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Manuel Rivero de la Calle autor cubano casi inédito y la evolución de la sociedad antigua en Cuba y el Caribe:
sus viajes a Yateras, (Guantánamo) 1964-1986 (Parte I)
[1]
por Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

 
 

Imprescindible para el acercamiento al tema de las expediciones, exploraciones y viajeros sobre la ruta de los aruacos por el Caribe, fue la consulta de la colección Manuel Rivero de la Calle en la Biblioteca Nacional José Martí (BNJM).[2] Las visitas de Rivero al antiguo municipio de Yateras, fueron posteriores a la etapa revolucionaria, dentro de la época de la República; aquellas contienen una nueva visión historiográfica del tema y actualizan los problemas científicos implicados. Rivero de la Calle hizo un cuidadoso estudio de los antecedentes teóricos y prácticos que tenían sus investigaciones de campo. Inclusive, evaluó cada uno de los aportes que habían hecho los investigadores que le precedieron en su labor, fijando la importancia de los mismos, de acuerdo con sus propios conocimientos y apreciaciones.

El resultado parcial de nuestro estudio, realizado en poco más de dos meses del año 2005, se expresa sintéticamente en este trabajo, unido a algunas reflexiones historiográficas de la Autora. La consulta bibliográfica — artículos, folletos, libros mecano escritos inéditos, o algunos ya publicados — se detallan aquí, y también se indican otras fuentes consultadas para fundamentar nuestras propias hipótesis y criterios de trabajo.
[3]

Planteamiento de algunos problemas historiográficos

De la mentada revisión de documentos varios, se deducen los siguientes problemas:

a) ¿Ocurrió en realidad una extinción total de la población aborigen en Cuba y de su cultura, o, sobrevivieron algunos grupos más o menos extensos, concentrados en los "pueblos de indios" fundados por los colonizadores, y de forma dispersa en el territorio rural no ocupado por los españoles, que se fueron mezclando o mestizando por cruces raciales diversos, hasta llegar a la actualidad, manteniendo su presencia en algunas regiones históricas de Cuba? ¿Cuáles son los modos y medios de verificación de la identidad aruaca entre los descendientes de los pueblos originarios en la actualidad? ¿Cómo determinar la cantidad y proporción en que se encuentran dichos individuos en relación con otros grupos raciales y étnicos radicados en Cuba? ¿Es posible establecer el grado de mestizaje racial y cultural ocurrido en esas poblaciones cubanas?

b) Los descendientes de los pobladores primitivos de Cuba, de raíz lingüística aruaca, actualmente mestizados con razas de origen europeo, africano y asiático, constituyen parte de la nacionalidad, nación y cultura cubanas, debido al proceso de fusión racial, étnica e histórico-cultural. Tal proceso, hasta el momento ha sido poco investigado e interpretado en sus distintas épocas — en correspondencia con las de la Historia de Cuba — por parte de la historiografía cubana.

c) La indagación histórica alrededor de estas poblaciones es válido y es necesario llevarlo a cabo en la actualidad, a través de vías multi e interdisciplinarias. Una acción de rescate cultural ¡es urgente! , antes de la definitiva desaparición de los asentamientos de estos descendientes de los pobladores originarios, por ejemplo, en los casos de los municipios de Manuel Tames y Baracoa, en Guantánamo.

d) La cuestión que tratamos tiene un alto interés historiográfico — a pesar la poca cantidad de habitantes que incluye en la actualidad y de la magnitud reducida de su influencia cultural debido a la ignorancia que prevalece en cuanto al tema, y a la localización difusa de los asentamientos de dichas poblaciones en zonas rurales montañosas, aún poco accesibles.

Recordemos algunas cuestiones de la historia antigua de Cuba

Las poblaciones aborígenes de la isla de Cuba, pertenecientes a distintas oleadas migratorias de los pueblos aruacos, fueron las que descubrieron y poblaron nuestro archipiélago, sustentadas en una cultura milenaria que proviene fundamentalmente del Continente Sudamericano; esas poblaciones y sus culturas fueron considerablemente diezmadas, por diferentes causas (bastante conocidas) durante el proceso de la conquista y colonización española del territorio. También se alteró o desapareció la distribución de los asentamientos de dicha población, al parecer distribuida entre treinta cacicazgos[4] sobre el territorio invadido y, parcialmente ocupado, hasta la decimonovena centuria inclusive. Los cacicazgos según la reconstrucción de estos en un plano del siglo XIX hecho por José María de la Torre, se denominaban, vistos de este a oeste:

(Región de Occidente y Centro, aproximadamente) 1. Guanahacabibes; 2. Guaniguanico; 3. Marien; 4. Habana; 5. Sabana o Sabaneque; 6. Cubanacán; 7. Hanabana; 8. Jagua; 9. Guahuhaya; 10. Magon; 11. Ornofai; 12. Camaguei; (Región oriental, aproximadamente) 13. Cavaguayo; 14. Boyuca; 15. Maniabón; 16. Bani; 17. Barajagua; 18. Sagua; 19. Baracoa; 20. Maisí; 21. Bayaquitirí; 22. Macaca; 23. Guaimay; 24. Maiyi; 25. Bayamo; 26. Guacanayabo; 27. Maguanos; 28. Culiba; 29. Guaymaros.

