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Honor a Antonio Núñez Jiménez en su aniversario 90
por Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

 
 

El siglo XX cubano tuvo la ventura de poseer y legar a la Historia una personalidad cultural y científica de la estatura del geógrafo, espeleólogo, arqueólogo, historiador y escritor infatigable: el reconocido expedicionario e investigador Antonio Núñez Jiménez, revolucionario integral que nació en Alquízar, en la actual provincia de Artemisa, el 20 de abril de 1923 y su deceso consta en La Habana el 13 de septiembre de 1998, cuando ya contaba 75 años.  

 

Antonio Nuñez Jiménez. Imagen: La Jiribilla

El punto de partida de la vida de Núñez fue modesto, solamente a fuerza de voluntad, de un intenso esfuerzo de superación, con alto valor personal y una inteligente actividad, tenazmente multiplicada, logró alcanzar los objetivos que llenarían más de una existencia individual. Su obra dejó huellas útiles, profundas y meritorias en los diversos campos del conocimiento por donde transitó, dando pruebas de su formación en el más alto nivel teórico (graduado de Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana y de doctor en Ciencias Geográficas en la Universidad de Lomonosov, Moscú, 1960) y empírico como explorador, expedicionario, promotor y fundador de instituciones culturales imprescindibles, como lo fue la Sociedad Espeleológica de Cuba en 1940. Su calidad profesional y humana se reconoció tanto en Cuba, Profesor de Mérito, como en otros países, donde le otorgaron el grado de Doctor Honoris Causa, Ecuador, 1985, o el de Profesor Honorario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1987, entre muchos otros que engalanan su vida curricular.  

En la política, se distinguió de distintas formas en la lucha revolucionaria: participó en la  insurrección armada liderada por el Movimiento 26 de Julio contra el dictador Fulgencio Batista y Zaldívar y las fuerzas internas y foráneas que lo apoyaron; ganó el grado de capitán del Ejército Rebelde, convertido en las Fuerzas Armadas Revolucionarias después del 1º de enero de 1959. Dedicó su vida por entero a la gigantesca tarea de construcción de las bases para la edificación del país socialista, específicamente en sus instituciones académicas, científicas y culturales, creadas o refundadas por él, como lo fue la Academia de Ciencias de Cuba (Álvarez, “El doctor…”, 2006). Un proceso creador de tal magnitud para un país pobre y subdesarrollado,  que casi constituía una utopía en las primeras décadas de los años 60´s y 70´s, y hasta la institución del Poder Popular bajo la tutela de la Constitución de la República de Cuba de 1976.

También como representante diplomático de Cuba en distintos países su actuación fue fundamental para llevar adelante la comprensión, obtener la solidaridad y apoyo para el avance y la defensa internacional de la Revolución que tenía lugar en Cuba —inédita en las Américas y el Caribe— como un hábil Embajador o Delegado ante importantes foros y eventos.

No obstante lo anteriormente reseñado con extrema parquedad, el doctor Núñez Jiménez compartió su tiempo en el seno de una familia que creó junto a su compañera de vida y combates sin treguas, Lupe Velis de Núñez, y sus hijas. No faltaron tampoco las numerosas amistades, entre las que se contaron Gabriel García Márquez y Oswaldo Guayasamín, que lo alentaron y acompañaron los ensueños de sus abundantes empresas plenas de intuición y arduos trabajos.

Es interesante leer la rica bio-bibliografía de Núñez, pero más sorprendente me parece repasar Antonio Núñez Jiménez Opiniones sobre su obra, editada y publicada en 1998, el mismo año de su fallecimiento, por la Fundación de la Naturaleza y el Hombre, que él concibió como una contribución a la difusión de lo acumulado a lo largo de su vasta experiencia de explorador y bibliófilo. El libro antes mencionado, agrupa numerosas (se cuenta más de un centenar, 392 pp.) y muy diversas opiniones de personalidades e instituciones nacionales o mundiales; está estructurado en 12 partes o capítulos referidos a estudios relevantes del autor: Geografía de Cuba (1954), La liberación de las Islas (1959),  Así es mi país (1961), En marcha con Fidel (1959,1960,1961,1962), Wifredo Lam, Cuba: Cultura, Estado y Revolución, la obra espeleológica, el arte rupestre, su actividad colombista, En canoa del Amazonas al Caribe (expedición; libro, Quito, 1989) y otras. Citaré algunos párrafos de dicho libro, muy ilustrativos para captar la personalidad, la índole de sus obras y valores, de la manera más sencilla y directa.

