Fray Luis de León 
Poesía mística
Delfina Acosta

Son muchos los poetas que se han caracterizado, en tiempos pasados, por su condición de ascetas, de místicos. Me viene, por ejemplo, a la memoria, Santa Teresa de Jesús (1515-1582), la religiosa y escritora española, conocida también como la primera teóloga de la Iglesia Católica. ¿Y qué decir de San Juan de la Cruz (1542-1591), amigo y confidente de Santa Teresa? Su obra mayor lleva el nombre de “Subida al Monte Carmelo”.

Mucho material literario tiene el lector en los libros de esos pensadores que abrazaron la fe cristiana. En esta oportunidad quisiera referirme a Fray Luis de León. No. No está pasado de moda. Hombre de leer la Biblia fue, y por eso, ya se puede entrever que sus pensamientos revelan al ser humano conocimientos y decires imperecederos. Nació en Belmonte, en 1527. Como la mayoría de los escritores sobresalientes, quiso él fundar en Salamanca (España) sus buenos propósitos y su quehacer literario. Fray Luis de León expandió gran parte de su vida intelectual en dicha ciudad. Realizó sus estudios de Filosofía y de Teología con Fray Luis de Guevara y Melchor Cano. Tradujo la Biblia. Para los religiosos de su época, era una “bárbara costumbre” la traducción del libro de Dios. Semejante atrevimiento le costó la cárcel, de modo que fue a parar con su humanidad en una celda, y en ella estuvo desde el 27 de marzo de 1572 hasta el 7 de diciembre de 1576. Traducir la Biblia, darla a conocer al vulgo, o sea, llevarla al idioma que usaban sus contemporáneos, fue un acto arriesgado, sin lugar a dudas, pero su mente, su actitud, abiertas a los desafíos, fueron la singularidad de este pensador, poeta, escritor y catedrático. Sus versos se leen en la actualidad para refrescar el conocimiento sobre los poetas clásicos del Siglo de Oro español.

Según el concilio de Trento, estaba expresamente prohibida la traducción de la Biblia. Larga consecuencia tuvo en su existencia la traducción del libro sagrado, pues pasó por las cárceles de la Inquisición. Absuelto más tarde, tuvo tiempo para hacer reflexiones valiosas sobre los astros, las estrellas, el cielo y todo cuanto fuera propiedad del firmamento. Falleció en 1591.

Hoy día, los poetas siguen buscando a Dios. Creo, particularmente, que la búsqueda de Dios impulsa a los vates a llenar páginas y páginas.

El gran planteamiento, la gran pregunta, sigue causando “heridas”.

Y estas “heridas” no cesan, tal parece, de sanar.

           Vida retirada

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

...Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Fray Luis de León

Asunción, Paraguay, Domingo 01 de Abril de 2007