Desde los inicios del siglo XVI, una vez concluida la conquista y fundación de los primeros pueblos de españoles (villas y pequeñas ciudades), también se fundaron por los colonizadores pueblos de indios (Guanabacoa, San Luis de los Caneyes o El Caney), que concentraron cerca de las nuevas y pequeñas villas, tituladas ciudades (Santiago de Cuba y San Cristóbal de La Habana), cientos de aquellos habitantes originarios.

No obstante, imponerles cambios de identidad (bautizarlos formalmente por la Iglesia Católica, con nombres y apellidos castellanos), ellos fueron los primeros cubanos, nacidos en o naturales de, la isla de Cuba; evidentemente, esta es la primera y más antigua raíz histórica de nuestra actual nacionalidad. Muchos otros pobladores aborígenes y su descendencia, en proceso de mestizaje racial y étnico, quedaron dispersos en zonas rurales poco accesibles, aunque sus rastros arqueológicos se reconocen como pertenecientes los siglos XVII y XVIII. Expondremos algunas citas de distintos autores para respaldar nuestra argumentación:

"Consta que en esta región de Bayamo en el 1526 la misma Iglesia emprendió una obra de protección a los indios, fundando pueblos de 'indios vacos' (libres), a los que trasmitía la fe. Todavía en 1684 un padrón identifica varias comunidades indígenas dentro de esta jurisdicción: Santa Ana, Guanarubí, Jiguaní de Arriba, los Quemados, Cautillo y el Sao. De estos asentamientos en 1716 solamente existía el de San Pablo de Jiguaní como comunidad que había conservado su identidad indígena".[5]

Jiguaní, fue fundado por Miguel Rodríguez — bayamés, mestizo de español e india — que, en 1701, convirtió una parte de su hato Jiguaní Arriba, en un poblado denominado San Pablo de Jiguaní, habitado por indios maltratados de la zona de Bayamo

"... como los de Los Caneyes Arriba, Guaisabana, Caneyes Abajo".

El propio Rodríguez se opuso a la venta de la tierra de los indios de Jiguaní abajo, ganando el 19 de abril de 1702 un pleito que iniciara poco antes en la Audiencia de Santo Domingo. "Además, en 1703, se les otorga a los indios de Jiguaní las vegas que se prolongan desde los ríos Cautillo y Jiguaní hasta el Contramaestre.

"Nos narra el historiador Sergio Frómeta Suárez en su obra Jiguaní: imagen en el tiempo.[6]

Finalmente:

"El 23 de junio de 1737, por Real Orden, se le confiere el título de Muy Fiel Villa de San Pablo de Jiguaní. En 1740 se crea su Ayuntamiento".

Más tarde, en el siglo XIX, es citado Jiguaní por Francisco Arango y Parreño en sus "Observaciones..."[7] al Ensayo Político sobre la isla de Cuba de Alejandro Humboldt:

(...) "... y, a siete leguas de Bayamo hay todavía un pueblo de indios, que se llama Jiguaní, que goza de los privilegios que, por las leyes y otras Reales disposiciones, están concedidas a los indios; consta de trescientas casas. Pero es casi seguro que desaparecerán, lo mismo que los de Guanabacoa, por sus continuas mezclas con blancos y negros".

En torno a la población indígena reunida en el pueblo indio de Guanabacoa, fundado por acuerdo del Ayuntamiento de la Villa de San Cristóbal de La Habana, el 12 de junio de 1554, Marcos A. Rodríguez Villamil[8] nos relata la dramática historia de los pleitos por tierras, recurso principal para la sobrevivencia de poblaciones aborígenes y uno de los objetivos de la ocupación colonial, que progresivamente despojó a los habitantes aruacos de su espacio vital, el cual inicialmente comprendía, además de las fincas de Guanabacoa y Tarraco, donde se instaló el pueblo indio, otras tierras en Río Bayamo, Yamaraguas (Güines), y en las zonas de Xiaraco, Managuana o Managua y Bacuranao.

