El lado bueno de la vida
Delfina Acosta

Hoy no quiero hablar de política. Y no es que la política no me guste. Pienso que la política es lo más apasionante de la existencia, pues, en esencia, es la suma del pensamiento humano que siguiendo determinadas corrientes, propone libertad al mismo tiempo que autoridad.

La política es el complemento necesario del café, del mate o del tereré.

Pero quiero hablar, si me permiten, de la fragancia de los días, que nosotros gestamos, según nuestro humor y nuestra necesidad de dar una orientación sana y útil a nuestra vida.

Le aconsejo que pase por alto los enojos, pues en estado de extremo enfado, la presión arterial le puede jugar una mala pasada, y es probable que le deje el lado izquierdo o derecho del rostro torcido. ¡Qué mala impresión causará a sus amigos con su nueva cara!

Si usted ha de preocuparse, preocúpese por cosas concretas, que hacen a la razón de su economía, pero no alargue su preocupación, pues con el tiempo se volverá maniático, así observador empecinado de la maldad y de la ruindad ajena. ¡Cuántas monedas sin uso cargará entonces en su alforja!

Cierto es que duelen la injusticia del mundo y el lado descarado de la política, pero procesando por su cuenta a los demás, pasará por alto las muchas flores que crecen en los valles, y no tomará partido por el sol, por la salud registrada en su cuerpo, por la predisposición de colores del ánimo con que se despierta diariamente.

El día pasa con la rapidez de un tren; la vida va a prisa a su fin, pues debe cumplir su ciclo, y usted, tan nervioso, tan descontento con todo, tan carente de buen humor, y de paso, tan antipático ante los ojos de su familia y de su entorno laboral.

Hay gente que prospera anímicamente.

Al nacer, mirábamos con resentimiento a nuestros padres, siempre preocupados, y las más de las veces amargados, y nos jurábamos que de grandes nunca seríamos como ellos.

Ser amargado es ser fracasado.

La vida le tumba al individuo que no sale al encuentro de las oportunidades de ser valiente que le brinda el mundo.

La vida le hace tragar polvo al intolerante.

La vida propone muchas maneras de entender a los demás. Desde la prudencia y desde el amor al prójimo, la vida le da un pasaje a un sentimiento de triunfo y de paz que va creciendo en su interior.

He observado que numerosas personas con talento han fracaso porque la raíz de la incomprensión y de la intolerancia hizo nido de serpientes en sus corazones.

No puede ser tan difícil el camino al triunfo cuando se tiene fuerza de voluntad.

Póngase una meta en la mente: Levántese cantando y recuerde que debe hacer sin prisa y sin pausa el recorrido de su camino existencial.

A veces, muchas veces, lo sorprenderá la angustia a la medianoche, el temor a la mañana le mostrará sus garfios, el color gris de la rutina le empañará los ojos, pero no se equivoque: si se mantiene fiel en la perseverancia llegará –finalmente– a su destino.

He visto a gente inteligente fracasar porque no supo medir su tiempo. Hay tiempo para sembrar, tiempo para cosechar y tiempo para llevar a cabo lo pensado.

El pensamiento debe estar iluminado por el sentido positivo de las cosas. El sentido negativo de la existencia es el camino al infierno.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 13 de octubre de 2008

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