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Apuntes para una historia profunda: la Bahía, el Puerto de La Habana y el Santuario de la Virgen de Regla (I parte)
por Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

 

 

(Cubarte).- San Cristóbal de la Habana, como se sabe,  fue una de las primeras siete villas españolas en Cuba,  trasladada y fundada junto a una gran bahía de bolsa en 1519[1].  A su vez, esta última recibió el nombre de  “Carenas” por parte de los españoles que bojearon la Isla (Sebastián de Ocampo, 1509)  debido al uso que le destinaron como puerto “carenero”[2]. Esta función, localizada en un sitio de la Bahía, se originó  gracias al  hallazgo de manantiales de betún  en las proximidades de su  costa “... muy suficiente y  tal  como conviene para brear navíos “... en opinión de Fernández de Oviedo, otro de sus “descubridores “,   y a la abundancia de madera apropiada para las reparaciones de barcos. 

“Puerto abrigado, amplio y seguro que invita a dar fondo y a reparar las naves y a dar descanso a su tripulación... “, fue una de las opiniones que rápidamente permitieron valorar las virtudes de aquella bahía, que tiempo después ganaría nuevos  elogios como “el primer centro de construcciones navales de las Antillas”[3].

Por  su ubicación natural, en la costa norte de la Isla, frente al Estrecho de la Florida -posición  estratégica  para el dominio de  la entrada y salida al Océano Atlántico, desde cualquier puerto  del Golfo de México-  y ,  por la correspondencia de ese valor geográfico con las necesidades y  propósitos fundamentales de la política colonialista de España practicada en el siglo XVI (inicialmente para alcanzar la acumulación originaria de capital) hasta  el siglo XIX inclusive,  este accidente de la geografía cubana  fue transformado   en  un lugar muy estimado económica y militarmente:  el  Puerto de La Habana. 

Los valores del mencionado puerto y del asentamiento poblacional adyacente, erigido junto al emboque del canal de entrada con el bolsón acuático de la Bahía, fueron  confirmados durante la primera mitad del siglo XX, una vez declarada la República de Cuba, por las teorías y prácticas neocolonialistas utilizadas por  los Estados Unidos contra el verdadero desarrollo del país. 

Por lo tanto, en este análisis se acepta como premisa válida que durante los  siglos  anteriormente mencionados,  la Bahía y el Puerto[4] de La Habana,  han  tenido un papel decisivo en nuestra  historia económica - política – militar- social,  y, que las ante dichas entidades  han estado presentes, directamente, en la conformación de patrones culturales propios de La Habana y en general de Cuba.[5]

La información, los problemas y las hipótesis generales e interpretaciones de la Autora que a continuación  se presentaran,  de alguna manera están vinculados a este planteamiento inicial; tratan de mostrar su compleja interrelación con las características específicas de esta parte  (o, ¿subregión?) de la región histórica de La Habana. Quizás,  en otros lugares de Nuestra América,  existan estudios  similares con los cuales,  en el futuro, se  podrían  establecer  análisis comparativos. Ojalá  este artículo  sirva de punto de partida  para  los  fines de ampliar y  hacer más sólida nuestra colaboración con la academia americana y caribeña.  

Circunstancias históricas generales

En 1561, con la organización y puesta en marcha del sistema de las flotas,  las funciones portuarias  y militares en la América hispana se elevaron al nivel del comercio  intraimperial, entre los puertos peninsulares de gran importancia, determinados para el monopolio del intercambio colonial: Sevilla y Cádiz, otros puertos elegidos en el Mar Caribe para la salida de tributos a la hacienda real y mercancías americanas,   y el  puerto habanero. También,  desde entonces,  este último se identificó con el toponímico de raíz aruaca que le serviría  como apellido para nombrarlo y, designar a la villa de San Cristóbal de la Habana.  Aquí,  anualmente,  se reunieron los barcos de la famosa “Flota del Oro y la Plata“, durante más de dos siglos después del inicio de aquel monopolio comercial,  cuando las  políticas liberales determinaron  su supresión definitiva.[6]

