal y consulta de su Consejo “había venido en declarar y declaraba haber cumplido con su obligación el Marqués, concediéndole la merced de vasallos y la perpetuidad de jurisdicción para sí y su casa».

 

¿Quiénes gobernaron el señorío y ciudad de San Felipe y Santiago de Bejucal? ¿Qué posiciones ocuparon dentro de la sociedad colonial hispano-cubana y cómo se relacionaron con otras familias de similar rango? ¿Cuáles fueron los símbolos en que codificaron culturalmente el poder que ostentaron? Estas interrogantes son abordadas y respondidas en este artículo, continuación del que les presentamos en la entrega anterior de Librínsula, y que en apretada síntesis nos permitirán acercarnos a un capítulo poco conocido de la historia de La Habana y de la Isla de Cuba en el siglo XVIII.

Las generaciones de señores y Justicias Mayores de la ciudad de San Felipe y Santiago de Bejucal

Hasta la derogación de los privilegios de señorío por la primera Constitución española aprobada en Cádiz, en 1812, con las subsiguientes etapas en que esta fue ilegalizada y vuelta a poner en vigor, hasta 1837 —año en el cual definitivamente fueron suprimidos los señoríos en España—, ejercieron sus prerrogativas sobre la ciudad y su jurisdicción cinco marqueses de San Felipe y Santiago, ellos fueron:

Capitán Juan Núñez del Castillo y Piñero, Espejo y Castilla (conocido por Juan de Castilla Núñez del Castillo), Adelantado y Justicia Mayor de la ciudad de San Felipe y Santiago de Bejucal, que nació en Almuñécar, Granada,  el 22 de febrero 1660 y falleció en La Habana el 11 de julio de 1725. Es el fundador del tronco familiar Núñez del Castillo en la Isla de Cuba, casado con una canaria, Rosa-María Pérez de los Reyes y Castellanos, Sánchez y Hernández. Fue sucedido por su hijo:

Juan José Núñez del Castillo y Pérez de los Reyes, Piñero y Castellanos.

Juan José Núñez del Castillo y Pérez de los Reyes, Piñero y Castellanos, nació en La Habana el 20 de agosto de 1704 y falleció en Madrid en 1758, con 54 años de edad. Realizó los trámites requeridos para la confirmación de sus títulos y privilegios, y recibió el Real despacho en 1730. En Cumaná (actual territorio venezolano) ejerció como funcionario real y allá se casó con doña Antonia-Feliciana de Sucre y Trelles, Pardo y de la Casta, pariente (tía abuela) de la familia del patriota Antonio José de Sucre. Lo sucedió su hijo: 3. Juan-Francisco-José-Antonio Núñez del Castillo y Sucre, Pérez de los Reyes y Trelles.

Juan-Francisco-José-Antonio Núñez del Castillo y Sucre, Pérez de los Reyes y Trelles, III Adelantado y Justicia Mayor de San Felipe y Santiago de Bejucal, nació en Santiago de Cuba el 7 de octubre de 1725 y falleció en La Habana en 1760, a los 45 años de edad. Estuvo casado con doña Juana-Paula de Molina y Pita de Figueroa, Ortiz de Matienzo y Recio-Borroto. Lo sucedió su hijo menor de edad (6 años): Juan-Clemente Núñez del Castillo y Molina, Sucre y Pita de Figueroa.

Juan-Clemente Núñez del Castillo y Molina, Sucre y Pita de Figueroa, I Conde del Castillo con grandeza de España, nació en La Habana el 22 de noviembre de 1754 y falleció el 28 de marzo de 1821. Su preceptor durante 7 años (posiblemente entre 1762-1769), según afirma Mariano Acosta, fue el abogado habanero Ignacio José de Urrutia y Montoya, uno de nuestros primeros historiadores. Casó con doña Ignacia-Josefa, de la Luz Espinosa de Contreras Jústiz y Jústiz y Zayas-Bazán, hija del I conde de Gibacoa. Lo sucedió su hijo: Juan- Francisco- José – Zacarías – Nepomuceno Núñez del Castillo y Espinosa Contreras, Molina y Jústiz.

