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Argumentos para una historia diferente: El Memorial de las Señoras de La Habana a Carlos III
por Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

 
 

La toma de La Habana por los ingleses en 1762 ha sido analizada desde la Historia militar, naval, económica, política, y otros campos especializados de esa Ciencia. Sin embargo, el documento a que se refiere este artículo ofrece algunos elementos que,  escrito por un conjunto de nueve damas habaneras (Da. Ysabel Josepha de Arrate, Da. María Santa Cruz, Da. Lusiana  Castellón, Da. Ana de Sayas, Da. María luisa de Cardenas, Da. Ma. Antonia Navarrete, Da. Catalina Sta. Cruz, Da. Manuela de Coca,Da. Theresa Sta. Cruz[1], nos ofrecen una visión muy peculiar del asunto.[2]

Al parecer, las mentadas damas, además de ricas, bien instruidas y con pensamientos propios  --tal y como resaltó admirativamente el barón Alejandro de Humboldt en su Ensayo Político sobre la Isla de Cuba al referirse en general a nuestras compatriotas, después de sus visitas a La Habana, en los inicios del siglo XIX, ellas enriquecieron esta historia aportando en el “Memorial” sus interesantes testimonios al rey Carlos III acerca de la participación de distintos grupos de la sociedad habanera en la defensa de la ciudad. También,  muy tempranamente, abrazaron  una posición definida y decidida acerca del futuro de la capital de colonia, expresada en el inicio y fin del citado texto[3]:

Señor.

Adonde reciviran ntros corazs.[corazones]penetrados del mas vivo tierno dolor, sino alos pies de V.M. en donde reside después de Dios el poder para confortarnos en tan grande tribulación.(“Memorial” hoja 1.)[4]

El tono confiado se mantiene hasta el fin de su exposición al rey:

Esta es Señor la funesta tragedia, que lloramos las Havaneras fidelísimas Vasallas de V. M. cuyo poder, mediante Díos impetramos[5] para que por paz o por guerra en el recobro de Sus dominios logremos Veer en breve fixado aquí el estandarte de V. M.  esa sola esperanza nos âlienta para no abandonar desde luego la Patria y bienes, estimando en mas el Suave Abrigo del Vasallage en que nacimos.

Díos prospere[6] las catholicas empresas de V. M. y guarde Su Real Persona como la Christiandad neccessita. Havana y Agosto 29 del 1762.   (“Memorial”, fotocopia del original, hoja 24 y última.)

El segundo y tercer párrafos del “Memorial” explica la estrecha relación que perciben estas Señoras entre su sentimiento de patriótico local y la monarquía española:  

La Havanantra  [n[ues]tra] Patria, aquella ciudad que V.M. ha ilustrado con tantas honras, aquella, que desde su cuna tiene por timbre el blason de la fidelidad, aquella que en sus moradores engendra nobles espiritus de amor, y rendimiento â V.M. yace sepultdas sus glorias baxo el dominio del Rey Britanico, entregada por capitular.

El valor, que tuvieramos para ver correr la Sangre toda de ntros inmediatos en Sacrificio á Dios y á V.M. nos falta para experimentar atrazos en ntra católica Religion á imperio de un Principe Protestante con la amargura de ver á V.M. desposeído de una Plaza tan importante â su Su corona. Sabe  Dios que deceamos dar a V.M. un informe âgeno de ârtificio de quanto ha deducido â esta desgracia. (Ídem, hoja 2.)

El relato de lo ocurrido durante el asedio a la ciudad y al castillo de los Tres Reyes Magos del Morro,  narra con viveza los contrastes entre los estados de ánimo del Gobernador Juan de Prado y sus generales, con los de la población y los defensores criollos: 

El día Seis de Junio por la mañana âvisto â este Puerto una numerosa Esquadra Ynglesa, no creída del Governd.r por que jusgo Ser la flotilla, que passa â Su comercio por estos mares. Y porque retirándose âl Castillo dela fuerza su habitación, hallo en el al Then.te de Rey, que âcompañado delos Regidores, y de más cavalle.s [cavalle[ero]s]âtrahidos dela novedad, de haverse tocado la Generala[7], comparecieron â recibir ôrdenes, les hablo con la may.r displicencia reputando por ligereza âquella commociôn. Pero desengañado ala tarde, quando experimento que los Navios hacían unos por el Puerto, y Sondeaban otros la Playa de  Cogimar, donde esta situado un Castillejo, se presento el hombre mas átribulado que hasta ahora se ha visto, siendo necesario que el Then.te [Then[ien]te]de Rey, tomara sus veces p.a dar expediente. (Ídem, hojas 2-3)

La ineptitud y debilidad de Prado queda en evidencia, así como en la siguiente cita se revela la torpeza del encargado de evitar el desembarco inglés y la toma de Guanabacoa, Carlos Caro, el coronel de dragones del Regimiento de Edimburgo y comandante de las tropas del campo (arrabales e hinterland habaneros, extramuros), frente al plan que le propone su subordinado, el miliciano habanero José Antonio Gómez y Pérez Bullones (conocido como Pepe Antonio) alcalde y sargento mayor de la villa guanabacoense:

