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Juan Arabia

Temí pensar que eras tú y no un lugar, el motivo de mi alegría.
Regresé temblando, como un niño perdido,
Recorriendo los desolados rincones,
Y contemplando la infinita y geométrica parra.
El aire era tan distinto a todo lo demás,
como cuando estabas conmigo.
Las calles, tierra mojada hacia el atardecer,
Me llevaban hacia los mismos y maravillosos lugares:
El tranquilo y solitario cementerio,
el silencio irrepetible del silencio,
El efímero entusiasmo de saber que no nos cruzaremos con nadie.
Yo quería vivir allí, por siempre,
En ese mismo momento, y bajo esas precarias circunstancias.
(Tú preferías volver, hacia el gris y sórdido detalle).
Aquí, las horas desaparecen:
Mientras somos, estamos siendo también el mayor de los enigmas.
Un lugar perdido y desconocido por todos me delata.

Juan Arabia

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