El marqués Juan-Francisco-José-Zacarías-Nepomuceno Núñez del Castillo y Espinosa Contreras, Molina y Jústiz, nació en La Habana el 5 de noviembre de 1773 y falleció en La Habana el 18 de agosto de 1849. V y último Adelantado y Justicia Mayor de San Felipe y Santiago de Bejucal. II Conde del Castillo con grandeza de España (creadas y confirmadas tales dignidades en 1804). Casó dos veces: primera esposa: doña María de la Encarnación-Juana-Ignacia-Josefa-Rafaela Montalvo y O´Farrill, Ambulodi y Herrera, hija del I conde de Casa Montalvo; segunda esposa: doña María de los Dolores-Josefa de Pedroso y Echeverría Barreto y Peñalver, pariente de los Condes de Casa Barreto.

El palacio de los marqueses de San Felipe y Santiago

Fue construido cerca de 1730, por el II marqués. Estaba en ruinas cuando lo visitó el escritor cubano Cirilo Villaverde en 1839 y lo describió en Paseo Pintoresco por la Isla de Cuba. Constituye un ejemplo de la evolución tipológica que al parecer tuvo la casa grande (referido por Cirilo Villaverde)[9] o vivienda rural de los dueños de hatos. Según se colige por la fecha de construcción del palacio en La Habana intramuros de los marqueses de San Felipe y Santiago, aproximadamente hacia 1770, y que ordenara el IV marqués, d. Juan-Clemente Núñez del Castillo y Molina, Sucre y Pita de Figueroa, los marqueses I, II y III posiblemente vivieron en el antiguo palacio del Bejucal, aunque eventualmente los marqueses II y IV residieron fuera de la Isla de Cuba. 

Las dos plantas originales del antiguo palacio de los marqueses de San Felipe y Santiago en la plaza de San Francisco de Asís, La Habana Vieja, primeras décadas del siglo XX, cuando sus locales fueron ocupados por un banco extranjero. Con posterioridad se le añadió la tercera planta.

Se puede confirmar la importancia y jerarquía urbana otorgada a este palacio en la ciudad marquesado de San Felipe y Santiago de Bejucal por la posición preferente que tenía en el eje este-oeste que atravesaba la iglesia parroquial, el palacio, la plaza de armas y la casa consistorial de la ciudad. También por su volumetría (dos plantas) y la ocupación total de una manzana del centro de la ciudad. Hacia el costado norte los locales de la planta baja fueron dados a usos públicos oficiales de la ciudad (escribanía, etcétera).

El palacio en La Habana intramuros de fines del siglo XVIII, plaza de San Francisco 

Como se mencionó anteriormente fue construido por el IV marqués, durante la misma etapa en que se reconstruía el centro histórico de La Habana intramuros y aparecían los grandes palacios de los capitanes generales y del segundo cabo. Carece de portales y sus códigos barrocos son muy simples y reproducen la línea estética aplicada a los palacios anteriormente mentados.

Fue en esta mansión señorial donde falleció el I conde de Santa Cruz de Mopox y III de San Juan de Jaruco, el entonces mariscal y subinspector general de las tropas de la Isla de Cuba don Joaquín Santa Cruz y Cárdenas Vélez de Guevara, cuñado que era de la esposa del V marqués de San Felipe y Santiago. También fue este ilustre habanero el Director de la Real Comisión de Guantánamo (1797-1802).

Conclusiones

Se prueba la existencia y funciones, durante un siglo desde 1713-1811, de una estructura económica, política y social: el señorío, en el caso del marquesado de San Felipe y Santiago de Bejucal; se identifican los señores, los períodos (sucesiones) en que ejercieron como tales, las relaciones matrimoniales que los unieron con otras familias habaneras de alto rango económico y social, que revelan las fuertes relaciones entre el recinto capitalino y su hinterland[10].  

Bibliografía

Acosta, M.: Memoria sobre la ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal, por D. Manuel Mariano Acosta. Con la cooperación de D. Isidro González y Pbro. Dr. D. Antonio Pérez Guzmán. Pedida por la Sección de Historia de la Real Sociedad Patriótica de La Habana.  En mayo de 1830. Pp. 521-588.
Leyes de los Reinos de las Indias, Mandadas a imprimir y publicadas por la Magestad Católica del Rey Don Carlos II. Nuestro Señor, Va dividida en cuatro tomos, con el Índice general, y al principio de cada Tomo el Especial de los títulos que contiene. Tomo Primero [y Segundo], Quinta Edición, con aprobación de la regencia provisional del Reino. Corregida y aprobada por la Sala de Indias del Tribunal Supremo de Justicia. Madrid, Boix, Editor: Impresor y Librero, Calle de Carretas, No. 8. 1841. (Recopilación).
Villaverde, Cirilo: Excursión a Vuelta Abajo, Testimonio, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1981.  

