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La democracia es hija de la política
por Claudio Alpízar Otoya
calpizaro@hotmail.com

 

Hace algunos días un muy buen amigo me contaba en un cafetín que durante la Edad Media, cuando la gente se bañaba, lo hacían en una única tina, para ello había todo un protocolo. El jefe de la familia tenía el privilegio del primer baño en agua limpia, sin cambiar el agua, seguían los hombres de la casa, siempre teniendo en cuenta las edades, primero los mayores. Luego seguían las mujeres, también por edad, y finalmente los niños. Cuando les llegaba el turno a los últimos -los bebes- el agua estaba tan sucia y tan oscura que era posible perder un bebé adentro de la bañera. De ahí la expresión “don´t throw the baby out with the bath water”, traducida como “que no se le vaya el bebé al botar el agua sucia”.

Esta historia es oportuna para analizar nuestra actualidad política, en la cual la mayoría de actores: los “políticos” -los más culpables- los periodistas y los ciudadanos, también con mucha responsabilidad, ensucian y denigran con constancia a la política, una disciplina fundamental para la convivencia en sociedad. Así, hoy muchos están dispuestos a botar el agua oscura de la “tina de la política”, sin darse cuenta que su suciedad no deja ver a su hija la democracia, que podría irse con ella.

Sir Bernard Crick dijo que la palabra democracia “debe ser una de las más promiscuas en el mundo de los asunto públicos. Es la amante de todos y aun así consigue conservar su encanto”. Lo más sorprendente es que algunos nos enamoramos tanto de ella que estamos dispuestos a compartirla con otros que sin merecerla se aprovechan de sus virtudes y la pisotean con constancia.

Empero, no es la democracia la que produce la política, todo lo contrario, es la política la que da espacio de existencia a la democracia. La política no es el estancamiento de tradiciones ni la búsqueda de un ideal; no, no, es una actividad conciliadora, flexible, que se adapta y esta siempre activa a divisar los cambios que se avecinan en una sociedad y así ajustarla a su nueva realidad.

Cuando se politiza una sociedad se promueve la diversidad de criterio, la libertad de expresión, la libertad de ser propietario, el respeto al derecho a la vida, la libertad de asociación, etc. Política es vivir en armonía a pesar de las diferencias lógicas que se dan entre los ciudadanos, que tienen sueños y objetivos diferentes en lo particular pero un objetivo común en sociedad. La política es el espacio en que nace, se promueve y madura la democracia como forma de vida.

No podemos reducir la política a un sistema de creencias determinadas y con objetivos fijos. El pensamiento político no es sinónimo del pensamiento ideológico, este es un manual de creencias, en cambio el pensamiento político es una forma de vida en comunidad. Cuando la política se vuelve confusa, vulgar, enmarañada y carente de resultados es el momento preciso en que empieza a ensuciarse el “agua de su tina”, instante en que su fascinación entra en peligro. Momento esperado por sus enemigos para botar el “agua” y con ella a la democracia.

Los enemigos de la política insisten en promover la existencia de una voluntad general, así ponen en peligro al individualismo y con ello a la política que es la disciplina que le permite manifestarse a la persona y a las minorías. No puede existir democracia en una sociedad en la cual los que dirigen no escuchan y soslayan la posibilidad de participación y de reflexión de los diversos actores. Por la divergencia es que se requiere un gobierno, pues en la existencia del consenso absoluto sería innecesario.

En Costa Rica estamos destruyendo día a día a la política, al punto que algunos ya se sienten dispuestos a renunciar a ella, a botar el “agua sucia de la tina” y tirar justo lo que pone orden en el pluralismo y la diversidad de la sociedad: la democracia. Son muchos los problemas que hoy tenemos en nuestro país y cuya única solución debe salir de la política, lo que hace imperiosa la necesidad de defenderla de los que tanto daño le provocan.

Empero, hemos de tener mucho cuidado, pues los periodos de transición siempre se pagan a un precio muy alto. Debemos cuidarnos mucho de quien dice tener la solución de todos nuestros males, puede ser un fanático o un loco, más no un político, pues este en su verdadera dimensión sabe que la democracia se forma de abajo hacía arriba, y que nadie, absolutamente nadie, tiene el plan de todas las soluciones, más cuando estas deben ser generadas en sociedad.

Volviendo al principio de estas líneas, diría que en las últimas décadas los más jóvenes ciudadanos han sido “bañados” en una tina de aguas políticas que otros ensuciaron y que no les permite darse cuenta de su importancia. Ahora bien, la democracia depende de los resultados materiales que muestren sus gobernantes, fundamental para el arraigo y el compromiso filosófico del pueblo con la política.

Claudio Alpízar Otoya
calpizaro@hotmail.com
Politólogo

Publicado, originalmente, en "Cambio político" (Costa Rica) el 6 de agosto de 2012
http://cambiopolitico.com/

Link de artículo: http://cambiopolitico.com/la-democracia-es-hija-de-la-politica/18896/ 

Autorizado por el autor