MIRADOR

El Festival de Shakespeare en Rusia

por Germán Arciniegas

Ilustró Eduardo Vernazza

Ni en Inglaterra misma se ha celebrado el centenario de Shakespeare en forma tan espléndida y significativa como en Rusia. Los países de Occidente se han limitado a presentar su teatro, publicar libros, organizar debates y conferencias. Moscú ha hecho algo infinitamente más teatral: ha echado del poder a Khrushchev, exactamente como lo hizo Shakespeare con Ricardo II. Los rusos han sido fieles en esta ocasión a la auténtica tradición de los grandes despotismos europeos, que ellos representan. De paso, han echado por la borda el marxismo con todas sus exigencias. La fidelidad a la dictadura que ellos han impuesto como un dogma al mundo, se rompe una vez más, y el coro universal debe exclamar “¡Khrushchev ha muerto, viva Kosygin!”, tal como se exclamaba en otro tiempo “¡El rey ha muerto, viva el rey!". Los reyes de Inglaterra en la crónica de Shakespeare caían como cayó Khrushchev. En silencio se preparaba su muerte, y el reino amanecía con nuevo rey apenas teñida en sangre una breve fracción de la hora mortal.

Shakespeare tuyo una amplia ignorancia en asuntos de historia, y de geografía sabía apenas las cosas de su provincia. Decía que Ulises había leído a Aristóteles, y hablaba de un viaje por buque de Verona a Milán. Pero en cuanto al mecanismo de la historia no erraba, y su geografía ha resultado universal. Su teatro sigue siendo actual porque asistiendo a una representación de Julio César se ven los levantamientos populares de nuestro tiempo, y viendo caer a Ricardo II se ve precipitar a Khrushchev. Marx decía que los autores de teatro eran los portavoces de las ideas de la época, y de ahí su admiración por Schiller. No alcanzó a imaginar que una representación del Presidium de Moscú pudiera superar a las de Stratford-on-Avon.

La abdicación de Ricardo II se produce cuando sus vasallos le abandonan, Bolingbroke le hace prisionero y le obliga a que le entregue la corona. Bolingbroke pasa a ser Enrique IV. La desnudez con que se presenta la escena hizo que en los tiempos de la reina Isabel no se publicara nunca esta parte de la obra. Como si ahora se prohibiera en Cuba contar el cuento de lo que ha pasado en Moscú. Enseñar a la gente cómo se hacen los cambios en la monarquía comunista... La escena de Ricardo ocurre en la Cámara de los Lores. Ricardo sólo aparece una vez y dice: “¿Por qué se me hace comparecer ante otro rey, sin que haya abandonado mis pensamientos reales?” Y mirando en torno a los cortesanos que le acusan, comenta: “Conozco a todos estos hombres por sus rostros: ¿no estaban todos conmigo? ¿No exclamaban a mi paso: ¡Salud!?”

Es inútil que Ricardo piense en hacer un discurso. Sólo tiene el tiempo de pasar a otro la corona. Se le ordena: “Sólo os faltan por leer estas acusaciones, estos crímenes graves cometidos por vos y por vuestros familiares contra el Estado y contra los intereses del país, para que por esta confesión quede en la conciencia de todos la convicción de que se os ha destituido justamente.” A lo cual sólo replica el soberano claudicante: “¿Debo hacerlo? ¿Debo sacar uno a uno los hilos de la madeja de mis locuras? Noble Northumberland: si se presentara aquí la lista de tus faltas, ¿no sería humillante obligarte a que les dieras lectura delante de tan ilustre asamblea?”

Ilustró Eduardo Vernazza (Uruguay)

Es escalofriante hacer este recuerdo ahora, teniendo a la vista el festival de Moscú, y más aún, el libro de un crítico polaco, Jan Kott, publicado hace cuatro años escasos oor Jean-Paul Sartre. Kott estudia la obra de Shakespeare como el atisbo genial del Gran Mecanismo de la política, que en los siglos anteriores a Shakespeare dominaba en las tenebrosas intimidades de la casa real inglesa... y qua ahora se ofrece en fabulosa escala moderna escenificando la caída de Khrushchev.

En la era de los Ricardos, el coro era apenas el de los cortesanos, diminuta imagen de lo que sería luego el poderío de las masas. Hoy la masa dirigida, orquestada, da a! nuevo drama ruso una resonancia fabulosa, que cubre continentes. Durante veinte años, la más noble figura del poderoso monarca de la guerra y la paz, era Stalín. Sus triunfos fueron cantados desde Chile hasta el último confín de la tierra por Neruda; su imagen del hombre de la paz en medio de palomas la divulgó de México a China el pincel político de Diego Rivera. Ahora sabemos que Stalín era un loco monstruoso. Le sucedió Khrushchev, cuya dirección genial se ha exaltado durante diez años. Ahora hay que considera! que fue grosero lo de los zapatos en las Naciones Unidas —el martillo que templó su gloria—, que fue responsable por haber armado a Cuba y retirado de la isla los cañones, por haber roto con China, etc.

En suma, hay treinta años de historia rusa que borrar, que ya no pueden enseñarse en las escuelas... Treinta años de historia que son una vergüenza... Aceptado Aplausos. Noble Northumberland: ¿no sería inhumano que te hicieran leer la lista de tus faltas?

Telón.

 

Germán Arciniegas (Colombia)

Ilustró Eduardo Vernazza (Uruguay)
(Exclusivo para EL DIA) ¿octubre de 1964?

 

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