Métodos para apoyar a Letras-Uruguay

 

Si desea apoyar a Letras- Uruguay, puede hacerlo por PayPal, gracias!!

 
 

Moravia Ochoa López o las moradas del singular milagro

 

Javier Alvarado
poetajavieralvarado@yahoo.com

 

¿no me perdona usted?

Un ángel con sus alas

Se ha dado muchos golpes contra cielo

No son golpes cualquiera

Son golpes celestiales

Moravia Ochoa

 

Moradas primeras

 

En donde se trata sobre los orígenes de la poesía mística y su llegada con la Flor del Espíritu Santo a Panamá

 

Dios es música, verso, versículo, acompañamiento de tambores y de cítara.  Desde sus inicios la Biblia nos muestra textos inspirados por el aliento divino.   Tal es el caso de los salmos del rey David, El Cantar de los Cantares y muchos otros.  La poesía fue una manera de alabar a un dios supremo que ya no se batía sobre las aguas sino sobre el mundo tangible que había creado.  Muchas culturas del viejo continente tienen cantos de alabanzas a una fuerza superior.  No pretendo hacer una diferencia de religiones, ya que todas en el fondo buscan una deidad protectora, que al final les dé el hálito de la redención.

 

Esa tradición se fue acrecentando con el tiempo y son muchos los aedas, poetas, rapsodas que nos han dejado textos de singular belleza con estas características.  Nos remontaremos para ser mas específicos a la Península Ibérica donde la llamada poesía mística tuvo grandes exponentes.  Su florecimiento como tal se sitúa bajo el reinado de Felipe II.  Para algunos especialistas la mìstica española es un fenómeno tardío; ya que mucho antes el fenómeno se presentaba en otras latitudes del viejo continente.  En España se empieza a acrecentar el interés por la llegada de pueblos germánicos que traían consigo una profunda corriente mìstica.  Aunque para este tiempo se cita a Raimundo Lulio, exponente de la mìstica musulmana.  No se soslaye el hecho  de las oleadas sucesivas que poblaron la Península Ibérica.

 

Don Marcelino Menéndez  y Pelayo en su obra «La poesía mística en España nos marca una diferenciación y nos muestra al mismo tiempo a los exponentes de la mística española:  

  • Ascetas dominicos, cuyo prototipo es Fray Luis de Granada.

  • Ascetas y místicos franciscanos (San Pedro de Alcántara, Fray Juan de los Ángeles,  Fray Diego de Estella, etc.).

  • Místicos carmelitas (San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, etc.).

  • Ascetas y místicos agustinos (Fray Luis de León, Malón de Chaide, etc.

  • Ascéticos y místicos jesuitas (San Francisco de Borja, Nieremberg, y otros).

  • Clérigos seculares y los laicos (Valdés, Molinos), que son místicos heterodoxos.

 

Los estudiosos sitúan como cima de la mística española a la obra de San Juan de la Cruz a través de El Cántico Espiritual y a través de las obras de Santa Teresa de Jesús.

 

Han quedado registrados en la memoria colectiva de los pueblos versos memorables como:

 

Veante mis ojos dulce Jesús bueno

vèante mis ojos

muérame yo luego

 

O éstos donde se refleja esa simbiosis única de la mujer con el ser amado, que es Dios, que es Cristo no sólo en pan y en vino, sino también en la palabra:

 

Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero 

La tan alta vida que nos habla el hablante lírico es la vida eterna, la tierra para ella es un purgatorio, por lo tanto quiere alejarse de ella y vivir en la luz, no en su cuerpo material y muere en esa vida que siente no le pertenece.

Otra de la cimas de la poesía mística universal es San Juan de la Cruz, a través de su Cántico Espiritual, cantos de amor divino del esposo y la esposa, donde la palabra escrita se convierte en un bálsamo redentor, donde esas escapadas del alma o el espíritu son una diatriba del fuego esperado.  Para San Juan, esa búsqueda de Dios es un tanto furtiva, el elemento de la noche propicia esos encuentros con la elevación del misticismo: 

En una noche obscura

Con ansias en amores, inflamada

...

estando ya mi casa sosegada

en la noche dichosa,

en secreto, que nadie me veìa,

ni yo miraba cosa,

sin otra luz y guía,

sino la que en el corazón ardía.

