Renée Ferrer
La Querida
Delfina Acosta

Se presentó el libro La Querida, de Renée Ferrer. El material literario lleva el sello de ediciones Fausto. La historia, mejor dicho la novela, comienza con los pasos de Dalila, la protagonista, dentro de un cementerio.

El lector se encuentra, desde el segundo capítulo del texto, con la sublevación militar contra el dictador.

Y ese dictador me hace recordar, en algunos recodos de la escritura, al dictador que fabricó con estupenda fantasía Gabriel García Márquez en su obra El otoño del patriarca.

Cuando la descomposición física del patriarca se hace más que evidente, la historia, su historia, mejor dicho su hediondez, empieza a desenrollarse sola y con rapidez.

El dictador de Renée Ferrer cae víctima de la conspiración, del golpe de Estado. Su querida, su favorita, vive casi a imagen y semejanza de su “Señor”.

Ella es una mujer tan ambiciosa y ávida de poder como el hombre que rige con mano criminal al pueblo.

Es, inicialmente, la estudiante que va a recibir su diploma en un acto de graduación de las manos de un General que no admite que nadie le dirija la mirada. Dalila lo enfrenta con los ojos y él, más tarde, para dar gusto a sus apetencias, se convierte en su amante oficial.

Esta es una novela en la que el amor no existe, sino sólo el placer, la lascivia y la lujuria. Creo, personalmente, que el placer por el placer ocupa un plano extenso en La Querida.

Renée Ferrer imprime una técnica excelente a su novela. Por eso el lector avanza con rapidez sobre sus capítulos, aun cuando ya sabe, ya conoce el fermento, la putrefacción degradante que significó una dictadura de más de treinta años, y cómo eran maltratados hasta morir los hombres y las mujeres que se atrevían a levantar su voz libertaria.

La novela da cuenta del hermano de Dalila, Marco, un joven que no renuncia a sus afanes de derrocar al hombre más fuerte del país, y termina torturado y muerto.
Eso no lo sabe ella, porque su amante le inventa un cuento piadoso de exilio.

No hay tela para el suspenso en el escrito, pero creo que Renée Ferrer no se propuso dejar en estado suspensivo al lector, pues es de todos sabida esta historia hedionda que nos tocó vivir por dentro y por fuera a muchos paraguayos hasta que el régimen se vino abajo y saltó la evidencia del Archivo del Terror y saltaron también las historias de sabuesos, de criminales entrenados para matar a quien quisiera quebrar o alterar “el orden, el progreso y la paz de la familia paraguaya”.La novela de Renée Ferrer revela con eficacia lo que es la pesadilla de las torturas y los métodos infalibles para hacer hablar a los infelices que caían en el ojo de la sospecha por el sistema. Porque en el libro no está presente sólo el dictador, sino también, y mucho, el salvajismo y la sangre (abundante) arrancada a los inocentes en las dependencias de Investigaciones. Por otra parte, no se habla solamente de una querida, de la favorita entre ese séquito de mujeres destinadas a complacer al hombre más poderoso (el dios, como se llama a sí mismo) de este país, sino de las otras queridas, o sea, las niñas y púberes que conformaban un bocado apetecido.

Pero la querida va perdiendo sus atributos, y es ahí cuando Renée Ferrer pone en marcha otros poderes sustitutos para Dalila.

Bien contada, bien escrita, esta novela se leerá mucho. Como se dice, sin mayores rodeos y nada más que agregar: “Da gusto leer La Querida”.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 7 de diciembre de 2008

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