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Apuntes sobre la Ciudad de San Felipe y Santiago de Bejucal: Palacio del Marqués
por Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

 
 
 

La historiografía de Cuba, tradicionalmente (siglo XVIII hasta la actualidad) se ha internado, con prioridad, en el campo de la política, de las largas luchas por la independencia nacional, de la economía —sobre todo la relacionada con el azúcar— y de algunas urbanizaciones de la Isla: las siete primeras villas (sin incluir aún la octava, Remedios), y principalmente de la ciudad de La Habana, centro y escenario ineludible de la vida urbana cubana durante la época colonial y la primera etapa republicana (neocolonial, 1902-1959). Todavía, a pesar del reconocimiento nacional e internacional de los valores patrimoniales de otras ciudades, La Habana, ciudad capital, absorbe gran parte de la atención admirativa o nostálgica de investigadores, artistas, literatos y periodistas, entre otros grupos de profesionales vinculados, de algún modo, con nuestra historia urbana y del urbanismo.

Los estudios iniciados en el siglo XIX por historiadores locales en relación con otras ciudades de interés en el país[1], dieron prioridad a la única provincia habanera existente por aquella época (después de 2012, fue dividida en tres provincias, La Habana, Mayabeque y Artemisa). Sin embargo, llamaron la atención, entre otras, sobre la ciudad de San Felipe y Santiago de Bejucal (fundada y titulada en 1713), que fue la primera de tal rango concedido por Felipe V para un sitio urbano mediterráneo, prácticamente en el centro gravitacional del campo (hinterland) habanero. En esta decisión, tuvo que ver la posición estratégica del lugar, justamente en el camino entre el Surgidero de Batabanó y el acceso Sur a la Habana intramuros.

Escudo del Marqués de San Felipe y Santiago de Bejucal

La literatura cubana del siglo XIX, en particular, se ocupó de describir ciertas pequeñas poblaciones del entorno rural, generalmente las cabeceras municipales, ciudades y villas tituladas, y pueblos (por ejemplo, José J. de Márquez redactó un Diccionario Geográfico de la Isla de Cuba en 1875 que las comprende casi a todas).[2]

Cirilo Villaverde (n. Pinar del Río,1812; f. N.Y.,1894), fue un escritor famoso por su temprana novela urbana y costumbrista Cecilia Valdés o la Loma del Ángel Novela Cubana (Tomo 1, La Habana, 1839); también hizo un Compendio geográfico de la Isla de Cuba (La Habana, V. de Torres, 1845); con antelación su Excursión a Vuelta Abajo (publicada en La Habana, El Pilar, 1891; Editorial Letras Cubanas, 1981) nos presenta a su diminuto pueblo natal, San Diego de Núñez (provincia de Pinar del Río) y otros asentamientos urbanos, caseríos, bateyes de ingenios azucareros, etc., que visitó durante su periplo por la región occidental, en 1839. Posteriormente, en el Paseo Pintoresco por la Isla de Cuba realizó la descripción del “Palacio del Bejucal” (pp. [261]-274),  gracias a la cual se guarda un testimonio de sus ruinas. En este artículo tomaré dicha descripción, con mirada crítica, como base de lo que pudo ser la primera “casa señorial” del siglo XVIII, “palacio”, o, “castillo feudal” como la conceptualiza Villaverde.

No se fija el año en que levantaron el palacio. D. Manuel Acosta[3] en su memoria histórica sobre el Bejucal, no dice más, sino que es obra del segundo Sr. marqués de S. Felipe y Santiago [Juan José Núñez del Castillo], que tomó posesión del título en 1725, por muerte de su padre, el fundador de la ciudad. Es presumible sin embargo, que cuando por Real Cédula de 19 de mayo de 1730 le fue concedido á perpetuidad el señorío de vasallos, pensara en edificar una morada digna de quien tantos bienes como grandezas alcanzara. Sea de esto lo que fuere, no queda la menor duda, de que el palacio es tan antiguo como la ciudad, y que tiene todo el aspecto de un castillo feudal.

 

El arquitecto e historiador Joaquín Emilio Weiss Sánchez, refiriéndose a los “aportes que hicieron a nuestra arquitectura colonial”  la familia de los Núñez del Castillo, señala acerca de la fecha de su construcción: […] “el segundo [marqués de San Felipe y Santiago], Juan José, construyó en 1722 el magnífico palacio del Bejucal, conocido por dibujos antiguos; […]” [4] Pero esta afirmación es errónea, pues, hasta 1725 no fue que Juan José heredó la dignidad nobiliaria y el señorío de su padre, el primer marqués Juan de Núñez del Castillo y Piñero, Espejo y Castilla, fallecido ese mismo año; de modo que me parece más lógica la fecha aproximada que nos ofrece Villaverde. 