 

Nuestros místicos tratan de huir del mundo.  Su poesía eleva nuestra conciencia  a esa llamada noche del alma.

A nuestra América el fenómeno de la poesía mística nos llega a través de la tradición cristiana, la cual tiene su impronta en la poesía mística española.  Sin embargo,  según Maricruz Patiño en su prólogo a la antología de la Poesìa Mìstica en Hispanoamérica escrita por mujeres nos dice: 

“Sin embargo, el estudio comparado de las religiones pone de manifiesto que en casi todas se presentan semejanzas en ciertas experiencias de unión con la divinidad; de esta manera se entremezclan también en nuestra tradición los ecos de los dioses yorubas y de otros cultos traídos del África, sobre todo en el Caribe y aquellos países donde hubo esclavos negros, así como las visiones y cantos chamànicos de la América indígena y sumado a esto la herencia mas contundente de todas: la greco-árabe, judeocristiana, soterrada en la hispanidad.” 

Este juicio nos deja ver la pluralidad de elementos que llegan a componer la poesía mística de América.  Y otro punto que cabe señalar es el fenómeno que se da en las mujeres, ya que según la autora del juicio anterior “la cultura de las mujeres siempre ha estado impregnada de religión” y es que de madres a hijas se transmiten las concepciones del mundo que las rodean.

Ya a partir del siglo XVII nombres como el de Doña Leonor de Obando en República Dominicana, Sor Paula de Jesús Nazareno en Perú, empiezan a elevar sus plumas a ese misterio con lo místico.  En la mencionada antología hay una pluralidad de nombres, estilos y corrientes que habrán que ser estudiados con màs detenimiento, es más con el material que no se incluyó se auguran nuevas ediciones.

 

En el caso de Panamá ocurre un fenómeno en el que hay que detenerse. Nuestra flor nacional es un símbolo místico, la paloma, paloma con la cual han tratado de ascender nuestras poetas.  Algunos poemas eróticos fueron incluidos como tales dentro del misticismo panameño, es así como se pueden ver algunos de los sonetos de Stella Sierra de su Sinfonía Jubilosa en Doce Sonetos,  los de Raíces Primordiales de Moravia Ochoa López y hasta nuestra Elsie de Ricord se impresionó de verse antologada dentro de las místicas.  Habrá que repasar o estudiar los criterios que se tomaron para Panamá.  Hay antecedentes claros o escarceos sobre poesía mística.  Alcanzar ese nivel al que lograron llegar los místicos españoles resulta difícil, nuestras autoras hablan de temas religiosos más no logran esa sublimidad o ese intento orgásmico divino con el Señor. 

 

En los poemas de Marìa Olimpia de Obaldìa se observa ese sentir religioso, muy a lo Gabriela Mistral:

 

Si el polen fecundo

El viento esparció,

La corola mustia

¿para qué Señor?

 

Rosa Elvira Álvarez logra esa elevación con lo divino.  Sus sonetos al Escorial son de una gran maestría y belleza en el género.  Obsérvese: 

 

“Me das la vida y me la das prestada,

me das la dicha y tú la necesitas

y amándome te amas a ti mismo.

Amándote yo a Ti yo soy tu amada

y en estas ecuaciones infinitas

por alturas de amor yo soy tu abismo.”

Eso es en cuanto a la muestra de la poesía femenina mística en Panamá.  No soslayaré uno de los más hermosos y logrados libros en el género, logrado por la mano de los hombres y son los Sonetos de la Pasión de Demetrio Fàbrega:

“Carne que polvo fuiste y tierra has sido

y humores, venas, músculos mortales.

Y carne de hombre que pasa y los cristales

devuelven imitada en su enlucido.”

Dios quiere hacerse carne y vino con la carne de plátano de los poetas panameños.  Y es ahora cuando el salmo nos invade como un cántico, cuando Nunca menos que el Singular Milagro nos abre su almario. 

