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Narcoguerra: Callejón sin salida/81
por Netzahualcóyotl Aguilera R. E.
tlacuilo.netz@yahoo.com

 
 

RESUMEN XIII. En nuestras dos últimas entregas no apareció mención alguna a los términos droga y narcotráfico aunque ello no significa que no estuvieran presentes permanentemente en cada invasión, golpe de estado o represión coordinada por la CIA; pero si no las hubiéramos incluido nuestra historia quedaría tan incompleta que nos impediría comprender las siguientes etapas, como ocurre con quienes tocan el tema del narcotráfico sin relacionarlo con las motivaciones sociales, económicas y políticas en las que radica el verdadero origen del problema como lo veremos a continuación.

Para facilitar la conexión recordemos al avieso personaje Harry J. Anslinger, el sobrino político que Andrew Mellon designó como director de la ATF para combatir el cultivo del cáñamo en coordinación con Randolph Hearst, lo que lograron con la Marihuana Tax Act de 1937 que se redujo a la nada en 1942, cuando el gobierno se vio obligado a suplicarles a sus campesinos que la volvieran a cultivar para poder ganar la Segunda Gran Guerra, mediante aquella campaña en la que se difundió masivamente el famoso audiovisual “Hemp for Victory”.

EL MUNDO CONTRA LA MARIHUANA. Una vez concluida la siguiente guerra (Corea 1950-53), Anslinger volvió a la carga. Sergio Alonso Pujiula nos dice al respecto: “El último paso que le faltaba dar a EE UU para controlar las drogas era convencer a la ONU de que... cada país las persiguiera como hacían ellos. De esta forma, Anslinger... utilizó la influencia de EE UU para que los países unificaran sus diferentes acuerdos sobre drogas, en un tratado único e inflexible ilegalizando el cannabis en todo el mundo. El resultado fue la Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes.”

Cabe aclarar que este tratado no fue el único, pero sí el más importante por su obligatoriedad para el mayor número de países en la torpe lucha contra las drogas pero en especial contra la marihuana, inofensiva si la comparamos con el cigarrillo y el alcohol, que sí son permitidos.

Pero no pasó mucho tiempo para que se diera una nueva y más grave contradicción entre la hipócrita propaganda moralista del imperio estadounidense y los hechos históricos. Para ello nos referiremos a uno de los acontecimientos más graves de la Guerra Fría después de la frustrada invasión a Cuba: la

GUERRA DE VIETNAM. Ésta ha sido la aventura más larga y desastrosa para Estados Unidos. Eisenhower empezó a intervenir en 1955; Johnson formalizó el estado de guerra a paso triunfal en 1964, pero en 1968 la guerra dio un vuelco en su contra; la moral de sus soldados decayó porque no sabían a ciencia cierta qué andaban defendiendo -a diferencia de los vietnamitas que luchaban por su soberanía- aparte de que en territorio estadounidense crecía el repudio de la población en imponentes manifestaciones masivas como la de los hippies en Woodstock, o movimientos civiles como el de los Panteras Negras.

El presidente Johnson se va en 1969 convencido de la derrota, pero Nixon entra decidido a continuar la pelea. Sin embargo, la oposición llega al Congreso que se niega a continuar autorizando presupuestos para aquella guerra perdida y se tiene que empezar incluso a retirar tropas.

WAR ON DRUGS. Aquello era intolerable para Nixon y su asesor Kissinger, quienes tramaron aprovechar la Convención de la ONU sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971, para después de publicitarla profusamente hacer una declaración mundial de “guerra contra las drogas” y con ese pretexto encomendarle a la CIA una operación que aparentaba combatir el narcotráfico, pero cuyo verdadero propósito consistía en fomentarlo para conseguir el dinero que le negaba el Congreso. 

Karina Malpica nos dice: “...la CIA emprende... una de las estrategias más rentables y escandalosas de su historia: permite que sus agentes asiáticos trafiquen heroína respaldados por el Nugan-Hand Bank con sede en Australia. Este banco se dedicaba a blanquear todo el dinero proveniente del famoso Triángulo Dorado encargado de producir la heroína en el sudeste asiático. Las ganancias del tráfico ilícito eran empleadas en la compra de armamento para sostener la incosteable y absurda guerra de Vietnam... Este escándalo ha servido para comprender en buena medida el auge que la heroína tuvo en los Estados Unidos durante los setenta y quizá explique también su persistencia en las siguientes décadas.”

Apoyado en el más reciente libro “American war machine” del especialista canadiense Peter Dale Scott, Hermann Bellinhausen nos dice como este autor “ofrece un retrato coherente y redondo de cómo... [la CIA] ha construido un escenario de guerra, movimientos de droga, control político y social, y contrainsurgencia en cualquiera de sus formas, desde hace más de 60 años.” Y aprovecha para ejemplificar “...la explosión del tráfico y cultivo masivo de drogas en Burma, Laos, Cambodia y Tailandia para sitiar la resistencia de liberación nacional en Vietnam.”

 

Netzahualcóyotl Aguilera R. E.J

La Jornada (Aguascalientes, México)
Viernes 2 de noviembre 2012 

Autorizado, para Letras-Uruguay, por el autor

 

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