Se providencio hacer defensa en Cogimar, recomendando el mando desta importancia âl Coronel D. Carlos Caro con el Regimiento de Edimburg, y agregacíon de Milicias, â quíenes â pocos lances mando retirar Su Coronel, logrando los Yngleses hacer desembarco sin perdida de un hombre; los que caminaron una legua aquella noche, malogrando los ntros por mal dirigidos la coyuntura que les brindaba la espesura de un quarto de legua montuosa, en que pudieron hacerles fuego en emboscadas, como lo propuso el Sargento May.r de Guanavacoa, y sus Milicianos; con lo que se hubiera adelantado desordenarlos, y poner en fuga â quien entre las Sombras de la noche pisaban un Pais éxtraño.    

En otros párrafos del documento se relatan los esfuerzos de los vecinos de La Habana para contribuir a la salvaguarda de la plaza, inclusive con la participación de sus esclavos africanos negros:

Proyectose en la Ciudad fortificar la Cabaña provicionalm.te con trincheras  de faginas[8], y síete Cañones montados en breve tiempo â fatiga de un crecído numero de negros Esclavos, que todos los Vecinos franqueamos, los que al mismo tiempo se ocupaban en reparar todos los Puestos, acarreras y montar ârtilléria en los Valuartes, hacer trincheras, y estacadas. Desuerte que con este âuxilio y el común Zelo de todos muy en especial dela Marina Se puso en Cinco días la Plaza en estado de defensa, con lo que empeso â recobrarse la Soturnidad[9] del Governad.r y todos â poseer mas y may.res âlientos belicos; Sino lo huvíera conturbado la novedad de un Consejo de guerra, en que Se resolvio abandonar la Cabaña y dexarla â eleccíon del Enemigo. (Ídem, hojas 4-5.)

Ante este desatinado acuerdo,  que posteriormente facilitó el asedio y la toma del Castillo del Morro, la reacción de los pobladores no es otra que la desesperación ante la impotencia de su situación frente al Gobernador y sus asesores militares:

Toda la Ciudad lloro con ámargura esta perdída como fundamento el mas substancial dela defensa. En las Yglesías resonaban los Sollosos dimanados del may.r Sentímiento, y fue en esta ocaz.n [ocazion] la voz del Pueblo la de Dios por las malas resultas, que despues se padécieron de darles ganado âquel Puesto tan domínante ala Ciudad, como puede V.M. informarse de quantos han estado áqui. No hay rason que disculpe este hierro practicado con método el mas ignominioso. Por que si jusgaron inutíl la defensa dela Cabaña, porque no la abandonaron dell todo para hacerla despreciable al enemigo? (Ídem, folios 6-7.)

La profundidad del análisis en torno al abandono de la altura de La Cabaña, posición militar decisiva en relación con el ataque al Castillo del Morro, como se ha señalado anteriormente,  se trasmite con claridad por las autoras del “Memorial”:

S[i] el abandonar la Cabaña fue temor deq.e  la Sorprehendiera el enemigo,  es ârgum.to que si convenciera, resultaría por ílacíon precisa que le debieron entregar la Ciud.ad desde el primero día; por que milito la misma rason de temor, como lo demostraban los Semblantes macilentos delos Generales.  Fuera de que si no por tener fosso la Cabaña, la jusgaron índefensa  passivamente, como por âctiva no emprendieron despues desalojar al enemigo de ella, haciéndose incontrastable[10] en el mismo sitio que los ntros creyeron no poder sostener? Si variando de causa les movio â ceder la Cabaña persuadirse, que ntras baterías podían batírla, por que antes no la limpiaron de malesas, allanándole las Cuevas de Cantera, que Sirvieron de resguardo al enemigo, ôfendiendonos con sus morteros? Pero ya se dexa ver, que recetaron Sobre este enfermo Sin haverlo pulsado.  (Ídem, folios 8-9.)

Por último, debido a la necesidad de respetar los límites impuestos por el espacio y la paciencia del lector, se destaca en este documento histórico, escrito por las Señoras habaneras, solamente dieciséis días después de la capitulación de la ciudad, el honor de otros oficiales españoles (Luis de Aguiar, Luis Vicente de Velasco e Isla, fallecidos heroicamente en el asalto final al Castillo del Morro, por mencionar algunos) y el ejemplo de valentía,  que se alega en el texto, en más de una ocasión, que dieron los esclavos africanos negros participantes en las acciones de guerra de forma similar al del siguiente ejemplo:

