Gabriel García Marquez
Delfina Acosta

Gabriel García Márquez es el gran autor de Cien años de soledad. Creo que las novelas que escribió después, son, sin lugar a dudas, grandes, originales, pero no alcanzan la majestuosidad, la cumbre de Cien años de soledad.

En su libro Crónicas y reportajes, tenemos a un García Márquez que nos muestra lo completo que él es, literariamente hablando, aún dentro de sus reportajes, y de sus crónicas, donde puede leerse el fantástico lío lingüístico en que mete, muy a propósito, por cierto, al lector. La historia de las curaciones, los exorcismos, y los casos de hechizos, que la virgen La Marquesita atendía en un lugar llamado la Sierpe, son para larga distracción. Sus crónicas y reportajes están ubicados entre los años 1954 y 1955. Este escritor nos muestra un sin fin de posibilidades ( pero todas imposibles de llevar a la práctica ) que es capaz de “hacer” el ser humano. Pero nos cuenta también historias serias, concretas, duras, como la muerte desoladora en Hiroshima, cuando cayó la bomba atómica y nacía la llamada era nuclear. Sus crónicas y reportajes, que tienen personajes inventados, y otros creíbles, que pasan por el hilo de la historia mundial, y por supuesto, también, por la historia de Colombia, son buenos para venir a enterarnos de cuanto él se enteró, y con su cultura vasta, y con su don de escribir, nos lo viene a contar.

Aquí va una crónica: Ese pasado de leyenda lo aprenden los niños en la escuela. Pero cuando el maestro lo cuenta, ya los alumnos lo saben. Lo aprendieron en su casa a la hora de las comidas, al levantarse y al dormir. Desde cuando empezaron a tener uso de razón no han oído hablar de otra cosa. En toda la zona del Chocó se habla de los metales como si no fueran extraídos del subsuelo sino del baúl de la familia. Este es el origen de la psicología de los centros mineros del Chocó, pobres hasta los huesos a pesar de que sus muertos están sepultados en polvo de oro. Es una sicología diferente a la de otras regiones del departamento donde se habla de los metales como de un hermoso recuerdo, pero no como de una angustiosa y rebelde esperanza.

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