Moradas segundas

La apertura del Castillo Interior

de Moravia Ochoa López

en búsqueda del Singular Milagro

 

Moravia Ochoa logra sorprendernos una vez más.  Raíces primordiales que conjugar el amor, sus montones de poesía contra Somoza, su entrega por cartas, sus excusas al hombre amado que la creía ángel.  Su Yesca y sus espejos en los cuentos.  Y ahora impregnada del sándalo, del incienso y la mirra de su Cristo que se ha ido desclavando, del cristo de Zipaquirà sin cruz nos entrega este libro, muy personal, muy ìntimo, la alcoba de palabras donde busca unirse con Dios.

Esa simbiosis anhelada es visible en los primeros versos del libro:

 

Sagrado nombre de mujer

Yo misma tu templo, tu medalla

Tu oración matutina

....

porque soy la que llega buscando

verdad

Y el amor por lo divino se hace presente:

 

y amo saber que soy capaz de enamorarme

de ti como una loca

y que al sentir tus manos

tengo tu cuerpo vivo

La unión para los místicos es siempre lo màs esperado, lo màs anhelado.  Moravia Ochoa al igual que Alfonsina Storni se reconoce humana, la Storni nos dice:

Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada

Y Moravia se sabe humana, pecadora, sin embargo, el paralelismo entre los poemas se da en esa condición que el ser amado pone en ambas, si para una lo es un hombre que pretende la castidad de la amada, para otra lo es Dios que pide otros elementos: 

No me quieres cansada

Tú me quieres con ánimo

Tú me quieres con fuerza

Tu me quieres amándote

Tú me quieres agradecida

La lectura de los salmos, de los proverbios, lecturas bíblicas, de libros místicos y otro tipo de libros que nos llevan por los senderos inexorables del espíritu llevan a Moravia Ochoa por una nueva senda por explorar.  Ha llegado con pasos firmes, con ese rumor de olas multiplicadas que nos estallan en la sangre:

 

Padre Sol

Séllame en la alegría de saberte

Ola multiplicada sobre mì

...

casa, padre, raíz,

padre montaña y esta ciudad

vestida con todas tus señales

ciudad que nunca pasa y pasa.

 

En el evangelio apócrifo de Santo Tomás su autor nos muestra lo que el mismo Jesús prodigó:

 

“Si levantas una piedra ahí estaré, si cortas un pedazo de madera

me encontrarás”

Y Dios se puede hallar en todas las cosas, en la palabra escrita y en la hablada.  Moravia se hace ánfora, se hace uva, comunión con Dios en estas palabras, en estos poemas que buscan la divina fiebre y la ambrosía:

“Vino que el cielo bebe

Embriágame de ti.”

 

Moradas terceras

Epilogo

 

Como nos dijo Santa Teresa:

 

“Verdad es que no en todas las moradas podréis entrar por vuestras fuerzas, aunque os parezca las tenéis grandes, si no os mete el mismo Señor del castillo. Por eso os aviso, que ninguna fuerza pongáis, si hallareis resistencia alguna, porque le enojaréis de manera, que nunca os deje entrar en ellas”

 

La poesía escoge sus caminos y sus designios.  Si han de entrar en ellos las palabras los escogerán. Moravia Ochoa ha escogido sus caminos, su gran poesía nos ha tocado esa parte del espíritu designada  a los misterios.  Hacia esos caminos de un Dios divino y humano, al cual en algún momento nos acercaremos o el mismo nos revelará esa senda, tal vez de día o en una noche con ansias, de amores inflamada, tal vez vivimos sin vivir en nosotros, y morimos porque no morimos, pero vivimos o morimos en la sagrada plenitud de las palabras.

 

Acabose esto de escribir en Los Andes 2, residencia del presentador a los veintisiete días del mes de mayo del año 2005 día de San Agustín de Canterbury y Papa Juan I y vísperas de los Santos Justo, Germàn y Mariana.  Por la poesía y Dios que reinen por siempre jamás amén.

 

Javier Alvarado
poetajavieralvarado@yahoo.com

 

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de Alvarado, Javier

Ir a página inicio

Ir a índice de autores