En el siglo XVIII las investigaciones de Alejandro de Humboldt y A. Bonpland, revelaron la existencia de grandes poblaciones indígenas y de su cultura en América del Sur. Se inició entonces, el interés por su estudio antropológico de parte de los europeos. En los viajes de A. Humboldt a la isla de Cuba, en 1800-1801 y 1803, el naturalista alemán descartó totalmente la sobrevivencia de dichos pobladores, y lanzó la siguiente afirmación:

"Como la población primitiva de las antillas ha desaparecido enteramente (los zambos caribes, mezcla de indígenas y de negros, habiéndose transportado en 1796 desde la isla de San Vicente a la de Ratán), se debe considerar la población actual de las Antillas (2 850 000) como compuesta de sangre europea y africana. Los negros de raza pura forman casi los dos tercios; los blancos 1/6 y las razas cruzadas 1/7. En las colonias españolas del continente se hallan los descendientes de los indios, que desaparecían entre los mestizos y zambos (...); esta idea consoladora no se presenta en el archipiélago de las Antillas. Era tal el estado en que se hallaba allí la sociedad al principio del siglo XVI, que los nuevos colonos no se mezclaban ya con los indígenas, exceptuando alguna que otra vez, muy rara, que lo hacen en el día los ingleses del Canadá. Los indios de Cuba han desaparecido como los guanches de Canarias, aunque en Guanabacoa y en Tenerife se han visto renovadas, hace 40 años, pretensiones falaces en muchas familias que arrancaban al gobierno algunas pensiones, cortas a la verdad, con el pretexto de que circulaba por sus venas algunas gotas de sangre india o guanche".[9] (Los subrayados en negritas son de la autora de este trabajo).

Es oportuno recordar, también, que a las afirmaciones concluyentes de Humboldt se refirió Francisco de Arango y Parreño en sus Observaciones al Ensayo Político sobre la Isla de Cuba, escritas en 1827, sobre la primera edición en español, copio completamente la observación V:

"Hasta ayer mañana hubo en Guanabacoa muchas familias de indios. Yo las alcancé, y el Sr. Barón verá en la Historia de Arrate[10] que los indios en sus canoas eran los que proveían de agua a esta ciudad, antes de que se hiciese la Zanja que tenemos hoy; y a siete leguas del Bayamo, hay todavía un pueblo de indios, que se llama Jiguaní, que goza de los privilegios que, por las leyes y otras Reales disposiciones, están concedidas a los indios: consta de trescientas casas. Pero es casi seguro que desaparecerán lo mismo que los de Guanabacoa, por sus continuas mezclas con blancos y negros".[11] (Los subrayados en negritas son de la autora de este trabajo).
 

Aquí asoma ya el argumento histórico jurídico de la total desaparición de la "raza pura" en los descendientes de aruacos, por motivo del cruce o mestizaje racial con blancos (españoles peninsulares y canarios) y con negros (criollos o de directamente de origen africano). (¿Cuál raza es pura en la actualidad, sobre todo en Cuba?), Posiblemente esto sucedió debido al índice de feminidad decreciente en los escasos asentamientos aruacos de la región occidental (el secuestro de las mujeres, además de sus violaciones sexuales, fue otra violencia de los conquistadores contra la población aborigen); aquellos estaban localizados con mayor cercanía al oriente de la isla de Cuba.

También, se produce, a consecuencia de la Revolución de Haití (1791-1804) y del Tratado de Basilea, 1795-1796, una fuerte migración blanca desde las partes francesa y española de la isla de la Española (Santo Domingo) hacia el Departamento Oriental de nuestra Isla.

Es por aquellos tiempos, cuando la Real Comisión de Guantánamo (1797-1802), inició el levantamiento de todos los realengos existentes en Guantánamo, Sagua de Tánamo, Mayarí y Nipe para entregarlos, hipotéticamente, a los nuevos inmigrantes blancos, los franceses, y también los españoles-dominicanos

Se fomentó oficialmente el incremento de población blanca con nuevos objetivos y funciones (recolonización) dentro de la estructura económica y social del Departamento Oriental. Principalmente, los franceses se dedicarían a los cultivos comerciales de café y añil, orientados hacia la exportación y apoyados en mano de obra esclava africana. Estas actividades debilitaron, paulatinamente, las zonas montañosas anteriormente sembradas por variedades de tabaco en los alrededores de las actuales provincias de Bayamo, Holguín y Santiago de Cuba, donde también radicaban descendientes de aruacos; dicho producto era vendido con regularidad al Estanco, desde 1717, para su exportación a Sevilla, y después se destinó a la Factoría habanera, aproximadamente desde 1760.

La ausencia de estudios económicos y sociales detallados y profundos en torno al antiguo Departamento Oriental, limitan aún la formulación de una hipótesis más completa alrededor de ¿cuál fue la base económica de los pueblos de indios (de cultivos de subsistencia, ganadera en parte, alfarera y posiblemente tabacalera), que existieron antes de las transformaciones sucedidas en las primeras décadas del siglo XIX.

