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La Habana: Puerta de la paz de la Necrópolis Cristóbal Colón
por Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

 
 
 

La Puerta Norte de la Necrópolis habanera es su magnífico acceso principal  y su monumento más significativo;  además,  ha constituido la inspiración de varios artistas notables del siglo XIX y XX.[1] Posee un valor estético e histórico patrimonial extraordinario, en la actualidad protagoniza el paisaje urbano histórico de uno de los centros de la ciudad de La Habana de mayor prestigio social y cultural, la esquina de las calles 12 y 23 en El Vedado, y cuenta con un amplio reconocimiento nacional e internacional. temprano en Cuba colonial.

Este monumento funerario es un arco de triunfo de tres cuerpos --el central destaca su altura mayor (aproximadamente 21 metros) sobre los laterales--,  su construcción  gallarda y maciza fue realizada con piedras calizas,  procedentes de canteras entonces cercanas.  Conjuga el estilo románico y el bizantino,  elegidos por el autor debido a que recordaba las primeras edificaciones realizadas por los antiguos cristianos en Roma y Bizancio. Ciertamente, es un ejemplo del eclecticismo

El paisaje urbano en el que se proyecta este acceso hacia la calle Zapata, es deliberadamente monumental y  ostenta una ligera inflexión al apuntar el Norte en la intersección de aquella vía con la calle 12.[2] A causa de esta última circunstancia, la iluminación que recibe la Puerta es siempre lateral, desde el Este cuando se levanta el astro rey, y por el Oeste cuando termina su recorrido diario.

El autor del proyecto del Cementerio Cristóbal Colón y de sus distintas entradas orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, fue el arquitecto Calixto Aureliano de  Loira y Cardoso (El Ferrol, Galicia, 1840- La Habana, 1872). Aunque nacido en España, llegó a la Isla de Cuba en su niñez plena; fue graduado en su profesión por la famosa Academia de San Fernando,  Madrid.

En el diseño original de la Puerta Norte  las columnas reflejaban un concepto barroco, que ganó la crítica de la Comisión evaluadora de las propuestas y finalmente premió el proyecto cementerial de Loira.  Posteriormente, aquel señalamiento influyó en la modificación ocurrida  y  así se simplificó la portada,  tomando las formas ya descritas.

La colocación de la primera piedra de la Puerta Norte marcó a la vez simbólicamente el inicio de la construcción del cementerio, en un acto de inauguración oficial que ocurrió el 30 de octubre de 1871.[3] Al pomposo suceso, antes mencionado, asistió el Señor General Segundo Cabo, en sustitución del Capitán general Blas Villate de la Hera, conde de Valmaseda, quien se encontraba en esos momentos en Oriente, combatiendo contra las tropas insurrectas que desde el 10 de octubre de 1868 se habían rebelado por la independencia de Cuba. En la prensa oficial se publicaron los discursos de las autoridades militar y eclesiástica, y el acta relativa a la ceremonia inaugural, donde consta lo siguiente: Finalmente para perpetuar la memoria del acto por su índole, objetivo y tendencia de pasar a la más remota posteridad, se colocaron dentro de una caja de caoba que fue sellada, un ejemplar de la Guía de Forasteros y otro del Calendario del presente año, un número de cada periódico, publicado en el día de ayer en esta ciudad, varias monedas de oro y plata del actual reinado y copia de la presente acta que firman el Excmo. Sr. Gobernador Superior Político, Vice Real Patrono, Ilmo. Sr. Gobernador Eclesiástico y el Presente secretario del obispado. Romualdo Crespo, Benigno Merino y Mendi, Miguel V. López.

Encerrada dicha caja en una segunda de plomo, fue colocada en el hueco abierto en la piedra ya sentada, sobre poniéndose otra que ajustó perfectamente.

La Puerta Norte fue terminada bajo la dirección del arquitecto habanero Eugenio Raynieri y Sorrentino, graduado como su antecesor en la Academia de San Fernando,  quien,  después del fallecimiento de Loira en 1872, estuvo al frente  de esa obra (1872-1873).

La mentada Puerta, majestuosa y austera al mismo tiempo, cobija bajo cada uno de sus arcos los accesos diferenciados hacia el interior de la ciudad funeraria o necrópolis: los laterales abrían el paso a los peatones,  mientras que,  el central facilita la entrada al cortejo fúnebre, generalmente acompañado por otros vehículos.

La Puerta posee un frontispicio que se desarrolla en forma de triángulo truncado en su vértice superior, siguiendo los cánones clásicos. Como ya se señaló, el material empleado fue piedra caliza, demasiado dura para que el artista de ese tiempo pudiera excederse en detalles ornamentales. Los relieves que adornan la superficie pétrea pertenecen al repertorio de símbolos religiosos católicos: cruces, hojas de laurel y antorchas invertidas una representación de la llama extinguida de la vida.  

La composición artística manifiesta simetría bilateral, perfecta, lo cual junto a las proporciones de las partes, animan un armonioso y balanceado objeto artístico, de gusto culto y refinado, inclinado definitivamente hacia los grandes símbolos de la cultura europea, específicamente la católica romana.