Aquí [en el Castillo de los Tres Reyes Magos del Morro] fue donde recibímos mayor estrago por lo reducido de su recinto pleno de gente, dela que nos habilitaban cada día entre muertos y heridos crecído numero. Este Navio [sobre esta palabra aparece intercalado por otra mano: Castillo] Se al Cuidado del Capp.n [Cappitan]de Navio D. Luis de Velasco, cuyo honor se hizo temible alos contrarios, haciéndoles contínuo fuego, exforsando la gente, exponiéndose el primero alos peligros, dirigía oficios alos dos Gefes de Mar, y Tierra, instándoles, que promovieran una Salída â desalojar el enemigo dela Cabaña, y clavarles los morteros, que hasta entonces mantenían con poca guarnición, porque se hacía insoportable el fuego delas bombas. No se dio êxpediente[11]; lo que despacho â Veinte negros, que Sin ôrden se arrestaron[12] ala Cabaña, saliendo del Morro con permiso de Velasco, y sin mas armas, que machete en mano, pusieron en fuga mas de treinta ingleses, mataron algunos, y se volvieron con siete prisioneros, dexandoles clavado un mortero.  Y ni con este exemplo se resolvieron los Generales â proyectar acción. (Ídem, hojas 10-11.)

He aquí, sucintamente demostrado, cómo fue que las Señoras de La Habana vieron y sintieron uno de los capítulos más decisivos de la historia de Cuba colonial, insertándose ellas mismas, mediante este Memorial manuscrito, entre los hechos más trascendentales  de lo entonces acaecido.

Bibliografía

Alejandro de Humboldt: Ensayo Político sobre la Isla de Cuba, Cultural S.A. La Habana, 1930.

Notas:

[1] Se respetan la ortografía y el mismo orden en que aparecen las firmas en el documento original.

[2] Este artículo está relacionado con otro de la misma autora, titulado La toma de La Habana por los ingleses 250º aniversario: 1762-2012, por la misma autora, Periódico CUBARTE, 20 de junio de 2012.

[3] Se considera por la autora la necesidad de divulgar el manuscrito en su totalidad, pero el mismo consta de veinticuatro folios.  Por tal razón,  se reproducen aquí únicamente algunos párrafos reveladores de la verdadera historia, seleccionados por la Autora según sus objetivos principales en este artículo. También, se consultaron algunas palabras poco usadas, o en desuso en la actualidad,  y se copiaron sus significados del Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, 2006) para tratar de esclarecer el contenido del “Memorial”.  En todas las citas se ha respetado la ortografía original del documento.

[4] Es copia digitalizada por la autora de una fotocopia del documento original guardado en el Archivo General de Indias (AGI, Sevilla, signatura: Santo Domingo 1588; Carta al rey de mujeres de la Habana, 29 agosto 1762) que gentilmente le donó para su investigación el historiador Dr. Gustavo Placer Cervera.

[5] impetrar.(Del lat. impetrāre). tr. Conseguir una gracia que se ha solicitado y pedido con ruegos. ||2. Solicitar una gracia con encarecimiento y ahínco.

[6] prosperar.(Del lat. prosperāre). tr. Ocasionar prosperidad. Dios te prospere. ||2. intr. Tener o gozar prosperidad. El comercio prospera. ||3. Dicho de una idea, de un proyecto, etc.: Cobrar fuerza, imponerse o triunfar. 

[7] generala.f.Mil. Toque de tambor, corneta o clarín para que las fuerzas de una guarnición o campo se pongan sobre las armas.

[8] fajina1.(De un der. del lat. fascis, infl. por el it. fascina). f.  ||3.Mil. Haz de ramas delgadas muy apretadas que usaban los ingenieros militares especialmente para revestimientos. También las había para coronar, incendiar, etc. ||4.Mil. Toque que convoca a la tropa para la comida. ||5.Mil. p. us. Trabajos determinados que había de hacer la tropa. 

[9] soturno, na.adj. saturnino.

saturnino, na.(De Saturno). adj. Dicho de una persona: Triste y taciturna. ||2.Med. Dicho de una enfermedad: Producida por intoxicación con una sal de plomo. ||3.Quím. Perteneciente o relativo al plomo. 

[10] incontrastable.adj. Que no se puede contrastar. ||2. Que no se puede vencer o conquistar. ||3. Que no puede impugnarse con argumentos ni razones sólidas. ||4. Que no se deja reducir o convencer. 

[11] expediente.(Del lat. expedĭens, -entis, part. act. de expedīre, soltar, dar curso, convenir). adj. ant. ||5. Despacho, curso en los negocios y causas. ||6. Facilidad, desembarazo y prontitud en la decisión o manejo de los negocios u otras cosas. ||

[12] arrestar.(Del lat. ad, a, y restāre, quedar). tr. Retener a alguien y privarlo de su libertad. ||2. p. us. arriesgar. ||3. prnl. Determinarse, resolverse, y, por ext., arrojarse a una acción o empresa ardua.

Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte el 27 junio 2012 http://www.cubarte.cult.cu/
Link del artículo: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/argumentos-para-una-historia-diferente-el-memorial-de-las-senoras-de-la-habana-a-carlos-iii/22537.html

Autorizado  por la autora, a la cual agradecemos.

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