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Con el látigo de la palabra |
Afrodisíaco es la
sustancia capaz de aumentar el deseo sexual, y éste es un fenómeno
psicológico inconmensurable, determinado por factores biológicos,
hormonales, sensoriales, patológicos, educativos, sociales y
circunstanciales, entre otros. De
acuerdo al título del libro de Khira Martínez Rivadeneira, ¿debemos
entender que hay afrodisíacos para tímidos y otros para temerarios?
Lo justo era titular: Afrodisíacos, palabra multifacética
que por sí sola llena todas las expectativas. Cierto es que una vez
que entramos en el texto de Khira nos
encontramos asediados por un imaginario saturado de innumerables
incentivos para el deseo sexual. Pero para atravesar el texto no
requerimos ser temerarios, sino apenas humanos. ¿Cuáles son los
afrodisíacos que nos presenta Khira? En
primer término, la palabra, que es excitante,
apetecida ... infinita. La palabra que es capricho, orientación o
desvío. La autora nos introduce
inicialmente en un mundo presentido, lleno de
prejuicios, cortapisas, frenos morales, que enseguida se encarga de
poner a un lado, en un primer acto de libertad. Después nos señala que hemos perdido esa capacidad de asombro y grito / ante las
manifestaciones del espíritu. / Los sentimientos deben ser sentidos. /
Las emociones deben aflorar sin restricciones,
señalando así las oclusiones en la conciencia. De inmediato: la
sexualidad es la única odisea/ que puede ser vivida con legitimidad. Aquí
nos da la clave de su texto. La sexualidad. Ese porcentaje del cuerpo que
quiere vivir, zafarse si está oprimido, disfrutar si es liberado. Aclaremos que el texto de Khira no es un poemario en el sentido tradicional y conocido por todos. Es una narración donde se combina la poesía, el discurso ideológico, la reflexión. Allí encontramos las exhalaciones de los perfumes y los miasmas del cuerpo, bajo los condicionamientos del ser actuando en el sistema capitalista con sus signos de destrucción y caos antes que de coherencia y orden. La voz de la autora nos conduce por los laberintos de su existir en fricciones con el mundo. |
Para encontrar
respuestas adecuadas y entender mejor el fenómeno del erotismo, acudo a
una reflexión de Octavio Paz en su ensayo El
más allá erótico. Refiriéndose a la vida y obra del marqués de Sade,
Octavio Paz escribe: El erotismo no se deja reducir a un
principio; su reino es el de la singularidad irrepetible; escapa
continuamente a la razón y constituye un dominio ondulante regido por la
excepción y el capricho. (...) Todos los actos eróticos son desvaríos, desarreglos; ninguna ley, material o moral, los determina. Son accidentes, productos fortuitos de combinaciones naturales. Su diversidad misma delata que carecen de significación moral. No podemos condenar unos y aprobar otros mientras no sepamos cuál es su origen y a qué finalidades sirven.
Con estas luces, visualizo que Khira Martínez ha construido una narración épica de sí misma, una narración conmovedora de la mujer en tránsito y proceso de búsqueda de una liberación que no puede ser solo individual y que solo puede darse socialmente. Khira vive su rebelión en una sociedad fálica y machista, pero además feminista y vaginista, como ocurre en toda sociedad con reglas de juego capitalistas, competitivas en el más claro desorden y desigualdad.
