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Hernán Codas J. 
Dualidades y dobleces, o sea...
por Delfina Acosta

Generalmente, aquellos libros que recogen las curiosidades de la humanidad o de un país durante una determinada época de la historia constituyen la lectura preferida de los lectores. Reconocer debo que las ciencias, el arte, la astrología, la sociología, la música y muchos otros factores dan pie a las llamadas curiosidades.   

En el libro Dualidades y Dobleces o sea... cuyo autor es Hernán Codas J., uno encuentra no sólo la forma o manera en que se formaron las dualidades de marras en el Paraguay, sino además la historia profunda y entretenida que se encuentra detrás de ellas. Esa historia nos cuenta cómo, cuándo y dónde tuvieron su origen aquellas dualidades.   

Entiendo que en muchos países se presentan, como en el Paraguay, dualidades o dobleces.   

Pero a nosotros nos interesan las dobleces a las que podemos tener acceso en este libro. Hay dualidades que tienen territorio universal y son objeto de estudio en las universidades y colegios.   

Escribe Hernán Codas J. en torno a aquello que posee condición de doble, o sea aquello que se da, valga la reiteración, doblemente. Me viene a la memoria el pensamiento de que los médicos son buenos observadores de las rarezas que se dan en la cotidianidad. Dualidades y Dobleces o sea..., editado por Servilibro, fue escrito por un médico. Me refiero, de más está decirlo, pero igual lo digo, a Hernán Codas J., médico cirujano.   

Escribe sobre el doble apelativo: el nombre propio y el marcante. Marcantes y nombres propios se observan comúnmente en el Paraguay. Mas apunta el autor que famosos personajes de la historia tuvieron sus respectivos apelativos, como Miguel Cervantes de Saavedra (El manco de Lepanto). Mucha gracia me hizo que hiciera referencia a las dos horas por las que nos “regimos”. Tenemos la hora “oficial” y la “paraguaya”. La hora paraguaya, la dilatada, no es más que la que muestra nuestra condición de seres irrespetuosos, pues no hay mayor indecencia ni mala educación que llegar tarde a una cita.   

Expresa el francés Nicolás Boileau Despréaux, sobre la llegada tardía a una cita lo siguiente: “Procuro ser siempre muy puntual, pues he observado que los defectos de una persona se reflejan muy vivamente en la memoria de quien la espera”.   

Tenemos dos estaciones: el verano y la estación del ferrocarril. Nada puede ser más cierto. El calor agobiante del Paraguay lo conocemos bien quienes sufrimos sus temperaturas que llegan a los extremos: 45 grados. Uno, dos o cuatro días de frío son los que vivimos durante el invierno, si así se lo puede llamar. Las hojas que caen, el asomo de las flores amarillentas y algún repetido viento sur de las tardecitas conforman pues la estación del ferrocarril.   

En nuestro país existen dos bebidas: el mate y el tereré.   

El primero se lo toma caliente y el segundo frío. Responde su consumo a las temperaturas extremas y a la necesidad de tomar un descanso grupal y hablar sobre el prójimo entre bromas y de veras.   

Remontándonos a la historia, hallamos que Paraguay tiene dos ex presidentes que han fallecido en nuestro suelo. Pudieron haber sido más. O bien pudo haber sido que ningún ex presidente de otro país muriera en nuestra patria. Pero, acogidos al derecho de asilo, han venido a pasar sus últimos días en el Paraguay, el muy ilustre político y escritor Domingo Faustino Sarmiento, quien realmente se autoexilió, y Anastasio Somoza, quien se refugió cobardemente bajo la protección de su colega de armas, el dictador Alfredo Stroessner.   

Por aquellas situaciones que se dan bajo alzamientos que no son tales sino simples acomodos o transferencias de poder, tenemos en el Paraguay dos días de la revolución. Y es que el 2 y 3 de febrero de 1989, el país sufrió un cambio: amaneció con un nuevo presidente, el General Andrés Rodríguez, consuegro del presidente depuesto, el General Alfredo Stroessner.   

Consta en el libro que los paraguayos tenemos dos capitales, y ellas son Asunción y Luque. La última, durante la invasión de las fuerzas aliadas (Brasil, Argentina y Uruguay) hacia 1868, fue decretada como capital el 26 de febrero de 1868. Dice el autor que no existe registro sobre la designación, y, lo que es más, tampoco existe ninguna derogación de tal decreto.   

O sea que Luque sigue siendo capital del Paraguay.   

Por aquello de que la política es la expresión más sucia del poder, tenemos en Paraguay dos partidos políticos, el propio y el de la conveniencia.   

Analizando la conducta del ser humano, uno toma registro de su condición para adaptarse a los tiempos políticos que corren con el fin de obtener ventajas económicas. Rige con mayor fuerza, diría yo, el partido político de la conveniencia.

           

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 26 de Noviembre de 2010

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