Despedida a George Bush
Carlos Angulo Rivas

Dos zapatos volaron, presidente Bush
dieron la vuelta al mundo
en ochenta minutos por segundo
diría el poeta César Vallejo;
bajaste la cerviz de puro miedo
cayó tu arrogancia por los suelos.
¡Perro! De los malditos eras tú
no el pobre animalito de tus paseos.

¡Bien hecho! Elevó la voz el universo
¡Miserable! Bien merecido dijeron otros
miserable fue tu paso por la Casa Blanca
¡miserable! ¡miserable! ¡miserable!
palabra de despedida, de un millón de muertos.
¡Miserable! Reza el membrete consciente de la gente
tu nombre sólo en la galería de los prontuarios
en la historia de los zapatos a raudo vuelo.

El miedo se pintó en tu rostro
y no eran bombas “inteligentes”
ni armas de destrucción masiva
sólo zapatos de olor a pueblo herido
zapatos humildes cansados de pisar
cementerios, cárceles, calles vacías.
Qué incapacidad de amor, qué infierno
la oscura noche de las pesadillas, la tragedia.

Babilonia arrojó su pena en un latido
mutiló su grito en la garganta
ahogado en llamas, luz ciega, humaredas
arrastrando a cuestas el horror de las visiones
la niña ensangrentada, el hombre mutilado
cargados en brazos de auxilio
gritando, gimiendo, llorando
en rauda carrera, nerviosa energía.

Bush de un dogal pasea su perro
En jardines pródigos de verde frescura
¿Quién es el animal? Me preguntó
¿el que menea su cuerpo y bate la cola?
¿o el amo de la sonrisa insolente?
¿Quién? Los jueces humanos se preguntan:
uno ladra de alegría natural,
el otro de furia voraz, incontenible.

De Carlos Angulo Rivas, poeta y escritor peruano, desde Canadá

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