 

Alrededor de la Geografía de Cuba, publicada por la Editorial Lex en 1954, meses después del asalto al Cuartel Moncada, en Santiago de Cuba por Fidel Castro Ruz y sus compañeros y compañeras de ideales, se publicaron opiniones que esclarecen el valor científico y patriótico del texto, cuya primera edición fue secuestrada y quemada por los esbirros batistianos. Imeldo Álvarez, periodista, escritor y editor, dio a conocer el hecho acontecido en el Diario El Sol, Marianao, 22 de enero de 1955, en su sección “Paréntesis”:

Ahora se produce otro escándalo que no tiene paralelo. Un conocido oficial de ese mismo cuerpo represivo [Servicio de Inteligencia Militar, SIM] ha recogido de la Editorial “Lex” y de todas las librerías una obra científica: la Geografía de Cubaescrita por el doctor Antonio Núñez Jiménez. Sin dar explicaciones de ningún género. Sin atender la protesta del culto editorialista Mariano Sánchez Roca […] La Geografía de Cuba, recogida por el Servicio de Inteligencia Militar, es una recopilación de datos inéditos sobre la realidad física de la Isla y una estadística de nuestros recursos naturales, riqueza económica, población, organización del estado y detalles regionales […] Por qué se prohíbe entonces la circulación de ese libro? Núñez Jiménez tiene sus ideas y las expone con bases científicas. Ha hecho estudios sobre Cuba y quiere divulgarlos. Pero, […] al someter a la consideración de los cubanos sus trabajos, no disimula en ellos las realidades de nuestra economía ni las contradicciones de nuestras estadísticas y recursos naturales. […]Y semejante desacato al orden estatuido no puede ser perdonado por el régimen.  (Opiniones, p. 9).

 

Visita al reverendo protestante W. A. Raifford, jefe de la tribu Pájaros Blancos.
En la imagen aparece Fidel Castro y Antonio Núñez Jiménez. Foto: CIP

 

El debate público que se generó en torno al incidente, al contenido y la calidad del referido libro se generalizó rápidamente, y participaron en defensa de la Geografía… de Núñez figuras de la vida nacional tales como el ex presidente de la República de Cuba doctor Ramón Grau San Martín, Medardo Vitier, Ulises Carbó, Juan Marinello, Salvador Bueno, o instituciones como la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, el Consejo Provincial de Las Villas del Consejo directivo de maestros y equiparados, entre muchos otros. Jorge Mañach, por citar a uno de los defensores, escribió entonces:

[…] Fue discípulo mío [Antonio Núñez Jiménez], y creo conocerle un poco. Es un joven serio, lleno de devoción científica. Por qué camino vayan ahora sus ideas, no me consta. Sé que editó su Geografía de Cuba, como antes dije, con enormes sacrificios. He podido examinar su libro. Está primorosamente editado, con lujo de grabados, es un libro costoso. También se ve que está escrito con amor y con ciertos “a fondos” críticos del idealismo cívico juvenil […] a menudo respaldado con juicios nada menos que de Martí.” (Opiniones, p. 11)

Sobre el mismo incidente, el artículo titulado “El autor se defiende” calzado por la firma del propio Mañach (Diario de la Marina, La Habana, 12 de febrero de 1955) dio a la luz una carta de Núñez, quien afirma:

