Neruda y Borges
Dos genios incompatibles
Delfina Acosta

El poeta chileno Pablo Neruda nació en Parral, Chile, en el año 1904. Contaba tan sólo con 19 años, la edad de la adolescencia, cuando su nombre se hizo famoso a través de su obra primeriza Crepusculario. Más tarde escribió Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Particularmente, creo que ese libro ha llegado a convertirse en una suerte de símbolo o manifiesto de la escritura amorosa de todos los tiempos y los vientos. Quién no conoce aquellas líneas poéticas que así comienzan: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche...”, es un desentendido de la belleza, de lo que da en llamarse pasmo del amor y del dolor.

En realidad, confesó en algunas revistas, Pablo Neruda, su preferencia por el poema aquel donde recuerda, con melancolía, a la mujer de la boina gris y el corazón en calma.

Dice el poema lo siguiente:

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo
y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros:
¡Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

Pablo Neruda

Pablo Neruda

El estilo poético de Pablo Neruda es único, inconfundible. Neruda creó una manera nueva de decir las cosas, de cantar la vida, de celebrar el amor y la revolución. No se podrá superar nunca la gran influencia que el poeta chileno tiene en nuevas generaciones de vates, pues quien lo lee se siente muy atraído por sus palabras que son salidas de una suerte de trance poético. Musicalidad y ritmo contagiosos rubrican sus líneas.

El sentimental Neruda

En una entrevista televisiva, escuché opinar a Jorge Luis Borges sobre Pablo Neruda, con las siguientes expresiones: “Pablo Neruda... Él comenzó siendo poeta sentimental...”. En otras palabras, Borges dio a entender que Pablo se equivocó al ser -después- un poeta de la revolución.

Se deduce que el autor de Fervor de Buenos Aires no tenía simpatía por Neruda. Cierto es que el vate chileno inició su carrera poética escribiendo al amor. Pero luego (ningún creador se debe a la idea paralizada) escribió para los oprimidos. Elevó su voz de denuncia contra la explotación del hombre de su Chile y de otros países del mundo. Viajó a España y lloró, a través de sus poemas, por la Guerra Civil española. A mí, personalmente, me agrada la poesía del Neruda enamorado de la mujer. La palabra apasionada del poeta enamorado de la revolución, de la causa social comunista, me embruja. Precisamente, su facultad para tener voces para todos los temas humanos, es lo que más se aplaude en el autor de Los versos del capitán.

Los pasillos de la poesía borgiana

Jorge Luis Borges nació en 1899 en Buenos Aires, Argentina. Dijo él, en una entrevista televisiva, que los libros que escribió después de su primeriza obra Fervor de Buenos Aires, no fueron sino la repetición de aquel poemario. Particularmente, creo que Jorge Luis Borges fue un genio de la exacta estatura de Pablo Neruda.

El poeta chileno obtuvo el Premio Nobel de Literatura mientras que Jorge Luis Borges, amplio merecedor del máximo galardón, nunca ganó tal premiación.

Borges no fue comunista, llevó una vida sumergida en los libros de su biblioteca y en las traducciones al español de obras de genios como Franz Kafka. El amor, en cierta manera, le fue esquivo. Pablo Neruda abrió generosamente su pluma amorosa para festejar la dicha de la carne.

Neruda conoció el destierro. Su camino consistía en despistar a quienes tramaban capturarlo.

Jorge Luis Borges, tempranamente víctima de la ceguera, inventó el recuerdo para echar a caminar por los pasillos y los laberintos increíbles de la poesía y de la literatura.

Hay generaciones de jóvenes que se declaran nerudianos. Igualmente, hay poetas que se declaran borgianos.

Neruda y Borges fueron cumbres, luces de cimas, respuestas contundentes a los mayores desafíos. Cada cual brilló con su estilo inconfundible.

Fueron genios incompatibles.

                 Arte poética

Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo.

Ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar Ítaca
verde y humilde. El arte es esa Ítaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.

Jorge Luis Borges

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 2 de marzo de 2008

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