Miguel A. González Vierci
El estallido de un ideal
Delfina Acosta

El libro El estallido de un ideal ha sido presentado recientemente al público lector. Esta es una narración autobiográfica que nos lleva a un pasado no muy lejano, cerca de la década de los cuarenta y pico, cuando el autor del texto, el Sub Tte. Inf. Miguel A. González Vierci, trae a la memoria las aventuras y las desventuras que le costaron su formación en la Escuela Militar.

Recuerda, con un estilo fluido, el contexto o el estilo de vida que entonces echaba costumbres en Asunción, y luego, su ingreso, pleno de expectativas, en el ámbito castrense, donde conocería y viviría desde muy cerca uno de los capítulos más negros de la historia paraguaya. Me refiero a la Revolución del 47.

El autor del libro se vio, ante el afán ignominioso de Higinio Morínigo de nuclear en un solo poder las Fuerzas Armadas, el Gobierno y el Partido Colorado, en la necesidad de pelear contra los que apoyaban la inmoralidad de marras.

Traer a este simple comentario los episodios de armas, las tramas, las conspiraciones, las fugas, las embestidas heroicas que le tocaron protagonizar a González Vierci cae fuera de todo cálculo, por lo que me limitaré a decir que El estallido de un ideal es un texto pormenorizado (desde la versión autobiográfica) de la Revolución del 47.

A la orden del día y de la noche

Dice el autor del libro que fue sometido a severas interrogaciones, pues las delaciones, confabulaciones e intentos de sublevaciones estaban a la orden del día y de la noche; afirma que, en su primera conciencia de la situación que se vivía en Concepción, no dudó en apoyar y salir al lado de las fuerzas que renegaban del afán siniestro de Morínigo.

Lo que se vivió en Concepción como una manifestación popular a favor de las fuerzas libertadoras de la patria tuvo una breve duración.
La radio “La voz de la Victoria” y su propietario, el señor Romañach, hicieron tambalear a las huestes procaces e intimidatorias de Volta Gaona y sus secuaces.

Obdulio Barthe, dirigente orador del Partido Comunista, salió también al aire; sin embargo, el país rechazaba la doctrina comunista que “predicaba el ateísmo”. Estas y otras situaciones, algunas de extrema gravedad, se iban viviendo durante la revolución. Salir al lado de la causa libertadora habría de costarle a González Vierci no solamente el truncamiento de la carrera militar que abrazó con el ideal de servir a la patria, sino su confinamiento en Peña Hermosa, prisión y torturas.

El relatorio de su heroica participación desde la milicia en la Revolución del 47 es apasionante.
González Vierci considera los factores endógenos de la derrota al mencionar que los efectivos de las fuerzas revolucionarias no alcanzaban 2.500 hombres, mientras que los efectivos del Gobierno eran aproximadamente 10.000, prevaleciendo unidades conformadas por pynandíes y oficiales de reserva afiliados al Partido del Gobierno.
Entre los factores exógenos menciona la doctrina de la seguridad nacional, implementada por los Estados Unidos, y fortalecida y aplicada con esmero por las dictaduras americanas.

La lectura del material me ha complacido ampliamente.

Miguel Angel González Vierci nació en la ciudad de Asunción el 30 de agosto de 1925. Accediendo a una beca de Intercambio con cadetes bolivianos, viajó a la Paz, al Colegio Militar de Irpavi, de donde egresó como oficial del Ejército Boliviano.  

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 19 de abril de 2009

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