Marco Tulio Cicerón
La amistad un don divino
Delfina Acosta

En esta oportunidad me toca hacer o barajar un breve comentario sobre el libro La amistad un don divino, basado sobre las reflexiones del gran orador y filósofo Marco Tulio Cicerón. El texto lleva un largo estudio introductorio de Luis Frayle Delgado, filósofo, poeta, ensayista y escritor español.

Marco Tulio es un filósofo ecléctico; sin poseer una filosofía propia, va recogiendo la filosofía antigua de las diferentes escuelas y corrientes, inclinándose hacia la Nueva Academia, y la expone al público culto de su época a través de un lenguaje sencillo, creado por él mismo. De esta manera incorpora la lengua latina a la filosofía.

Es notable cómo Marco Tulio, filósofo romano, acerca el lenguaje filosófico al político, así como alterna las ideas filosóficas, y principalmente su pensamiento ético, con sus ideas políticas.

En la Roma de los césares las Los sentimientos no han progresado, ni mucho menos, desde entonces, pues bien sabemos que cuesta, en los agitados días que corren, saber que uno nunca se verá defraudado por un amigo.

En el año 44, Cicerón pronuncia sus filípicas contra Antonio. Huye Cicerón, pero la suerte le depara un terrible final, pues los sicarios llegan hasta la litera en que lo transportan sus últimos aliados, cortándole la cabeza y seccionando sus manos.

 

Antonio mandó exponer los despojos del orador público en la misma tribuna del foro donde se había despachado contra él. Esta escena macabra, este momento histórico, este contexto repulsivo repercuten — hondamente— en el ánimo de Marco Tulio Cicerón, quien escribe, desencantado de la vida y de la insaciable ambición de los seres humanos, su obra Lelio, sobre la amistad.

La venganza y la fragilidad de la condición humana le hacen reflexionar a nuestro autor; hace un estudio sobre el valor de la amistad, afirmando que “es muy difícil encontrar verdaderas amistades en quienes ocupan cargos públicos y se dedican a la política...”.
Por otra parte, con relación a la lealtad se plantea si las amistades viejas son mejores a las que se hacen en poco tiempo.

 

Así mismo reflexiona: “No hay que estar saturado de amistades como se puede estar de otras cosas. Las amistades, como los vinos añejos, cuanto más antiguas, más sabrosas”. Parece simple y hasta vulgar este pensamiento de Marco Tulio Cicerón pero exhibe el fondo de una verdad, de una evidencia, que muchas personas de razonamiento frágil y de corazón apresurado pasan por alto.

La sabiduría de Aristóteles

En su obra se vale de la sabiduría de Aristóteles, quien afirma lo siguiente: “Hay que comer juntos muchos modios de sal para que la obra de la amistad quede acabada”.

Siendo hombre público, de vasta cultura, los escritos sobre la amistad de Marco Tulio Cicerón forman una suerte de tratado que pregona sutileza y razón.

Decepcionado de la vida, su sabiduría, muertas ya las pasiones vulgares que acompañan al carácter altivo y fogoso de los jóvenes, Marco Tulio va fortaleciendo su concepto sobre el amor que deben profesarse los unos a los otros, y mucho más en los tiempos de la enfermedad, de la desgracia y de la miseria.

Durante los años de su forzado retiro escribe Academicae disputationes (Disputaciones académicas), De finibus bonorum et malorum (Sobre los límites de los bienes y los males), Tusculunae disputationes (Disputaciones tusculanas), De natura deorum ( Sobre la naturaleza de los dioses).

Mucha literatura ha corrido sobre el amor. Y también sobre la amistad.

La misma religión, a través del mandamiento “Amarás a Dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”, hace un dictado, una sentencia sobre la amistad profunda y verdadera, que debemos cumplir durante nuestra permanencia sobre la Tierra.

“Por lo demás, es posible, si ponemos la debida diligencia, reconocer y distinguir el adulador del verdadero amigo, como se pueden distinguir todas las cosas falsificadas y simuladas de las auténticas y verdaderas”. Estas palabras fueron escritas antes de la venida de Jesucristo, por Marco Tulio Cicerón. Siguen teniendo vigencia. Se observa el trato, la “amistad” que se profesan los políticos, y se llega a la conclusión de que la moneda corriente es la camandulería, el trueque, el cambio de poder por dinero.

Saque el lector sus conclusiones.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 8 de marzo de 2009

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