En los inicios del siglo XX, la imagen inicial de la Puerta Norte se completó con el conjunto escultórico diseñado por el cubano José Vilalta y Saavedra (1865- circa 1912)[4]. El remate del cuerpo central desenvolvió totalmente su vocación piramidal mediante el conjunto de figuras de Las Tres Virtudes Teologales "Fe, Esperanza y Caridad", representadas por tres estatuas femeninas: la del centro, de pie, acompañada por niños, y las otras dos sentadas mirando una hacia el Este y otra al Oeste; cada una porta  atributos alegóricos entre sus manos. 

El material utilizado por Vilalta para su obra fue mármol blanco, procedente de Carrara, Italia; allí mismo se esculpieron sus diseños en todas sus partes. Una breve leyenda en latín, al pie de las figuras marmóreas, reza "Janua Sum Pacis" ("Soy la Puerta de la Paz"), lo cual define absolutamente el significado trascendente del sitio y la obra de Vilalta. De ahí se deduce el nombre "Puerta de la Paz".

Existen relieves de mármol blanco en el anverso y reverso del muro bajo el frontispicio de la gran portada, que también se deben al mismo escultor.  Ellos son: "La crucifixión de Jesucristo" y la "Resurrección de Lázaro",   rememoran pasajes bíblicos plenos de pasión y amor cristianos. Se destaca, sobre todo, el realismo de las pequeñas escenas, el uso de la perspectiva lineal en el diseño, y la perfección de la ejecución del trabajo de talla en alto relieve.

Sin lugar a duda, la magnitud artística de la Puerta de la Paz y del sitio funerario donde está ubicada, atrajo desde el momento mismo de su creación a pintores relevantes del siglo XIX y XX: Miguel Melero y Rodríguez (La Habana, 1836-1907), "Colocación de la primera piedra en el Cementerio Cristóbal Colón el 30 de octubre de 1871", 1886; Víctor Patricio Landaluze (n. España-f. Guanabacoa, 1889) "Entierro abakuá", 1889; Manuel Lluch, pintor catalán, "Misa a la cortina", sin fecha (siglo XIX); y Esteban Domenech, catalán, paisajista urbano,"Puerta Norte del Cementerio Cristóbal Colón", de 1953. Estos artistas elaboraron versiones muy particulares de la Puerta Norte o de la Paz que actualmente forman parte de una colección de pinturas funerarias bajo la custodia de la Capilla Central de la Necrópolis Cristóbal Colón.

A dichas obras y autores me referiré en próximas entregas.


Notas

[1] Aruca, L. "El Cementerio Cristóbal Colón de La Habana", The Journal of Decorative and Propaganda Arts, publicada por The Wolfson Foundation, no. 22 dedicado a Cuba, Miami, 1996. Pp.25-34.

[2] Actualmente la Puerta Norte o Puerta de la Paz junto a la Necrópolis Cristóbal Colón,  forma parte del importante fondo patrimonial del municipio Plaza de la Revolución de la provincia de La Habana. En 1987 el Cementerio Cristóbal Colón fue declarado Monumento Nacional de la República de Cuba por la Comisión Nacional de Monumentos. Este sitio urbano funerario es considerado por muchos expertos el tercero de su clase  (ciudad funeraria monumental) en el mundo y el primero de América.

[3] El Cementerio Cristóbal Colón reemplazó en 1878 al primero de este tipo, cementerio general extramuros, de La Habana, fundado en 1805 y que contribuyó a hacer imperecedero al nombre de su principal auspiciador y, el Dr. Juan José Espada y Landa, Obispo de La Habana, promotor de esta obra y de muchas otras que permitieron el avance de la higiene pública en la Isla de Cuba; para tal fin se unió a figuras tan ilustres de la ciencia cubana como el Dr. Tomás Romay Chacón (n. La Habana, 21 de diciembre 1764 y f. ídem, 30 de marzo 1849).

[4] Según afirma Eugenio Sánchez de Fuentes, Vilalta Saavedra nació en La Habana. Hizo estudios artísticos en Cuba y en islas Canarias, bajo la dirección de Fernando Pellicer. Posteriormente, accedió a las academias de Florencia, donde obtuvo Medalla de plata en la Exposición de Artes Libres en 1892.  Es autor del monumento a Francisco de Albear Lara, en el parque de igual nombre, situado en la calle Egido entre Obispo y O´Reilly,  La Habana Vieja, y el dedicado a Amelia Goiry y Adot ("La Milagrosa") en la propia Necrópolis Cristóbal Colón. Sánchez de Fuentes, Eugenio, Cuba Monumental, Estatuaria y Epigráfica, 1916, p.  271.

Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte el 27 setiembre 2011 http://www.cubarte.cult.cu/
Link del artículo: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/la-habana-puerta-de-la-paz-de-la-necropolis-cristobal-colon/20043.html

Autorizado  por la autora, a la cual agradecemos.

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