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Gloria Marecos
Zona secreta

Delfina Acosta

Estaba yo hablando con una persona, y esa persona (no diré su nombre) me dijo que la poesía paraguaya se encuentra con muy pocas luces en los últimos tiempos.   
  
Y eso me dolió.   
  
Pero ahora, leyendo los poemas de Gloria Marecos, que es, seguramente, una de las voces más lúcidas y persistentes del Taller de Poesía dirigido por el escritor y poeta Victorio V. Suárez, me encuentro con una poesía que tiene el don de decir con una fuerza elemental, muy propia de la buena poesía, no solamente el flujo y reflujo del amor que vacía y llena la carne y el esqueleto, sino también de alzarse (con pretensión de estrellas ) en busca de las mejores palabras.   
  
Los buenos poetas saben que deben buscar las pepitas, el diamante del verbo, la luz de los juegos de palabras que abran el camino para que el verso se adelante a las demás criaturas del arte y beba de la copa de los dioses.   
  
Gloria Marecos ha crecido mucho como poetisa.   
  
Y ha crecido porque ha tomado conciencia de que esto de escribir poemas tiene sus interrupciones naturales, su búsqueda, su cuota de perseverancia, de seguir los pasos, el camino que han dejado los grandes poetas como Rafael Alberti, Pablo Neruda, Federico García Lorca, César Vallejo y otros.   
  
Los versos del poemario Zona secreta son apasionados, en su mayoría.

El texto fue publicado mediante el apoyo del Fondec.

Rezuman amor. Y más amor. Y una inalterable vocación de amar.   
   

Y me dirán, algunos: “¿Pero acaso no escriben los poetas sobre el amor?”.   
  
Y yo les contestaré que sí, pero que pocos son los que tienen esa intención de tocar toda la piel del ser amado a través de un poema.   
  
Y Gloria Marecos, apasionada, ardiente, nos va revelando ese incesante latir de su zona secreta.   
  
Su vocabulario aviva el fuego de una pasión amorosa de la cual ella se considera culpable o víctima. Es lo mismo.   
  
Celebro esta voz.   
  
Celebro esta gestación de esta nueva criatura, hija del Verbo, dentro de un mundo donde el hombre, devorado por la vorágine de un siglo que repite el terror de la violencia de los otros siglos, da testimonio diario de su indiferencia ante el Arte.   
  
Hay en los poemas, preciso es decirlo, algunos términos antipoéticos.   
  
Yo creo en la sencillez de la palabra que llega al lector culto como al lector simple, hijo de la cotidianeidad.   
  
La autora ha buscado un final con relevancia para todos sus poemas.   
  
Gloria Marecos ha logrado, me parece, un libro compacto.

Nacer

Nacer una vez   
desde   
la inmanente matriz.   
No detenerse   
y ser tantas cosas.   
Nacer otra vez,   
desde el aluvión   
de todos los cuerpos.   
Suspenderse indefinible...   
Tener al infinito   
anidando en el hueco   
de una mano   
.... y ser nadie.
   

Gloria Marecos


Poema

Yo no sé qué palabras decirte cuando tienes   
las manos caídas.   
Cuando tienes los ojos mojados e inmensos   
como si toda la ternura te cayese por ellos   
velada y sumisa como el roce de una lluvia finísima.   
Pones en tus párpados dormidos la curva de un   
puente de silencios   
como si te venciera la sombra de los volatineros   
caprichos del sueño.   
Te abandonas a la dulzura penosa de saber que el   
amor es un cuento repetido que acaba   
en tristezas,   
y se te nubla el encanto de presentir que una vez   
besarás estos labios con el mismo cariño   
que esta noche los besas.   
Yo quiero dejar en tu frente una altísima   
 caracola de estrellas   
para que tus cabellos sueñen un camino de luces   
cuando te despeinas.   
Pero no puedo inventar una caricia para tus manos   
cuando están levemente caídas.   
Yo no sé qué palabras decirte cuando tienes los ojos   
mojados por una ternura finísima.   

José María Gómez Sanjurjo

Delfina Acosta
ABC COLOR, Asunción, Paraguay, 1 de Mayo de 2010

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