La patria de cada día
Delfina Acosta

El joven que tuvo que vérselas con la dictadura stronista no conoció la libertad, no ha llegado al umbral político de estos tiempos, los que corresponden al gobierno de Fernando Lugo, esperanza de los pobres y de los explotados.

En la época de Stroessner toda ventilación del ánimo estaba controlada por las sombras delatadoras. No se podía hablar sino en voz baja. El cuchicheo era el lenguaje común y corriente.
El estado de paz y de orden fue un cuento horrible que se les hizo tragar a muchos jóvenes a través de la fuerza, durante las sesiones de asfixia y despellejamiento, en el Departamento de Investigaciones.
Se resquebrajó durante la dictadura todo lo que de digno tiene el ser humano. Cuántos hombres y mujeres, clamando por la libertad del pueblo, iban a parar al exilio, para no retornar al Paraguay, o caían bajo las garras de los asesinos a sueldo.

Durante el gobierno de los colorados el pueblo paraguayo tuvo acceso al conocimiento de una política vil (por así decirlo), puesta al servicio de los individuos que sólo deseaban sacar ventaja económica para sus bolsillos, desde la ubicación en que se hallaban.

Así vimos a presidentes representantes del Partido Colorado comerse de a poco al país. Ellos no llegaron a entender el clamor del proletariado, de la clase trabajadora, que pedía un salario justo por su trabajo. Solamente eso: un salario justo.

¿Sabe el lector lo que es un salario justo? Pues es, cómo decirlo, una recompensa, una paga, un sueldo exacto por levantar fardos de cemento sobre los hombros para llegar, tambaleando, hasta un depósito oscuro. Es un dinero por esforzar la vista, por leer lo que dicen, lo que revelan los libros, para luego, con el conocimiento incorporado a la mente, enseñar a los estudiantes las extensiones de la filosofía. O el complejo mundo de la biología. O la maravilla diaria de la literatura clásica y moderna.

Ahora, con el gobierno legítimamente constituido de Fernando Lugo, tenemos montado en el escenario político a hombres y mujeres que están luchando, en su mayoría, para que la salud pública sea una realidad.

Se revaloriza el idioma guaraní. Los empleados públicos que no cumplen una función determinada ni explicada, son dados de baja. Se persigue a los que trabajan fuera de la ley para que nuestro país se desprenda de su estigma de corrupto entre los más corruptos. No quiero entrar en detalles para no fatigarlo, lector. Usted ya me lleva el hilo, ¿verdad?

Por supuesto, hay políticos que no quieren darse por derrotados, y que atentaron y seguirán atentando contra el orden instituido. Y eso no lo debemos permitir. Que Lugo y el pueblo llegaran al poder fue un esfuerzo, un logro, un éxito de todos. Ese logro es un factor político de mucha importancia en nuestras vidas, que debemos mantener dentro de las aguas calmas y limpias.

Defenderemos las instituciones en las calles, con la bandera al viento y la letra de “Patria Querida” en nuestros labios.

Lugo renunció a su sueldo como presidente.

Es más que evidente que él representa, en su figura, al patriotismo.

¿ Y qué es la patria?

La patria es usted, el Himno Nacional, la paz, el progreso, la emoción de la libre expresión, la tricolor, el pan nuestro, y el pan de los otros, los necesitados.

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 8 de setiembre de 2008

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