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Con Gabo, por Cartagena, en coche 
"No sé por qué me aplauden tanto”
por Carlos Arboleda González

 

Dios existe, y Gabo también. Eso fue lo que sentimos, el pasado sábado 9 de enero, cuando con Gabo, Mercedes, los mexicanos Jaime y Myriam Feldman y Magdalena Rodríguez, además de Jaime y Margarita García, Myriam Barcha y yo, al salir de comer del Restaurante "Oh La La", decidimos hacer un recorrido en dos de los famosos coches de Cartagena, con conjunto vallenato a bordo.

Sin arrancar aún, empezaron a rodearnos los turistas y cartageneros que por allí pasaban, quienes querían, en sus cámaras y celulares, grabar un recuerdo con la imagen del más famoso escritor de la lengua española: Gabriel García Márquez. El conjunto Vallenato, de entrada, entonó la inmortal "Casa en el aire" de Rafael Escalona, su amigo de siempre. 

La ciudad amurallada, con sus bellas calles, casas coloniales, balcones y veraneras, con sus Plazas Santo Domingo, San Pedro Claver, San Diego, Los Coches y La Aduana, esa noche no sólo se llenó de magia, de encanto, sino también de incredulidad. Los ojos de esos miles y miles de personas, especialmente jóvenes, expresaban asombro cuando no creían lo que estaban viendo, a la figura más emblemática de las letras contemporáneas del mundo entero, encaramado, con un vaso de whisky en sus manos, en uno de esos carruajes. "Ahí va Gabo", fue la expresión que, sin lugar a dudas, más se escuchó. Sólo una persona, al verlo, le dijo a su compañera: "Ese es el maestro García Márquez". No hubo cuadra en la que cientos de cámaras y celulares se dispararan, pero, obviamente, cuando pasábamos por alguna de sus plazas, la algarabía era mayor. En la Plaza Santo Domingo, la más concurrida de todas, por ejemplo, primero fueron unas 50 personas las que empezaron a rodear el coche, pero rápidamente, el boca a boca, hizo que todas las personas, simulando una ola, se pararan de sus sillas y le tributarán los aplausos más sonoros de todo el recorrido. Gabo, Gabo, Gabo, ¡Viva Maestro! ¡Macondo, Macondo!, fueron coreadas infinidad de veces. Y él, siempre sonriendo, levantaba sus manos contestando los saludos, a su diestra y siniestra. En ningún momento los vallenatos dejaron de escucharse: "El mochuelo", "Mercedes", "Río Badillo", "Jaime Molina", "La Gota fría", "Compadre Ramón", "El Liceo", "Macondo" y nuevamente "Mercedes", pedimos nosotros, para homenajear a la compañera de luchas y alegrías del escritor, la mujer que inmortalizó su sonrisa.

"Me lo encontré, frente al pelotón de fusilamiento ... larga vida ¡Maestro!", fue, tal vez, el homenaje verbal más espontáneo y bello de esta prodigiosa noche. Otro, seguramente, para garantizar una mejor sonrisa en su foto, le gritó: "Maestro, una foto, yo trabajé en la Revista Cambio que usted fundó". "Pero ya no tengo nada que ver con ella", le respondió. Un joven nos persiguió varias cuadras, sin dejar descansar su cámara y, al buen rato, se despidió diciendo: "Gabo, un mundo por delante". Cada rostro, que esa noche lo vio, manifestaba su emoción de manera diferente, como el taxista que al pasar junto a nosotros, con su mano derecha, le mandó un beso y siguió de largo su camino. Dos jóvenes argentinas, en la Plaza San Diego, a cuadra y media de su casa, al descubrirlo, le gritaron: "Maestro, llevamos 4 horas esperándolo". Le pidió al cochero que detuviera su marcha para que ellas pudieran, cada una, tomarse las fotos que quisieran. Circunstancia que se repitió varias veces. "Para los jóvenes es que escribo", dijo. 

El recorrido, luego de dos horas, lo terminamos en "El Hotel Santa Clara", el lugar donde recreó la vida de Sierva María la del "Amor y otros demonios". Al sentarnos a tomarnos un trago y comentar la experiencia, expresó: "Yo no sé por qué me aplauden tanto". "Maestro, recuerde que, según el diario "El País", de España, a finales del año pasado, luego de consultar a 109 intelectuales, artistas y políticos, aseguró que usted quedó seleccionado entre los 10 latinoamericanos más influyentes de los últimos 200 años, le dije". "Ah, ojalá que sean 800 años más", contestó, con una sonrisa. 

Todos estábamos eufóricos. Cada uno trataba de resumir, en una palabra, lo vivido. Pero todas quedaban cortas, pálidas, para expresar lo que sentíamos. Ahí, en este instante, recordé a Jorge Luis Borges, cuando se lamentaba que al español le faltaban sinónimos, como a luna, que en inglés tiene varios. Lo que sí es cierto es que la palabra más pronunciada esa inolvidable noche fue "Gabo", la que fue dicha en todos los tonos: con asombro, admiración, alegría, respeto, incredulidad, sorpresa, cariño; Gabo susurrado, gritado, comentado ligeramente. Nombre mítico que, seguramente, en un futuro cercano, figurará en el diccionario de la Real Academia Española. "Gabo: nombre con el que se identifica al más grande escritor colombiano de todos los tiempos: Gabriel García Márquez".

* Secretario de Cultura del Departamento de Caldas

En memoria a Gabo.

 

 

Gabo habla del Caribe

 

Así trabaja Gabo

CNN en Viaje: Los atractivos de Cartagena de Indias

Madrileños por el mundo: Cartagena de Indias

Carlos Arboleda González
“El Universal” Cartagena de Indias - Colombia
Domingo 17 Enero de 2010

Autorizado por el autor

 

Gabriel García Márquez En Letras Uruguay

 

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