“Dos flotas saldrían anualmente de Sevilla hacia América. Una en abril, para México, de la cual formaban parte los barcos con carga para las Antillas mayores y Honduras. Otra flota saldría en agosto para Tierra Firme, con los barcos destinados a Cartagena, Santa Marta y otros puertos de la costa norte de América del Sur. Ambas flotas pasarían el invierno en América y en marzo deberían estar  en la Habana para emprender el  regreso... Cada flota tenía su propio convoy y mando independiente. La de Tierra Firme iba mejor protegida, pues había de recoger enormes cantidades de plata, procedentes de las minas del Perú y tenía un recorrido más largo y peligroso. Era la flota de los galeones. ... La flota mexicana, conocida específicamente como “la flota“, se componía de diversas embarcaciones , entre las cuales se destacaban dos galeones encargados de recoger la plata del rey, que era embarcada en Veracruz .”(México)[7]

A pesar de ello, en la primera mitad del siglo XVIII la bahía y el puerto de La Habana mantuvieron su riqueza y fama internacional,  a causa del  activo comercio que se realizaba en la ciudad:  exportación de tabaco y azúcar e importación de productos europeos de primera necesidad e interés para la vida urbana de españoles peninsulares y americanos.   No pueden  dejarse de mencionar, por su influencia en la jerarquización del Puerto de La Habana antes de 1762,  la creación  del Real Arsenal, como empresa estatal de la corona borbónica y el traslado del Apostadero de la Marina Española  desde Veracruz hacia el referido Puerto.

Para la defensa de esta plaza militar,  de primer orden en Hispanoamérica,  se habían construido,  desde el siglo XVI,  distintas fortificaciones emplazadas en puntos estratégicos de la bahía. La primera fue el castillo de la Real Fuerza, guardando el  emboque del  estrecho antepuerto con la amplia bahía. A éste  le siguieron el de los Tres Reyes del Morro y el de San Salvador de La Punta, situados, respectivamente, a cada extremo de las puntas de Barlovento y Sotavento,  a la entrada del  canal.  Todas las fortalezas  poseían dotaciones de baterías defensivas de cañones. La invulnerabilidad militar fue efectiva.[8]

Sin embargo, la rendición de San Cristóbal de la Habana ante el ataque de los ingleses,  ocurrió el 12 de agosto de 1762.  En la Historia de Cuba, tradicionalmente ello ha significado un hito notable. Ramiro Guerra Sánchez plantea detalladamente los hechos: “La Habana se rindió, como queda dicho, el 12 de agosto, aunque la capitulación se firmó el 13 y los ingleses entraron en la ciudad el 14.”[10]  Estos sucesos forman parte de una coyuntura  que duró 11 meses, hasta el 6 de julio de 1763 en que es devuelta La Habana por Sir Guillermo Keppel al conde de Ricla, Ambrosio Funes de Villalpando. Pero, debido a sus consecuencias trascendió en  un  viraje histórico.  Sentó pautas de larga duración a la futura economía, la sociedad y la  cultura del país.  Especialmente en la historia habanera provocó un impacto de  amplia resonancia.  No pueden obviarse en nuestro análisis la sucesión, en un plazo muy breve, de otros hechos históricos locales e internacionales que repercutieron directamente sobre Cuba y ampliaron la resonancia de agosto de 1762.

En primer lugar, la devolución de la ciudad a España marcó el inicio de profundos cambios estructurales en el gobierno de la  economía y sociedad colonial que reflejaban la política ilustrada de Carlos III. Sucesivos Reales Decretos, 1765, 1772, 1778, y la Ley de 12 de octubre de este último año, regulando el comercio libre entre España e Indias, pusieron punto final al monopolio comercial con las colonias hispanoamericanas que detentaba principalmente el puerto de Sevilla.[9]

A partir del inicio del  libre intercambio de mercancías con Inglaterra y sus colonias americanas, y aún después de devuelta aquella plaza a manos del gobierno español,  la cantidad y la  calidad de la actividad portuaria fue ampliada y mejorada notablemente,  hasta el fin de la época colonial.  La ciudad fue reevaluada para su expansión, remodelación y fortificación adecuada.  La sociedad habanera fue distinguida con blasones especiales y su población blanca rica se educó al calor de las nuevas corrientes del pensamiento burgués en boga.

Además, recordaré que influyeron en la nueva situación histórica de la Isla el  inicio de la Guerra por la Independencia de las Trece colonias inglesas de América del Norte en 1776; en 1789, el inicio de la Revolución burguesa francesa, y sus efectos desde  1791 sobre la Revolución de Haití.  Antes de finalizar el siglo XVIII, dos mundos muy distintos pero hondamente vinculados entre sí,  habían sufrido cambios radicales, y estos se constatan en las nuevas relaciones que se establecieron entre ellos durante las dos primeras décadas del Novecientos. También, mediaron en la transformación de las mentalidades de sus grupos de liderazgo, particularmente en la identidad cultural que pugnaba por exteriorizarse entre los criollos.