Como mi libro ha alcanzado tanta resonancia debido principalmente a su ocupación por el SIM, quiero exponer aquí algunos datos sobre el mismo. Escribí esa obra después de recorrer a pie, mochila al hombro, todo el Archipiélago Cubano, desde las azules cumbres del Turquino hasta los abismos de sus cavernas más notables, desde el Norte hasta el Sur, de Isla de Pinos a Cayo Romano. En el largo peregrinar por montes y valles, por las guardarrayas de los centrales azucareros, por los míseros bohíos perdidos entre la serranía, pude ver una realidad social mucho más dramática, triste y bochornosa que la expuesta en los capítulos de la Geografía Humana de mi libro. Créame el doctor Mañach, y también el señor Mendoza [Luis G. Mendoza], que un día de 1944, al pie del Cerro de Cabras, en la casi feudal Pinar del Río, vi a un campesino pagar con su única vaca la visita de un médico que venía a consultar a su hijo moribundo. […]

[…]Yo creo que la más alta función de un Maestro es siempre decir la verdad, aunque decir esa verdad le acarree la cárcel o el despojo de su cátedra. De lo contrario no sería un Maestro. Ocultar la verdad no es de hombre entero y vertical. El Maestro que por defender su pan mienta no es un Maestro. Es un ganapán. Y yo prefiero cualquier sacrificio a sacrificar mi deber tal y como lo entiendo. (Opiniones, pp.14-15)

Al triunfo de la Revolución Cubana, la obra fue reeditada por el Ministerio de Educación; al presentarla el doctor Armando Hart Dávalos, entonces Ministro del ramo, declaró:

Raras veces en la historia de nuestra patria ha coincidido el rigor mental que supone la investigación científica con el temperamento combatiente. A ello hay que atribuirle en gran parte el reiterado fracaso de nuestras revoluciones. Revolución es evolución acelerada, sobre ritmo de las acciones y reacciones entre el hombre y el medio y entre los hombres mismos, y esa mutación o ese cambio, para que sean profundos y duraderos, para que estén presididos por una norma directriz, han de nutrirse en las raíces del conocimiento objetivo de los factores que integran el medio físico, el político, el económico, el cultural y el humano… […] Este tratado de Geografía de Cuba, primera obra realmente a la altura de nuestros ideales revolucionarios, que el Ministerio de Educación tiene ahora la oportunidad de aprobar y distinguir como texto oficial para todos los Centros de Segunda Enseñanza del Estado, mereció el honor de ser recogido y destruido en su primera edición por los agentes de la tiranía. […] El profesor Núñez Jiménez señaló el latifundio y, por consiguiente, las causas de la miseria; explicó cuales eran nuestros recursos y precisó quienes eran los poseedores; eso bastaba para caracterizar el sentido revolucionario de la obra. Los fundamentos científicos de la Reforma Agraria están contenidos en esta Geografía. (Opiniones, p. 28-29)

Me he extendido en las citas sobre el mentado incidente, su repercusión y del merecido honor que al cabo recibió, como texto oficial dirigido a las nuevas generaciones de cubanos y cubanas, porque fue esa una batalla que retrató de cuerpo entero la naturaleza del autor, sus principios: fidelidad a la ciencia, a la pedagogía verdaderamente revolucionaria, y al pueblo, de donde él mismo procedía.

Núñez, el expedicionario, realizó proezas rara vez disfrutadas por los científicos de países no desarrollados: fue invitado por las autoridades soviéticas de los años 70´s a las expediciones efectuadas para reconocer el Polo Ártico y el Antártico; hizo estudios de las Islas Galápagos y de la Isla de Pascua, con resultados que merecen atención permanente. La culminación de estos empeños descubridores fue “En canoa del Amazonas al Caribe”, expedición soñada, en la que pudo integrar a numerosos especialistas latinoamericanos y caribeños en un periplo que abarcó más de 20 países, durante dos etapas, en 1987-1988:

Se pretendía verificar la teoría del Descubrimiento original del Caribe y de sus Islas por las tribus prehistóricas de las cuencas del Amazonas y del Orinoco, que llegaron a Trinidad y poco a poco fueron poblando las pequeñas Antillas hasta arribar a las más grandes, como lo afirma Núñez Jiménez. Además, se propuso realizar investigaciones científicas en los campos de la naturaleza y del hombre, y, finalmente, por la vía de la ciencia y la cultura, quiso dar un paso concreto hacia la unidad latinoamericana y caribeña… (Opiniones, p. 218)