Mi
selva, / mi universo, / mi morada, / mi libertad , exclama con
tranquilo orgullo. Seguidamente se siente identificada con los elementos
selváticos: Fui la jaguaresa,
la tigrilla, la tagaere, el curare... Mi vida se inició allá, / con los
pies desnudos, / envuelta de pelma y sol. Y
es allí también donde se da una primera experiencia fantástica, con el
jaguar, animal sagrado en las mitologías orientales: Con
su agilidad asombrosa el jaguar / de un salto me inmovilizó y se trepó
sobre mí. (...) Abierta, sin
escándalo, / bajo la bóveda agreste del follaje, / yo tigrilla-mujer me
incorporé, / le restregué mi profundo hueco en las fauces / olfateé su
felina savia, / la lamí, / desagüé mis manantiales. / El jaguar, / me
revolcó entre sus patas rugiéndole a la luna. Dejando
atrás el medio primigenio de la niñez y juventud, llega al mundo de las
contaminaciones, de la
ciudad, de las máscaras de la mitomanía. La
imposición de modas regidas por el sistema recibe su crítica acerada: La
vanidad ha establecido las ficciones del espejo. / Desnuda los defectos
inocultables del alma, / las cicatrices de la moral esteticista, / la
dermoescultura de la decadencia, / la cirugía paranoica del cuerpo
perfecto, / la búsqueda de la aceptación en el bisturí / los implantes
de hipocresías / para vivir el engaño refractado impúdicamente.
Khira
nos introduce en el drama del tercer sexo, que le atrae como la
mariposa alrededor del candil. Se
adentra en ese pequeño mundo marginado socialmente, víctima de la
curiosidad enfermiza del vecino y presa de los medios sensacionalistas y
mercantilistas. Esos
mancebos andróginos / en el tablado de sus libertades, / interpretan el
dolor interno / que desgarra desde el vientre, / profunda úlcera oculta
que no sangra, / intenso placer que brota avasallante. Viene
la reconvención: Basta. / Levántate y camina. / Sigue el derrotero
que los cadáveres no han tomado. / Desata las vendas que te han
momificado. / Tu ser glorioso se renueva en la barca de la noche. En
otra instancia, Khira llega a las esencias, aromas y perfumes (afrodisíacos)
que desatarán nuevas oleadas de juegos eróticos. Con el opio milenario y exótico para Occidente, Khira
encuentra un delirio que
me abraza. / Tu alma líquida atrapada / en el cristal elíptico que te
custodia / percibe mi desnudez / que exige ser profanada. Esencias
de jazmín, palo de cedro, ambrax, mandarina, impregnan los sentidos
y son los afrodisíacos que
jerarquiza rugientes espasmos tejidos / en la primorosa red del
cristal orgásmico. Vencida
por la fascinación que provocan las esencias de Oriente, convive con
ellas en la voluptuosidad y la fantasía, para culminar en la suprema
transustanciación: Cuando el elixir se haya evaporado totalmente /
oleré a tierra y mar, a musgo, / cardamomo, madera e incienso / oleré a
mi esencia de mujer, / destilaré mi perfume interior e íntimo / oleré a
mi misma, / porque yo soy el perfume. La
feminidad se realiza en múltiples instancias. Resalto el fragmento de un
texto en el cual, por mediación de símbolos y metáforas, rescata las
profundidades esenciales de la mujer.
Decir vagina es decir mujer
Mujer es opuesto convergente
Vagina es arca de tesoros olvidados
Vagina es collage de inquisiciones
Territorio al placer subordinado
Cueva de temblores y rugidos
Ojo de agua en medio del desierto
Puerta que se abre a los misterios
Vagina es la aventura que se vive
Segundo a segundo sin perder la brújula
No
hay duda de que Khira alcanza instantes poéticos notables, expresiones
bellas de ternura femenina, observaciones críticas certeras sobre las
flaquezas del sistema y sus trampas sutiles o burdas. Con el látigo de la
palabra devela las formas del poder: Parapléjicos mandantes, /
concupiscentes del poder. / La prostitución burocrática instituyen. / La
usura empresarial, / el dispendio del erario, /
las orgías sindicales y la cleptocracia, / en el culmen de un
aquelarre partidista se acuerda. Baste
añadir que este trabajo
literario de Khira Martínez Rivadeneira se inscribe en el ámbito de la
lucha social que emprenden diariamente hombres y mujeres de un país, en
un continente que requiere la participación decidida, el develamiento de
tabúes y prejuicios, la incidencia en todos los problemas humanos, la
creatividad en todos los órdenes de la vida social,
la oposición a las élites de poder que quieren perpetuar
formas caducas de existencia. |
Raúl Arias
Prólogo de Afrodisíaco para temerarios, de Khira Martínez
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