 (Continuará...)  

Notas:

[1] En 1515 fue fundada en la costa sur, después fue trasladada y refundada junto a la margen este del río La Chorrera, ahora Almendares; por último, tercera fundación, se erigió en el sitio donde hoy se encuentra la Plaza de Armas, Centro Histórico de La Habana, Patrimonio de la Humanidad. 

[2] Sitio donde se carenan buques; se deriva del verbo carenar  cuyo significado  proviene del latín: carina, que en español se traduce casco (de un buque). Reparación que se hace al casco de una nave marinera.  

[3] Cabañas,  Luis y  Las citas se toman de las Memorias del V Simposio sobre Investigación y Control de la Contaminación Marina y Mosquera,  Carmen. II Taller sobre la gestión ambiental de bahías en el Caribe, La Habana, 1984. Tomo 3, Capítulo 3 “Usos de la Bahía “, consultado para argumentar el aspecto de geografía física en este artículo.

[4] Se hace una expresa la diferencia entre los significados de los términos bahía y puerto. El primero (del latín baia) se refiere a un fenómeno natural, entrada de mar en la costa, algo menor que el golfo. El segundo (del latín portus) se refiere a un lugar de la costa dispuesto por el hombre para dar abrigo a los barcos. 

[5] A causa de  la amplitud y hondura de este problema relacionado con tópicos tan respetables como , por mencionar algunos de los más sobresalientes:  origen del pueblo cubano y de la cultura popular cubana, transculturación e interculturalidad en la cultura cubana, historia de las religiones de Cuba, etc., sobre lo cual  aún queda mucho por  investigar y escribir, en este trabajo se tratarán,  de modo muy general,  algunos aspectos relativos al legado patrimonial cultural -  material y espiritual - al que nos enfrenta los estudios que hemos iniciado acerca del origen de la región histórica de La Habana y su desarrollo hasta 1930. Evidentemente, los límites del trabajo también se derivan del conocimiento que posee la Autora sobre estos asuntos.    

[6] El sistema de las Flotas o convoyes de naves  oficiales y comerciales protegidas militarmente fue ordenado por Felipe II en 1561; su  total organización se decretó por el mismo rey en 1563 estableciendo un régimen de monopolio comercial en beneficio del reino español. Este tipo de  comercio favoreció principalmente al Puerto de la Habana y su pequeña villa, que de este modo tenían un intercambio  directo con la metrópoli española, mientras que las demás villas y ciudades cubanas (Baracoa y Santiago de Cuba) se vieron privadas de aquella vía de desarrollo económico; dependían de sus envíos al puerto de la Habana para la exportación, o la importación legal de los productos más necesarios para el consumo. El sistema de flotas se extendió hasta 1740 cuando fue suprimido oficialmente. No obstante, se reportan convoyes de este tipo por mucho más tiempo.

[7] Portuondo del Prado, Fernando: Historia de Cuba, 1492 - 1868. 1965.Editorial Pueblo y Educación, La Habana, PP. 144-146.

[8] Diversos estudios sobre el primer sistema defensivo de La Habana y del Caribe, castillos y torreones, ha  realizado, exhaustivamente, la historiadora del Arte Tamara Blanes.  

[9] Guerra Sánchez, Ramiro. Manual de Historia de Cuba. Desde su descubrimiento hasta 1868.1971. Instituto Cubano del Libro, La Habana, p. 173.

[10] Vicens Vives , J. : Historia Social y Económica de España y América, Barcelona, Editorial Vicens - Vives, primera reedición 1974, tomo IV, pp.174 a 176.

Lohania Aruca Alonso
carua@cubarte.cult.cu

Publicado, originalmente, en el Portal Cubarte  http://www.cubarte.cult.cu/ , el 6 de setiembre de 2008
Link del artículo: http://www.cubarte.cult.cu/periodico/opinion/apuntes-para--una-historia-profunda-la-bahia-el-puerto--de-la-habana-y-el-santuario--de-la-virgen-de-regla-i-parte/6815.html

Autorizado  por la autora, a la cual agradecemos.

 

 

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