En 1837, los indocubanos sobrevivientes sufrieron un nuevo y definitivo despojo de sus tierras, al plantearse la caducidad de las mercedes concedidas a sus antecesores por el soberano español, precisamente por la falta de pureza de su raza, mezclada ya con otras. Entonces, ¿a qué pueblo pertenecían estos descendientes de los antiguos aborígenes cubanos, cuyas raíces se hundían en más de seis milenios de poblamiento de nuestro archipiélago con anterioridad a la llegada del primer europeo a la Isla de Cuba?

Nota:

 

[1] Este artículo, partes I y II (final), inicialmente, fue presentado como una ponencia científica, debatida en la IV Jornada Científica del Grupo de Trabajo Permanente, Expediciones, Exploraciones y Viajeros en el Caribe, durante la sesión que tuvo su sede en la Sala Manuel Galich, Casa de las Américas, La Habana, 2007. Existe un libro inédito que compila todas los trabajos científicos debatidos en el citado evento.

[2] Manuel Fermín Rivero de la Calle, nació el 5 de abril de 1925, en Esmeralda, municipio de la provincia de Camagüey; falleció el 23 de septiembre de 2001 en La Habana. En 1954 escribió, su primer libro de texto Antropología General. Bosquejo Histórico, Editado por la Universidad Central de Las Villas "Marta Abreu", Escuela de Pedagogía. en opinión del historiador y antropólogo social Dr. Armando Rangel Rivero, investigador del Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana: "es el antropólogo físico cubano de mayor referencia internacional, por su obra y por su inquietante quehacer en las expediciones que participó u organizó. Por su afán de pesquisar en museos, universidades y laboratorios, trabajó con especialistas de México, Holanda, de las antiguas Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República de Checoslovaquia, Gran Bretaña, Chile y España". (tomado de "Vida y Obra de Manuel Rivero de la Calle: esquicios de sus investigaciones", Ponencia presentada a la IV Jornada Científica del Grupo de Trabajo Permanente Expediciones, Exploraciones y Viajeros en el Caribe, La Habana, 2007).

[3] Hacemos constar nuestro mayor agradecimiento a la dirección de la BNJM, en especial a Eliades Acosta Matos, que fue su director en el momento de nuestras consultas, y a las atentas compañeras de la sección de Documentos raros.

[4] José María de la Torre. (Plano) División territorial de Cuba antes de la ocupación por Velásquez, según José María de la Torre. Fig. 18, en: Fernando Portuondo, Historia de Cuba, Instituto Cubano del Libro, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1974, (7ª edición), p. 65.

[5] José Fernández Vega. "La Iglesia dentro del surgimiento y formación de Bayamo"; en revista A propósito de Bayamo. Bayamo, Ediciones Simiente, Obispado Bayamo, Manzanillo, 1999, p. 3. Citado por Sergio Frómeta Suárez, Jiguaní: imagen en el tiempo, 2003, Ediciones Bayamo, Granma, p. 9.

[6] Sergio Frómeta Suárez, Jiguaní: imagen en el tiempo... 2003. Ediciones Bayamo, Granma, p. 13.

[7] Francisco de Arango y Parreño, Obras, (Volumen II), Biblioteca de Clásicos Cubanos, Ensayo introductorio, compilación y notas Gloria García Rodríguez, Editorial Ciencias Sociales, colección Imagen Contemporánea, La Habana, 2005. Observación V, p. 256.

[8] Marcos A. Rodríguez Villamil, Indios al este de La Habana, Ensayo. Ediciones Extramuros, La Habana, 2002. Ver: "Pleitos por la tierra de los indios", pp. 35-57, expone sus tesis con una cuidadosa documentación procedente de distintos archivos.

[9] Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre la isla de Cuba, 1960, Editorial Lex, La Habana. Capítulo III Población, pp. 75-76.

[10] José Martín Félix de Arrate, Llave del Nuevo Mundo, Antemural de las Indias Occidentales La Habana descripta: Noticias de su fundación, aumentos/estado. Compuesta por D. J.M. Félix de Arrate...

[11] Francisco de Arango y Parreño, Obras, (Volumen II), Biblioteca de Clásicos Cubanos, Ensayo introductorio, compilación y notas Gloria García Rodríguez, Editorial Ciencias Sociales, colección Imagen Contemporánea, La Habana, 2005. Observación V, p. 256.

Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte el 14 diciembre 2009 http://www.cubarte.cult.cu/
Link del artículo:
http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/manuel-rivero-de-la-calle-autor-cubano-casi--inedito-i-parte1/9232.html

Autorizado  por la autora, a la cual agradecemos.

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