Notas:

[1] Los señoríos habaneros, su creación y la definición de sus formas de existencia, entre los años 1713-1812, ocupan los estudios que en la actualidad realiza la autora de este trabajo. Inicialmente este artículo se presentó como una ponencia en la Tertulia de Historia de la UNEAC “La Habana Criolla”, organizada por la Sección de Literatura Histórica y Social, celebrada el 19 de noviembre de 2013, en la Sala Martínez Villena. Fue citada en la reseña: “Descubrir La Habana Criolla: el Tricentenario de Bejucal” por Camilo López Trigo. Web UNEAC, 25/11/2013.

[2] F. Pérez de la Riva: “Los señoríos cubanos”, separata, Revista Bimestre Cubana, v. 57, no. 2, marzo-abril. 1946.

[3] Señorío. (De señor). m. Dominio o mando sobre algo. || 2. Territorio perteneciente al señor. || 3. Dignidad de señor. || (DRAE, 2006).

[4] Lphania Aruca: “Acercamiento …”, 2000.

[5] J. Font Rius.: “La propiedad territorial. El señorío”, en: Vicens Vives, J. Historia Social y Económica de España y América, 1974, Tomos I-V, Editorial Vicens-Vives, Libros Vicens Vives Bolsillo, 1ª reedición, Barcelona.

[6] Reyes españoles bajo los cuales se funda y gobierna la ciudad señorial de San Felipe y Santiago de Bejucal: Felipe V (n.1683- f.1746), rey de España (gobierna desde1700 hasta enero de 1724 y de agosto de 1724 hasta su muerte en 1746) de origen francés, primer monarca de la Casa de Borbón, la cual sustituyó a la Casa de Habsburgo en el reinado sobre los territorios españoles gracias al testamento definitivo del último rey de ésta, Carlos II. Fernando VI (1713-1759), rey de España (gobierna de 1746 a 1759), sucesor del anterior y continuador del programa reformista iniciado desde la entronización de la Casa de Borbón. Carlos III (n.1716-f.1788), rey de las Dos Sicilias (n.1734-f.1759) y rey de España (gobierna de1759 a 1788), el representante más genuino del despotismo ilustrado español. Carlos IV (1748-819), rey de España (1788-1808).

[7] Recopilación, ed. 1841, fueron consultados: Libro IV, Título III De los descubrimientos por tierra, Leyes 23 y 24. Título V De las poblaciones, p. 102-104. Título VI De los descubridores, pacificadores y pobladores p. 104-105.Título VII De la población de las ciudades, villas y pueblos. 105-109. Título VIII. De las ciudades y villas, y sus preeminencias. 109.

[8] Citas seleccionadas de M. Acosta: Memoria…,1830, pp. 521-588.

[9] Villaverde: Excursión…1981, Cap. XI, pp. 129-130: Villaverde apunta: «Tampoco en el tiempo que yo les describo se soñaba en hacer el pueblo de San Diego de Núñez, que las únicas casas eran la Grande (nota 7) del hato…». Nota 7: «La Casa Grande, llamada así por antonomasia, que era el asiento del hato, donde años adelante se estableció el pueblo […]».  Esto pudiera ser una pista para el futuro estudio de esta antigua arquitectura vernácula rural, ubicada en zonas ganaderas que se transformaron con el tiempo de tierra rústica en tierra urbana. (N. de la A.).

[10] El presente artículo tuvo su origen en la ponencia presentada a debate en la Tertulia “La Habana Criolla: siglo XVIII”, el jueves 19 de diciembre de 2013, organizada por la Sección de Literatura e Historia Social de la UNEAC. Se basa en una investigación en curso, por lo que alguna de sus informaciones o conclusiones parciales todavía puede ser modificada.

Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en "Librínsula", de la Biblioteca Nacional José Martí http://librinsula.bnjm.cu/
Link del artículo: http://librinsula.bnjm.cu/secciones/326/nombrar/326_nombrar_5.html http://librinsula.bnjm.cu/327_nombrar_3.html

Autorizado  por la autora, a la cual agradecemos.

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