En la obra del escritor hay un buceo en procura de nuestro perfil

Los cuentos completos de Augusto Roa Bastos
Delfina Acosta

Si bien los cuentos de Augusto Roa Bastos se disfrutan por el ingenioso inicio, el inesperado final, y por la hilación prodigiosa, palabra tras palabra, de los argumentos, es de gente que entiende el oficio literario, reconocer que muchos de sus relatos plantean un castellano grandioso, inesperado, culto, y, sobre todo, nuevo para nuestro país. No puede uno sino sentir admiración por la sólida construcción de su lenguaje en cada uno de los cuentos.

Ellos están marcados por un estilo que destila, mayoritariamente, un crudo realismo. En el equivalente matemático, el dominio del lenguaje, significa años y años de oficio. Se diría, casi, años y años de sacerdocio. De vivir para un mundo aislado. Su tiempo (el de Augusto Roa Bastos) es el de su misma literatura. Dos grandes obras de su autoría: “Hijo de hombre” y “Yo el Supremo”, han llegado a la altura de las mejores novelas que ha dado el siglo XX en la lengua castellana. Esto es consecuencia esperada de un hombre que se ha dedicado a la literatura con un empeño singular.

“Cuentos completos”, incluye algunos relatos inéditos. Las permanentes persecuciones políticas (que a él le valieron el penoso exilio), la existencia arrastrada como pesada carga en un país donde los poderosos abusan de los débiles, la marginalidad, la delación son el tema casi recurrente de todos sus relatos. Los paisajes humanos que desfilan ante nuestros ojos son huesos, alucinaciones, piltrafas, seres marcados por un destino de explotación y de manipulación. Historias de hombres y de mujeres de pueblo que sobreviven a las duras condiciones de un gobierno que ve en un hombre idealista un delincuente, en un cura párroco un individuo peligroso para la estructura eclesiástica, son las historias que Augusto Roa Bastos nos cuenta. Y es su manera de contar, tan ágil, tan amena, y tan inequívoca (porque en la literatura, señores, se cometen tantos desaciertos), que este libro cobra la dimensión de una verdadera joya literaria.

Particularmente, el cuento que más me ha agradado, es el primero de la serie: “Carpincheros”. Pero hay más, muchos más, con su carga de visión trágica, de muerte, de sobrevivencia, que ubican al lector en el Paraguay de una época asolada por un Gobierno tirano y cruel. El elemento subversivo, y sus víctimas inocentes, desfilan, frecuentemente, por una gran parte de sus escritos.

Son sus cuentos, una nueva manera de usar el castellano, para provecho de unos fines literarios, que deberían ser tomados como modelos de redacción. Y esto lo digo pensando no solamente en los estudiantes aficionados, si no también en muchos cuentistas (me incluyo), que ya tienen obras publicadas, pero deberían hacer un poco más de práctica literaria.

“EL TRUENO ENTRE LAS HOJAS”

El prologuista del libro, Jorge Aiguadé, dice, con respecto a “El trueno entre las hojas”: “Esta visión trágica y mesiánica-materialista, sin identificarse con el sentimiento absurdo de la vida y el sentido del compromiso que puso de moda el existencialismo en esa época en todo el mundo, armoniza ampliamente con él por su perspectiva materialista y humanista y le agrega una tonalidad propia, local y de enorme intensidad poética. También, muy claramente, hay una búsqueda de la identidad cultural paraguaya, un buceo en procura de nuestro perfil, un intento muy nítido de definir nuestro paisaje, nuestro entorno material, nuestra naturaleza. Y, finalmente, hay una búsqueda literaria de un estilo capaz de realizar una mimesis poética adecuada de nuestra realidad en toda su complejidad cultural, en toda su dimensión de mestizaje”.

Por primera vez tenemos reunidos en un solo volumen los cuentos escritos y publicados por Augusto Roa Bastos desde antes de “El trueno entre las hojas” hasta “Lucha hasta el alba”. También están incluidos cinco cuentos que hasta la fecha no han sido publicados en libros.

EL ARTE DEL LENGUAJE

Si entramos de lleno en el lenguaje del escritor, Augusto Roa Bastos, notamos que sus cuentos, por su estado de excelente maduración artística, no han hecho si no continuar un camino por el que pasaron, ejemplarmente, sus dos obras más celebradas por la crítica nacional e internacional: “Hijo de hombre” y “Yo el Supremo”.

Dedicado a leer, a investigar, a escribir permanentemente, a permanecer en estados de reflexiones sobre el uso apropiado de las palabras, es de mera lógica suponer que el escritor haya avanzado en el castellano como ninguna otra figura literaria. De ahí que sus cuentos tienen esa capacidad de prender la atención del lector inmediatamente. No se llega a seducir al lector, aún cuando el argumento de los cuentos esté bien estructurado, si falta la capacidad ensamblar perfectamente las frases, las ideas, las sugerencias.

En esto, Augusto Roa Bastos es un maestro. Tiene la idea, la extensión, la profundidad, el equilibrio, en fin, del lenguaje, de manera tal que sus cuentos, como “Borrador de un informe”, “La rogativa”, “El viejo señor Obispo”, no solamente nos atrapan, sino que también, nos muestran todas las posibilidades y matices de la lengua castellana. Pero no se engañe el lector. No es leyendo y escribiendo durante horas que un escritor llega a dar un nuevo giro a la literatura. Tiene que nacer el hombre, el genio, para el gran libro que lo estaba aguardando. Roa Bastos nació para congeniarse con la literatura, y el Premio Cervantes rubricó su figura.

BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA

Augusto Roa Bastos nació en Asunción en 1917. Pasó gran parte de su infancia en Iturbe, pueblo cuyo recuerdo aparece en diversas ocasiones a lo largo de su obra. Como poeta, fue la figura joven más importante de la década del 40, cuando junto con Josefina Plá, Hérib Campos Cervera, formó parte del grupo de escritores que puso la literatura paraguaya a la altura de los tiempos. De Roa Bastos sólo se conocía hasta hoy un libro poético, “El naranjal ardiente”, escrito a fines del 40, y publicado parcialmente por primera vez en 1960. Para entonces, el autor de “Hijo de hombre” era ya considerado como una de las figuras fundamentales de la narrativa contemporánea. En 1989, el mismo año que caía la dictadura del Paraguay, Roa Bastos recibió el más importante galardón literario del ámbito hispano: el Premio Cervantes. Autor de una de las más importantes novelas de este siglo, “Yo el Supremo”, ha publicado en los últimos años cinco nuevas obras: “Vigilia del almirante”, “El Fiscal”, “Contravida”, “Madama Sui” y “Poesías reunidas”.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, Domingo 18 de mayo de 2003

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