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El
2008 fue un año político en el que volvieron a emerger de manera muy
consistente las grandes expectativas en todos los ámbitos. Resulta
innegable que en ese proceso la cultura también se mantuvo a tono con el
ritmo del momento y ya después de las elecciones presidenciales de abril,
el sector cultural se propuso entender mejor la situación y sellar
propuestas significativas mediante reuniones permanentes de artistas,
creadores y trabajadores culturales en general, quienes veían al fin la
proximidad de un gran protagonismo en la vida institucional del país,
tras la llegada de Fernando Lugo a la primera magistratura.
Sin lugar a dudas, la llegada de Ticio Escobar a la Secretaría Nacional
de Cultura, presagió tiempos mejores y acordes a los deseos de
transformación. Fue un punto sumamente positivo y si bien hasta hoy no le
resulta fácil al Secretario de Cultura romper con los bolsones burocráticos
de una herencia parasitaria, éste realizó avances que avalan la intención
de posicionar a la Secretaría a mediano plazo hacia el sitial que le
corresponde. Ticio tiene la ventaja de pertenecer al gremio cultural,
hecho que le permitió desarrollar muy buenos contactos a nivel nacional e
internacional. Si habláramos de una perspectiva para el 2009, al sector
que me corresponde, valdría la pena mencionar el gran esfuerzo desplegado
y por desplegarse de los escritores y editores del país, quienes
mancomunadamente han producido muy buenos resultados. Y es más, está en
marcha un interesante convenio firmado entre la Sociedad de Escritores del
Paraguay y la CAPEL que aúna a las principales empresas editoriales para
la edición sistemática de libros paraguayos.
Como siempre, a pesar de la grave crisis que atraviesa el país y el
mundo, el sector de la cultura se mantiene con abundante esperanza,
presagiando de esa manera días mejores. Estimo que el país arrancará
definitivamente hacia logros estimables, pasó muy poco tiempo para hacer
una evaluación global de la situación, todo depende de la clase política
que de una vez por todas tiene que superar el ocultamiento, la hipocresía,
la demagogia y el oficio de destrucción que la caracterizó durante estos
últimos años. Superadas estas prácticas oprobiosas, es posible pensar
que verdaderamente alcanzaremos el país que queremos y merecemos. No
resulta fácil desmontar una estructura anquilosada donde la perversidad
fue la reina y la corrupción su mejor acompañante, si damos un salto
sobre estos males y la Justicia actúa ejemplarmente para desterrar tales
bastiones, es posible apostar y decir que Paraguay está en buen camino,
por su Justicia eficiente y por la voluntad patriótica de sus
gobernantes. |