Por otro lado, Weiss no estudió en La Arquitectura Colonial Cubana (La Habana-Sevilla 1996), u otra de sus obras, esa antigua edificación, posiblemente por no conceder total fiabilidad a los testimonios sobre la misma, escritos o dibujados. A pesar de ello, me parece válido intentar acercarnos al edificio visitado por Villaverde, precisamente debido a la importancia histórica que tuvo su existencia y a la calidad de las observaciones y descripciones que generalmente realizaba dicho autor.

La manzana donde originalmente fue ubicado el “palacio” todavía se conserva; después de la demolición total de la casa señorial,  o la casa del señor marqués, el terreno fue ocupado por otros edificios de mucho menos valor histórico o arquitectónico. No obstante, podemos orientarnos, imaginariamente, dentro de aquellas ruinas, siguiendo el relato de Villaverde,  y sin dejar de atender a otros documentos de los siglos XVIII y XIX.

El plano fundacional de Bejucal[5], sin fecha —cuya copia digitalizada pude obtener, por gentileza del arquitecto René Gutiérrez Maidata—, muestra las 30 manzanas primigenias, y, en particular, las dos destinadas a la plaza de Armas y a la iglesia parroquial. En apariencias, todas son de similar magnitud (según el título del plano fundacional antes citado): “las quadras tienen de longitud noventa varas y de latitud cincuenta, las calles diez”.[6] El conjunto de 30 manzanas componían la planta urbana propuesta y elevada al rey Felipe V por Juan Núñez del Castillo, primer marqués, alrededor de 1711. Esta fue aprobada y todavía se conserva como el núcleo histórico urbanístico más antiguo de Bejucal.

De acuerdo con la orientación Norte-Sur de la calle Real de Bejucal, frente a la cual se alzaba el vetusto edificio, su fachada principal estaba al Este, de cara a la iglesia parroquial de San Felipe y Santiago, y la opuesta, fachada trasera, al Oeste, miraba hacia la plaza de Armas y el Ayuntamiento o Casa Consistorial, su límite físico era la calle Armas. Es decir, de tal modo, los edificios de mayor importancia civil quedaban alineados de Este a Oeste, ocupando la “posición central” —entre la iglesia, la plaza de Armas y el edificio consistorial— el “palacio” donde residieron los marqueses (II al V)[7] hasta la supresión del señorío en 1811; simbólicamente esta disposición espacial nos recuerda la nada humilde frase aristocrática: “Dios, el rey y yo”.

En un próximo artículo continuaré la descripción detallada, a partir de lo visto por Villaverde, del recinto del marquesado, construido con materiales, y probablemente también, con mano de obra local.  

Notas:

[1] Hubo historias locales escritas y publicadas a instancias de la Sociedad Económica de Amigos del País, tales como la que citaremos sobre Bejucal: Acosta, M. Mariano. Memoria sobre la ciudad de San Felipe y Santiago del Bejucal, por D. Manuel Mariano Acosta. Con la cooperación de D. Isidro González y Pbro. Dr. D. Antonio Pérez Guzmán. Pedida por la Sección de Historia de la Real Sociedad Patriótica de La Habana. En mayo de 1830, pp. 521-588.

[2] Márquez, José de J. Diccionario Geográfico de la Isla de Cuba por José de J. Márquez, Publicado, arreglado, anotado y con una introducción [de] Joaquín Llaverías Jefe del Archivo Nacional e Individuo de Número de la Academia de la Historia, Habana Imp. Pérez, Sierra y Co., 1926.

[3] Ver nota 1.

[4] Weiss, Joaquín E.  Portadas Coloniales de La Habana, Ediciones Boloña Publicaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, 2004, pp. 88. 

[5] Plano de la Ciu.d San Phelipe & Santiago que se está fundando distante dela Hav.a seis leguas, ala parte del Sur las quadras tienen de longitud noventa varas y de latitud cincuenta, las calles diez. El quadro delos Egidos cinco caballerias de tierra.(Tiene un cuño del Archivo General de Indias Sevilla)

[6] Vara: Medida de longitud que se usaba en distintas regiones de España con valores diferentes, que oscilaban entre 768 y 912 mm.La superficie de la manzana, según los datos aportados en varas, y tomando la equivalencia mínima en metros lineales, medía aproximadamente 38.4 x 53.76 = 2064.38 metros cuadrados.

[7] Marqueses de San Felipe y Santiago que ocuparon el palacio de Bejucal: d. Juan José Núñez del Castillo y Pérez de los Reyes (II);d. Juan Francisco Núñez de Castilla del Castillo y Sucre (III); D. Juan Clemente Núñez Castilla del Castillo y Molina (IV) y Juan Francisco Núñez Castilla del Castillo y Contreras (V). 

Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte el 8 setiembre de 2013 http://www.cubarte.cult.cu/
Link del artículo: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/apuntes-sobre-la-ciudad-de-san-felipe-y-santiago-de-bejucal-palacio-del-marques/24794.html

Autorizado  por la autora, a la cual agradecemos.

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