José Juan Arrom, el insigne profesor e investigador, fallecido hace pocos años, en su prólogo al libro En canoa por el Mar de las Antillas (Santo Domingo, 1994), el segundo publicado, sobre la etapa final de la expedición, resume poéticamente momentos cruciales de la gran aventura caribeña:

Igual que los navíos colombinos, las canoas descubridoras navegan entre lo real y lo maravilloso. Encuentran fuertes tormentas, trombas marinas y contratiempos creados por hombres de escasa visión. Esos y otros lances son narrados, con su usual amenidad y maestría, por el Gran Almirante de la nueva empresa descubridora. Señalemos sólo uno de aquellos lances. Cercana la flotilla a Puerto Rico pide entrada a sus aguas territoriales. En exacto paralelismo con lo ocurrido siglos antes, funcionarios del imperio se la niegan. En fecha igualmente significativa 14 de octubre una noche la canoa “Hatuey” rompe sus amarras y se pierde en medio de una borrasca. Se pierde pero no se hunde. Llevada por las corrientes y los vientos viaja sola por más de 300 kilómetros. A la imprecisa luz de la alborada del 26 de noviembre, un pescador, llamado Toñín, divisa frente a la base naval de Vieques lo que parecía una ballena dormida. Era la canoa “Hatuey”. Mágicamente había burlado la prohibición y arribado al sitio señalado por su destino. Desde el punto de vista científico confirmaba “que los elementos naturales ayudaron en las rutas migratorias prehistóricas”. Desde otro punto de vista cumplía el objetivo de reafirmar la integración latinoamericana mediante la ciencia y la cultura. Mito y realidad, historia y esperanza. (Opiniones, p. 243)

Por suerte para los lectores y lectoras cubanos, en las últimas Ferias Internacionales del Libro de La Habana se han podido adquirir ambos libros, ya editados y publicados en Cuba, que nos acercan a un hecho épico acaecido en la octava década del siglo XX, dirigido por el Capitán cubano. No obstante, y muy a pesar de su trascendencia, todavía no se ha incorporado a los planes de estudios oficiales, en los niveles medio y superior, de la Historia de Cuba. La Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, ha perseverado en la compilación y edición de su obra escrita, que alcanza ya varias decenas de libros; en mi opinión, lo más notable de su labor reside en que los proyectos y labores que auspicia o promueve, conservan la esencia del pensamiento ecologista, humanista y nuestroamericano de Núñez Jiménez. 

¡Honor a un trabajador de la Ciencia de Cuba, su ilustre Cuarto Descubridor, que, en nuestra contemporaneidad, es también uno de sus hijos más universales.

Bibliografía

Álvarez Sandoval, Orieta. “El doctor Antonio Núñez Jiménez y su labor como fundador de la Academia de Ciencias de Cuba: 1962-1972”, en: Aruca, L. y Camero, J.M. (Coords.) Antonio Núñez Jiménez: sus exploraciones en Cuba y el Caribe. I Conferencia Científica Regional, 2004, Ediciones Unión, 2006, pp. 43-77.

Hecheverría, I., y otros. Antonio Núñez Jiménez Opiniones sobre su obra, Fundación de la Naturaleza y el Hombre, 1998.

García, R. (Coord. Editor) y otros. Figuras de la Ciencia en Cuba, Editorial Científico-Técnica, 2002, pp.292-297.

Núñez Jiménez, A.: El Arte Rupestre de Cuba – Rock Art of Cuba, Jaca Book Spa, 1985.

________________: En Canoa del Amazonas al Caribe, Editorial El Conejo, Quito, 1989.

________________: Medio Siglo explorando a Cuba, Imprenta Central de la FAR, La Habana, 1990.

________________: En Canoa por el Mar de las Antillas, Prólogo [a la 1ª edición] “El quinto viaje de Descubrimiento del Caribe” por José Juan Arrom. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2010

 

Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte  http://www.cubarte.cult.cu/ , el 20 de abril de 2013
Link del artículo: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/honor-a-antonio-nunez-jimenez-en-su-aniversario-90/24274.html

Autorizado  por la autora, a la cual agradecemos.

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